miércoles, 30 de enero de 2013

"¡El que tenga oídos para oír, que oiga!"



¡Amor y paz!

En el Evangelio según San Marcos vendrán ahora cinco pequeños sermones de Jesús y cuatro milagros, que pondrán en evidencia el vínculo muy particular del Señor con sus doce discípulos. Marcos dirá dos veces que Jesús practica un doble nivel de enseñanza. Dirige sus parábolas a toda la muchedumbre en general; luego, en particular las explica a sus discípulos. Del mismo modo, los milagros relatados después no se hicieron en presencia de la muchedumbre, sino solamente ante el pequeño grupo.

El texto del evangelio es muy claro, explicado por el mismo Jesús, y nos hace ver cuál es nuestra actitud ante la Palabra de Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 3ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dos los bendiga…

Evangelio según San Marcos 4,1-20.

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".

Comentario

La parábola del sembrador, debe ser entendida en la dinámica en que viene el evangelista Marcos presentando el ministerio de Jesús. Su ministerio estuvo lleno de problemas y de dificultades. Primero fue la prisión de Juan, luego la acusación de blasfemia, luego el complot de los herodianos para matarle, posteriormente la estigmatización demoníaca que de él hicieron los escribas espías de Jerusalén; finalmente, la incomprensión de su madre y de sus hermanos. Jesús se encontraba amenazado por todos lados. Todos, de una o de otra forma, tenían que ver con Jesús y con su obra. El pueblo sencillo quería recibir de él algún tipo de favor, los gobernantes querían apresarlo, su familia quería amarrarlo.

La parábola del sembrador es una impresionante confesión del interior dolorido de Jesús. El instalar el Reinado de Dios en el propio interior y en la sociedad era un camino doloroso, lleno de fracasos. Había que sembrar mucho y fracasar mucho, para poder recoger algo.

Era difícil perseverar y mantenerse en pie en un trabajo donde la condición normal era tener que perder, una y otra vez, a fin de lograr algo. El labrador que describía Jesús en la parábola tenía su mirada puesta en el rinconcito de la buena cosecha, por el cual medía su trabajo. La mirada puesta en la calidad de este rincón, le permitía sobrevivir moralmente ante el ruidoso fracaso del resto. Aquí se enfrentaban dos mentalidades: la que se apoyaba y buscaba lo cuantitativo, señal de poder, y la que se apoyaba y valoraba lo cualitativo, que ordinariamente carece de poder. Este será siempre el desafío del anuncio de la Buena Noticia, desafío por el que pasó Jesús y es el desafío por donde tiene que pasar la Iglesia.

¿Será que estamos buscando con nuestro trabajo apostólico meros resultados cuantitativos o más bien estamos trabajando para que el pueblo que acompañamos logre dar pasos cualitativos y procesos coherentes en la vida del Reino?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)