lunes, 15 de febrero de 2010

LA FE VERDADERA NO DEPENDE DE LOS MILAGROS

¡Amor y paz!

Jesús fue tentado varias veces. En el desierto, fue sometido a las pruebas de la ambición de poder, de la vanagloria, de la idolatría (Lc 4, 1-13). Ya crucificado, le gritaron: “Si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y baja de la cruz" (Mt 27, 39-40). En el Evangelio de Marcos, hoy, los fariseos le piden señales. Lo quieren probar.

Esta actitud se mantiene aún en muchos cristianos, que siempre andan a la caza de milagros, de apariciones, de todo lo que suena a “extraordinario”. ¿Nuestra fe depende de los milagros?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 6a. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 8,11-13.

Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo". Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.


Comentario

"Señor, en aquella rama hay un cuervo. Sé que tu majestad no puede rebajarse hasta mí. Pero necesito una señal. Ordena a ese cuervo que emprenda el vuelo. Así sabré que no estoy solo en el mundo. Y observé al pájaro. Pero siguió inmóvil. Me incline de nuevo sobre la roca. Señor, tienes razón. Tu majestad no puede ponerse a mis órdenes. Si el cuervo hubiera emprendido el vuelo, yo me sentiría triste aún, porque este signo lo habría recibido de alguien igual a mí mismo; sería el reflejo de mis deseos. Y de nuevo me habría encontrado en mi propia soledad. En aquel preciso instante, mi desolación se convirtió en una inesperada alegría" (A. de Saint-Exupery).

Posiblemente muchos de nosotros todavía andamos, en el fondo de nuestro corazón, a la búsqueda de un signo, del signo, que nos confirme definitivamente en la fe. Es que la duda nos hace temblar a veces (…).

Experimentamos la injusticia. Y nos preguntamos si será que este mundo es así, que no tiene remedio. No son malas estas dudas cuando al final, como al autor de nuestro cuento, nos invitan a crecer en la fe y en la esperanza.

Lo malo es cuando queremos desafiar a Dios. Lo malo es cuando queremos hacer de él un juguete en nuestras manos. Ningún signo que hiciera sería suficiente para satisfacer nuestras exigencias.

Cuando eso sucede, Dios sencillamente desaparece de nuestras vidas. Sólo cuando le aceptamos como es, vuelve a aparecer y nuestra desolación se convierte en alegría.

Servicio Bíblico Latinoamericano
www.mercaba.org