martes, 9 de agosto de 2011

Seamos humildes y no despreciemos a los humildes


¡Amor y paz!

Según el plan de Mateo, entraremos hoy en el cuarto gran discurso de Jesús; el evangelista ha reagrupado en él unas enseñanzas, todas ellas alrededor del tema de la "vida comunitaria". ¡Tantos mensajes nos deja el Evangelio cada día! Hoy, cuanto menos, nos debe quedar claro que, por pequeños y pecadores que seamos, somos muy valiosos a los ojos de Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XIX semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12.14.
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños. 
Comentario

A la par que los extranjeros, los enfermos y las mujeres, los niños carecían también de valor en el mundo antiguo. Su simplicidad y actitud ante la vida eran despreciadas en la mentalidad de la cultura antigua. Solo los varones adultos tenían algún valor.

Los discípulos se acercan a Jesús llenos de prejuicios impuestos por su cultura. Se preciaban de su posición como varones adultos y aspiraban a ser hombres de prestigio a la sombra del Maestro.

La respuesta de Jesús es realmente sorprendente. Llama a un niño de los que sirven en la casa y lo pone como medida de lo que debe ser la Persona Nueva. Los discípulos debieron quedar totalmente sorprendidos. Para ellos no era posible que el modelo a seguir fuera precisamente un insignificante niño. Jesús, sin embargo, aprovecha ese significado de la niñez en aquella cultura para ilustrar cuál es el ideal del discípulo.

Los discípulos se deben hacer como niños. Para esto es necesario cambiar de mentalidad, abandonar todas las ínfulas de grandeza y servir a la comunidad desde la más profunda humildad. La comunidad, a la vez, debe prepararse para recibir a estos servidores, pues puede ocurrir que sean relegados, siendo que precisamente estas personas serviciales y sencillas son las principales en el Reino.

El cambio de mentalidad es un reto. Nosotros hoy estamos influidos por medios de información que nos llenan la cabeza de prejuicios racistas, sexistas, y de modelos estereotipados. Debemos tener una conciencia crítica ante esto y transformar nuestra mentalidad para que sea conforme al evangelio. No podemos caer en el juego del afán de éxito y lucro olvidando la sencillez y el servicio que nos pide Jesús cada día.

Servicio Bíblico Latinoamericano