¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este sábado de la 2ª semana de Cuaresma
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio
Divina: Lucas 15,1-3.11-32
Lectio
Sábado,
14 Marzo , 2020
Tiempo de
Cuaresma
1) Oración inicial
Señor, Dios
nuestro, que, por medio de los sacramentos, nos permites participar de los
bienes de tu reino ya en nuestra vida mortal; dirígenos tú mismo en el camino
de la vida, para que lleguemos a alcanzar la luz en la que habitas con tus
santos. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo
Evangelio según Lucas 15,1-3.11-32
Todos los
publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos.»
Entonces les dijo esta parábola:
Dijo: «Un
hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo al padre: 'Padre, dame la parte
de la hacienda que me corresponde.' Y él les repartió la hacienda. Pocos días
después, el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde
malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
«Cuando se
lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y comenzó a
pasar necesidad. Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel
país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su
vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie le daba nada. Y
entrando en sí mismo, dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre
y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado
hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.' Y, levantándose, partió hacia
su padre.
«Estando él
todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le
besó efusivamente. El hijo le dijo: 'Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya
no merezco ser llamado hijo tuyo.' Pero el padre dijo a sus siervos: 'Daos
prisa; traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas
sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos
una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había
perdido y ha sido hallado.' Y comenzaron la fiesta.
«Su hijo
mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la
música y las danzas; y, llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello. Él le dijo: 'Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo
cebado, porque le ha recobrado sano.' Él se irritó y no quería entrar. Salió su
padre y le rogaba. Pero él replicó a su padre: 'Hace tantos años que te sirvo,
y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para
tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha
devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo
cebado!'«Pero él le dijo: 'Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es
tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo
había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado.'»
3) Reflexión
• El
capítulo 15 del evangelio de Lucas está lleno de la siguiente información:
“Todos los publicanos y pecadores se acercaban para oírle a Jesús. Los fariseos
y los escribas, sin embargo, murmuraban. Este hombre recibe a los pecadores y
come con ellos" (Lc 15,1-3). E inmediatamente Lucas presenta tres
parábolas entrelazadas entre sí por el mismo tema: la oveja perdida (Lc
15,4-7), la dracma perdida (Lc 15,8-10), el hijo perdido (Lc 15,11-32). Esta
última parábola es el tema del evangelio de hoy.
• Lucas
15,11-13: La decisión del hijo menor. Un hombre tenía dos hijos. El menor pide
la parte de la heredad que le toca. El padre divide todo entre los dos. Tanto
el mayor como el menor, reciben su parte. Recibir la herencia no es un mérito.
Es un don gratuito. La herencia de los dones de Dios está distribuida entre
todos los seres humanos, tanto judíos como paganos, tanto cristianos como no
cristianos. Todos reciben algo de la herencia del Padre. Pero no todos la
cuidan de la misma manera. Así, el hijo menor se va lejos y gasta su herencia
en una vida disipada, huyendo de su Padre. En tiempo de Lucas, el mayor
representaba a las comunidades venida del judaísmo, y el menor a las
comunidades venidas del paganismo. Y hoy, ¿quién es el mayor y quién el menor?
• Lucas
15,14-19: La decepción y la voluntad de volver a casa del Padre. La necesidad
de tener que comer hace que el menor perciba su libertad y se vuelva esclavo
para cuidar de los puercos. Recibe el tratamiento peor que los puercos. Esta era
la condición de vida de millones de esclavos en el imperio romano en tiempo de
Lucas. La situación en la que se encuentra hace que el hijo menor recuerde la
casa del Padre. Hace una revisión de vida y decide volver a casa. Hasta prepara
las palabras que va a decir al Padre: “Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.
¡Trátame como a uno de tus jornaleros!” Jornalero, ejecuta órdenes, cumple con
la ley de la servidumbre. El hijo menor quiere ser cumplidor de la ley, como lo
querían los fariseos y los publicanos en el tiempo de Jesús (Lc 15,1). Era esto
lo que los misioneros de los fariseos imputaban a los paganos que se convertían
al Dios de Abrahán (Mt 23,15). En el tiempo de Lucas, cristianos venidos del
judaísmo consiguieron que algunos cristianos, convertidos del paganismo, se
sometieran al yugo de la ley (Gál 1,6-10).
