¡Amor y paz!
El «discurso del Pan de la vida» que Jesús dirige a
sus oyentes el día siguiente a la multiplicación de los panes, en la sinagoga
de Cafarnaúm, entra en su desarrollo decisivo.
Esta catequesis de Jesús tiene dos partes muy
claras: una que habla de la fe en él, y otra de la Eucaristía. En la primera
afirma «yo soy el Pan de vida»: en la segunda dirá «yo daré el Pan de vida».
Ambas están íntimamente relacionadas, y forman parte de la gran página de
catequesis que el evangelista nos ofrece en torno al tema del pan.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, de este miércoles de la tercera semana de Pascua.
Dios nos bendice…
Evangelio según San Juan 6,35-40.
Jesús dijo a la gente: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen. Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día".
Comentario
Hoy leemos la primera parte de la catequesis.
Repetimos la última frase de ayer, el v. 35: «yo soy el pan de vida», que es el
inicio de este apartado, que tiene como contenido la fe en Jesús. Se nota en
seguida, porque los verbos que emplea son «el que viene a mí», «el que cree en
mí», «el que ve al Hijo y cree en él». Se trata de creer en el enviado de Dios.
Aquí se llama Pan a Cristo no en un sentido directamente eucarístico, sino más
metafórico: a una humanidad hambrienta, Dios le envía a su Hijo como el
verdadero Pan que le saciará.
Como también se lo envía como la Luz, o como el
Pastor. Luego pasará a una perspectiva más claramente eucarística, con los
verbos «comer» y «beber».
El efecto del creer en Jesús es claro: el que crea
en él «no pasará hambre», «no se perderá», «lo resucitaré el último día»,
«tendrá vida eterna».
La presentación de Jesús por parte del evangelista
también nos está diciendo a nosotros que necesitamos la fe como preparación a
la Eucaristía. Somos invitados a creer en él, antes de comerle
sacramentalmente.
Ver, venir, creer: para que nuestra Eucaristía sea
fructuosa, antes tenemos que entrar en esta dinámica de aceptación de Cristo,
de adhesión a su forma de vida Por eso es muy bueno que en cada misa, antes de
tomar parte en «la mesa de la Eucaristía», comiendo y bebiendo el Pan y el Vino
que Cristo nos ofrece, seamos invitados a recibirle y a comulgar con él en «La
mesa de la Palabra», escuchando las lecturas bíblicas y aceptando como
criterios de vida los de Dios.
El que nos prepara a «comer» y «beber» con fruto el
alimento eucarístico es el mismo Cristo, que se nos da primero como Palabra
viviente de Dios, para que «veamos», «vengamos» y «creamos» en él. Así es como
tendremos vida en nosotros. Es como cuando los discípulos de Emaús le
reconocieron en la fracción del pan, pero reconocieron que ya «ardía su corazón
cuando les explicaba las Escrituras».
La Eucaristía tiene pleno sentido cuando se celebra
en la fe y desde la fe. A su vez, la fe llega a su sentido pleno cuando
desemboca en la Eucaristía. Y ambas deben conducir a la vida según Cristo.
Creer en Cristo. Comer a Cristo. Vivir como Cristo.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 68-70
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 68-70