¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la 8a de
Pascua.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Lucas 24,35-48
Lectio
Jueves, 25 abril,
2019
Tiempo de
Pascua
1) Oración inicial
Oh Dios, que has
reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre; concede a los que han
renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una misma caridad
en su vida. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Lucas 24,35-48
Ellos, por su parte,
contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir
el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de
ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Sobresaltados y asustados, creían ver
un espíritu. Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis? ¿Por qué se suscitan dudas
en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved,
porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.» Y, diciendo
esto, les mostró las manos y los pies. Como no acababan de creérselo a causa de
la alegría y estaban asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?» Ellos
le ofrecieron un trozo de pescado. Lo tomó y comió delante de ellos. Después
les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba
con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de
Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.» Y, entonces, abrió sus
inteligencias para que comprendieran las Escrituras y les dijo: «Así está
escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer
día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a
todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas
cosas.
3) Reflexión
• En estos días
después de Pascua, los textos del evangelio relatan las apariciones de Jesús.
Al comienzo, en los primeros años después de la muerte y resurrección de Jesús,
los cristianos se preocuparon de defender la resurrección por medio de las
apariciones. Ellos mismos, la comunidad viva, era la gran aparición de Jesús
resucitado. Pero en la medida en que iban creciendo las críticas de los
enemigos contra la fe en la resurrección y que, internamente, surgían críticas
y deudas al respecto de varias funciones en las comunidades (cf. 1Cor 1,12),
ellos comenzarán a recordar las apariciones de Jesús. Hay dos tipos de
apariciones: (a) las que acentúan dudas y resistencias de los discípulos en
creer en la resurrección, y (b) las que llaman la atención sobre las órdenes de
Jesús a los discípulos y las discípulas confiriéndoles alguna misión. Las
primeras responden a las críticas venidas de fuera. Ellas muestran que los
cristianos no son personas ingenuas y crédulas que aceptan cualquier cosa. Por
el contrario. Ellos mismos tuvieron muchas deudas en creer en la resurrección.
Las otras responden a las críticas de dentro y fundamentan las funciones y
tareas comunitarias no en las cualidades humanas siempre discutibles, pero sí
en la autoridad y en las órdenes recibidas de Jesús resucitado. La aparición de
Jesús narrada en el evangelio de hoy combina los dos aspectos: las deudas de
los discípulos y la misión de anunciar y perdonar recibida de Jesús.
• Lucas 24,35: El
resumen de Emaús. De retorno a Jerusalén, los dos discípulos encontraron a la
comunidad reunida y comunican la experiencia que tuvieron. Narran lo que
aconteció por el camino y cómo reconocieron a Jesús en la fracción del pan. La
comunidad reunida les comunica, a su vez, cómo Jesús apareció a Pedro. Fue un
compartir mutuo de la experiencia de resurrección, como hasta hoy acontece
cuando las comunidades se reúnen para compartir y celebrar su fe, su esperanza
y su amor.
• Lucas 24,36-37: La
aparición de Jesús causa espanto en los discípulos. En este momento, Jesús se
hace presente en medio de ellos y dice: “¡La paz esté con vosotros!” Es el
saludo más frecuente de Jesús: “¡La Paz esté con vosotros!” (Jn 14,27; 16,33;
20,19.21.26). Pero los discípulos, viendo a Jesús, quedan con miedo. Ellos se
espantan y no reconocen a Jesús. Delante de ellos está el Jesús real, pero
ellos se imaginan que están viendo un espíritu, un fantasma. Hay un
desencuentro entre Jesús de Nazaret y Jesús resucitado. No consiguen creer.
• Lucas 24,38- 40:
Jesús los ayuda a superar el miedo y la incredulidad. Jesús hace dos cosas para
ayudar a los discípulos a superar el espanto y la incredulidad. Les muestra las
manos y los pies, diciendo: “¡Soy yo!”, y manda palpar el cuerpo, diciendo:
“Porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.” Jesús
muestra las manos y los pies, porque en ellos están las marcas de los clavos
(cf. Jn 20,25-27). Cristo resucitado es Jesús de Nazaret, el mismo que fue
muerto en la Cruz, y no un Cristo fantasma como imaginaban los discípulos
viéndolo. El mandó palpar el cuerpo, porque la resurrección es resurrección de
la persona toda, cuerpo y alma. La resurrección no tiene nada que ver con la
teoría de inmortalidad del alma, enseñada por los griegos.
• Lucas 24,41-43: Otro
gesto para ayudarlos a superar la incredulidad. Pero no basta. Lucas dice que
por causa de tanta alegría ellos no podían creer. Jesús pide que le den algo
para comer. Ellos le dieron un pedazo de pescado y él comió delante de ellos,
para ayudarlos a superar la deuda.
• Lucas 24,44-47: Una
llave de lectura para comprender el sentido nuevo de la Escritura. Una de las
mayores dificultades de los primeros cristianos fue aceptar a un crucificado
como siendo el mesías prometido, pues la ley misma enseñaba que una persona crucificada
era “un maldito de Dios” (Dt 21,22-23). Por eso, era importante saber que la
Escritura había anunciado ya “que el Cristo debía padecer y resucitar de entre
los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para
perdón de los pecados a todas las naciones”. Jesús les mostró que esto ya
estaba escrito en la Ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos. Jesús
resucitado, vivo en medio de ellos, se vuelve la llave para abrir el sentido
total de la Sagrada Escritura.
• Lucas 24,48: Ustedes
son testigos de esto. En esta orden final está la misión de las comunidades
cristianas: ser testigos de la resurrección, para que quede manifiesto el amor
de Dios que nos acoge y nos perdona, y querer que vivamos en comunidad como hijos
e hijas suyos, hermanos y hermanas unos de otros.
4) Para la reflexión
personal
• A veces, la
incredulidad y la duda se anidan en el corazón y procuran enflaquecer la
certeza que la fe nos da ante la presencia de Dios en nuestra vida. ¿Has vivido
esto alguna vez? ¿Cómo lo has superado?
• Ser testigos del
amor de Dios revelado en Jesús es nuestra misión, es mi misión. ¿Lo soy?
5) Oración final
¡Señor, dueño nuestro,
¿qué es el hombre,
para que te acuerdes de él,
el ser humano, para
darle poder? (Sal 8)
Orden de los Carmelitas