• Lucas
15,20-24: La alegría del Padre al reencontrar al hijo menor. La parábola dice
que el hijo menor estaba todavía lejos de casa cuando el Padre ya lo vio,
corrió a su encuentro y lo llenó de besos. La impresión que Jesús nos da es que
el Padre se había quedado largo tiempo a la ventana mirando hacia la carretera
para ver si el hijo despuntaría a lo lejos. Conforme con nuestra forma humana
de pensar y de sentir, la alegría del Padre parece exagerada. Ni siquiera deja
que el hijo termine las palabras que había preparado. ¡No escucha! El Padre no
quiere que el hijo sea su esclavo. Quiere que sea su hijo. Esta es la gran
Buena Nueva que Jesús nos trae. Túnica nueva, sandalias nuevas, anillo al dedo,
churrasco, ¡fiesta! En esta alegría inmensa del reencuentro, Jesús deja
trasparentar la gran tristeza del Padre por la pérdida del hijo. Dios estaba
muy triste, y la gente se da cuenta ahora, viendo el tamaño de la alegría del
Padre cuando vuelve a encontrar al hijo. ¡Es una alegría compartida con todo el
mundo en la fiesta que pide preparar!
• Lucas
15,25-28b: La reacción del hijo mayor. El hijo mayor volvía de su trabajo en el
campo y se encuentra con la casa en fiesta. No entra. Quiere saber qué pasa.
Cuando se entera de la razón de la fiesta, se llena de rabia y no quiere
entrar. Cerrado en sí mismo, piensa tener su derecho. No le gusta la fiesta y
no entiende la alegría del Padre. Señal de que no tenía mucha intimidad con el
Padre, a pesar de vivir en la misma casa. Pues, si hubiera tenido intimidad con
él, hubiera notado la inmensa tristeza del Padre por la pérdida del hijo menor
y hubiera entendido su alegría por la vuelta del hijo. Quien vive muy
preocupado en observar la ley de Dios, corre el peligro de alejarse de Dios. El
hijo menor, a pesar de estar lejos de casa, parecía conocer al Padre mejor que
el hijo mayor, que moraba con él en la misma casa. Pues el menor tuvo el valor
de volver a la casa del Padre, mientras que el mayor no quiere entrar en la
casa del Padre. No se da cuenta de que el Padre, sin él, perderá la alegría.
Pues él también, el mayor, es hijo lo mismo que el menor.
• Lucas
15,28a-30: La actitud del Padre y la respuesta del hijo mayor. El padre sale de
casa y suplica al hijo mayor para que entre. Pero éste contesta:"Padre,
hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero
nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que
ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has
matado para él el novillo cebado!" El mayor también quiere la fiesta y la
alegría, pero sólo con los amigos. No con el hermano, ni siquiera con el padre.
Ni siquiera llama al hermano menor con el nombre de hermano, ya que dice “ese
hijo tuyo” como si no fuera su hermano. Y es él, el mayor, quien habla de
prostitutas. ¡Es su malicia la que interpreta la vida del hermano menor!
Cuántas veces nosotros los católicos interpretamos mal la vida y la religión de
los demás. La actitud del Padre es otra. El acoge el hijo menor, pero también
no quiere perder el hijo mayor. Los dos forman parte de la familia. El uno no
puede excluir al otro.
• Lucas
15,31-32: La respuesta final del Padre. Así como el Padre no presta atención a
los argumentos del hijo menor, así también no presta atención a los argumentos
del hijo mayor y dice: " Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es
tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo
había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ¡ha sido hallado!"
¿Será que el mayor tenía realmente conciencia de estar siempre con el Padre y
de encontrar en esta presencia la causa de su alegría? La expresión del Padre
"¡Todo lo mío es tuyo!" incluye también al hijo menor que volvió. El
mayor no tiene derecho a hacer distinción. Si él quiere ser hijo del Padre,
tendrá que aceptarlo así como a él le gustaría que el Padre es. La parábola no
dice cuál fue la respuesta final del hermano mayor. Esto le toca al hermano
mayor, que somos todos nosotros.
• Aquel que
experimenta la gratuita y sorprendente entrada del amor de Dios en su vida se
alegra y quiere comunicar esta alegría a los demás. La acción salvadora de Dios
es fuente de alegría: “¡Alégrense conmigo!” (Lc 15,6.9) Y de esta experiencia
de la gratuidad de Dios nace el sentido de la fiesta y de la alegría (Lc
15,32). Al final de la parábola, el Padre manda alegrarse y hacer fiesta. La
alegría queda amenazada a causa del hijo mayor que no quiere entrar. El piensa
que tiene derecho a una alegría sólo con sus amigos y no quiere la alegría con
todos los miembros de la misma familia humana. El representa a los que se
consideran justos y observantes y piensan que no precisan conversión.
4) Para la reflexión personal
• ¿Cuál es
la imagen de Dios que está en mí desde mi infancia? ¿Ha cambiado a lo largo de
los años? Si ha cambiado, ¿por qué ha cambiado?
• ¿Me identifico con cuáles de los dos hijos: con el menor o con el mayor? ¿Por que?
• ¿Me identifico con cuáles de los dos hijos: con el menor o con el mayor? ¿Por que?
5) Oración final
Bendice,
alma mía, al
Señor,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)
Orden
de los Carmelitas