¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la
25ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS 8,19-21
Lectio: martes, 25 septiembre, 2018
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al
prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna.
Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 8,19-21
Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a
causa de la gente. Le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y
quieren verte.» Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos
que oyen la palabra de Dios y la cumplen.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos habla del episodio en que los padres de Jesús,
inclusive su madre, quisieron conversar con él, pero Jesús no les presta
atención. Jesús tuvo problemas con la familia. A veces, la familia ayuda a
vivir mejor y a participar en la comunidad. Otras veces, dificulta esa
convivencia. Así fue para Jesús, y así es para nosotros.
• Lucas 8,19-20: La familia busca a Jesús. Los parientes llegan a la casa
donde estaba Jesús. Probablemente habían venido de Nazaret. De allí a Cafarnaúm
hay sólo unos 40 km. Su madre estaba con ellos. No entran, pues había mucha
gente, pero le mandan un recado: “Tu madre y tus hermanos están fuera ahí
fuera, y quieren verte". Según el evangelio de Marcos, los parientes no
quieren ver a Jesús. Ellos quieren llevárselo y traérselo para casa (Mc 3,32).
Pensaban que Jesús se había vuelto loco (Mc 3,21). Probablemente, tenían miedo,
pues según nos informa la historia, la vigilancia de parte de los romanos con
relación a todos los que de una forma o de otro tenían un cierto liderazgo
popular, era enorme (cf. He 5,36-39). En Nazaret, en la sierra, estaría más al
seguro que en la ciudad de Cafarnaúm.
• Lucas 8,21: La respuesta de Jesús. La reacción de Jesús es firme: “Mi
madre y mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ponen en
práctica." En Marcos, la reacción de Jesús es más concreta. Marcos dice:
“Entonces Jesús miró hacia las personas que estaban sentadas a su alrededor y
dijo: Aquí están mi madre y mis hermanos. Aquel que hace la voluntad de Dios,
éste es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,34-35). ¡Jesús ensancha
la familia! No permite que la familia lo aleje de la misión: ni la familia (Jn
7,3-6), ni Pedro (Mc 8,33), ni los discípulos (Mc 1,36-38), ni Herodes (Lc
13,32), ni nadie (Jn 10,18).
• Es la palabra la que crea la nueva familia alrededor de Jesús: "Mi
madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen
en práctica.". Un buen comentario de este episodio es lo que dice el
evangelio de Juan en el prólogo: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por
ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a
los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de
carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios. Y la Palabra se hizo
carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria
que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,10-14).
La familia, los parientes, no entendieron a Jesús (Jn 7,3-5; Mc 3,21), no hacen
parte de la nueva familia. Hacen parte de la nueva comunidad sólo aquellos y
aquellas que reciben la Palabra, esto es, que creen en Jesús. Estos nacen de
Dios y forman la Familia de Dios.
• La situación de la familia en el tiempo de Jesús. En el tiempo de Jesús,
tanto la coyuntura política, social y económica como la ideología religiosa,
todo conspiraba para el enflaquecimiento de los valores centrales del clan, de
la comunidad. La preocupación con los problemas de la propia familia impedía
que las personas se uniesen en comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios
pudiera manifestarse, de nuevo, en la convivencia comunitaria de la gente, las
personas tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y
abrirse a la gran familia, a la Comunidad. Jesús dio el ejemplo. Cuando su
familia trató de apoderarse de él, reaccionó y ensanchó la familia (Mc
3,33-35). Creó comunidad.
• Los hermanos y las hermanas de Jesús. La expresión “hermanos y hermanas
de Jesús” es causa de mucha polémica entre católicos y protestantes. Basándose
en éste y en otros textos, los protestantes dicen que Jesús tenía más hermanos
y que María tenía más hijos. Los católicos dicen que María no tuvo más hijos.
¿Qué pensar de esto? En primer lugar, las dos posiciones, tanto de los
católicos como de los protestantes, ambas tienen argumentos sacados de la
Biblia y de la Tradición de sus respectivas iglesias. Por esto, no conviene
pelearse ni discutir esta cuestión con argumentos sólo de la cabeza. Pues se
trata de convicciones profundas, que tienen que ver con la fe y con los
sentimientos de ambos. El argumento sólo de la cabeza no consigue deshacer una
convicción del corazón. ¡Apenas irrita y aleja! Aún cuando no concuerdo con la
opinión del otro, tengo que respetarla siempre. En segundo lugar, en vez de
discutir alrededor de textos, nosotros todos, católicos y protestantes,
deberíamos unirnos bien para luchar en defensa de la vida, creada por Dios,
vida tan desfigurada por la pobreza, por la injusticia, por la falta de fe.
Deberíamos recordar alguna que otra frase de Jesús: “He venido para que todos
tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). “Que todos sean uno, para
que el mundo crea que Tú, Padre, me has enviado” (Jn 17,21). “¡No se lo
impidáis! Quien no está en contra está a favor nuestro” (Mc 10,39.40).
4) Para la reflexión personal
• La familia ¿ayuda o dificulta tu participación en la comunidad cristiana?
• ¿Cómo asumes tu compromiso en la comunidad cristiana sin perjudicar ni la
familia ni la comunidad?
5) Oración final
Enséñame, Señor, el camino de tus preceptos,
lo quiero recorrer como recompensa.
Dame inteligencia para guardar tu ley
y observarla de todo corazón. (Sal 119,33-34)
Orden de los Carmelitas