jueves, 17 de marzo de 2011

"Pidan y se les dará"

¡Amor y paz!

La plegaria del hombre a su Padre celestial se apoya en la bondad y la voluntad amorosa de Dios. Podemos estar seguros de ser escuchados, siempre que aquello que pidamos esté en la línea del plan salvador de Dios (Misa dominical 1990/05).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la I Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 7,7-12.
Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. 
Comentario

Orar es pedir, buscar, llamar a la puerta. De día y de noche. Sin cansarse nunca. "Siempre hay que orar", y hasta tal punto que la oración se convierte en un estado y no sólo en una práctica ocasional. Orar es un modo de ser delante de Dios. ¡Pero hay dos maneras de insistir en la petición: la del inoportuno y la del enamorado! El primero sólo piensa en sí mismo; el otro está fascinado, y lo daría todo por el tesoro que ha descubierto. ¿Qué puerta se le cerrará? Si Dios espera de nosotros esta oración, es porque él se presenta como el tesoro de los tesoros, como el amigo más fiel. ¡Un amor de segunda mano, que se da por nada, no es amor! Escuchad, pues, a Esther: "Señor mío, tú eres el único Dios, ven a socorrerme, pues estoy sola. Mi único tesoro eres tú. Acuérdate, Señor... Sólo te tengo a ti, que lo conoces todo".

Sabe dejarse agarrar por él. Conoce las palabras que le arrebatan. Sus palabras son una excelente defensa. ¿Vamos a andarnos con remilgos, porque Dios sabe lo que nos hace falta antes de que se lo pidamos? No es eso, y el que ya no pide nada, demuestra que ya no ama. El orgulloso prescinde de la ayuda del otro. El no pedir nada a Dios encubre a menudo un sutil orgullo.

Pero hay que pedir sin desfallecer, pues quien capitula demasiado pronto demuestra que no tiene verdadera confianza. Dios quiere que se le busque, porque siempre está más allá de lo que esperamos. Tenemos que llamar a su puerta durante mucho tiempo, porque dicha puerta se abre sobre un infinito que nunca se alcanza del todo. La verdadera actitud ante Dios -la oración en la vida- es la actitud del mendigo... un mendigo que se sabe amado y llamado a la Vida. ¡Mendigo de ti... mendigo de Dios!

Dios cada día
Siguiendo el leccionario ferial
Cuaresma y Tiempo pascual
Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 33