¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la feria
privilegiada de Adviento, ciclo A.
Dios
nos bendice...
Lectio
Divina: Lucas 1, 39-45
Lectio
Sábado,
21 de diciembre de 2019
1)
Oración inicial
Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, alegre por la
venida de tu Hijo en carne mortal, y haz que cuando vuelva en su gloria, al
final de los tiempos, podamos alegrarnos de escuchar de sus labios la
invitación a poseer el reino eterno. Por nuestro Señor.
2)
Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 1,39-45
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de
gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a
gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; y ¿de
dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha
creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
3)
Reflexión
• Lucas acentúa la
prontitud de María en servir, en ser sierva. El ángel habla del
embarazo de Isabel e, inmediatamente María se dirige de prisa a su casa para
ayudarla. De Nazaret hasta la casa de Isabel hay una distancia de más de 100
Km., cuatro días de viaje, ¡como mínimo! No había ni bus, ni tren. María empieza
a servir y a cumplir su misión a favor del pueblo de Dios.
• Isabel representa el
Antiguo Testamento que estaba terminando. María representa el Nuevo que está
empezando. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza,
reconociendo en ello el don gratuito de Dios que viene a realizar y a completar
la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el
don del Espíritu. La criatura salta de alegría en el seno de Isabel. Esta es la
lectura de fe que Isabel hace de las cosas de la vida.
• La Buena Nueva de Dios revela su presencia en las cosas
más comunes de la vida humana: dos mujeres se visitan para ayudarse mutuamente.
Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: en esto Lucas
quiere que las comunidades y todos nosotros percibamos y descubramos la
presencia de Dios.
• Isabel dice a María: “¡Bendita eres tú entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” Hasta hoy,
estas palabras forman parte del salmo más conocido y más rezado en el mundo
entero, que es el Dios te salve María.
• "¡Dichosa por haber creído que de
cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!”. Es el elogio de
Isabel a María y lo que recuerda Lucas a las comunidades: creer en la Palabra
de Dios, pues la Palabra de Dios tiene la fuerza para realizar todo aquello que
nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de la virgen, en el
seno de la gente pobre que la acoge con fe.
• María e Isabel se conocían ya. Y sin embargo, en este
encuentro, descubren, la una en la otra, un misterio que aún no conocían y que
las llenó de mucha alegría. Hoy también encontramos a personas que nos
sorprenden con la sabiduría que poseen y con el testimonio de fe que nos dan.
¿Te ha sucedido algo parecido? ¿Has encontrado a personas que te han
sorprendido? ¿Qué me impide descubrir y vivir la alegría de la presencia de
Dios en nuestra vida?
• La actitud de María ante la Palabra expresa el ideal
que Lucas quiere comunicar a las Comunidades: no encerrarse en ellas mismas,
sino salir de casa, estar atentas a las necesidades concretas de las personas,
y tratar de ayudar a los demás en la medida de las necesidades.
4)
Para la reflexión personal
• Colocándome en la posición de María e Isabel: ¿soy
capaz de percibir y experimentar la presencia de Dios en las cosas sencillas y
comunes de la vida de cada día?
• El elogio de Isabel a María: “¡Has creído!” Su marido
tuvo problema en creer lo que el ángel le decía. ¿Y yo?
5)
Oración final
Esperamos anhelantes al Señor,
Él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
en Él nos alegramos de corazón
y en su santo Nombre confiamos. (Sal 33,20-21)
Él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
en Él nos alegramos de corazón
y en su santo Nombre confiamos. (Sal 33,20-21)
Orden
de los Carmelitas