¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este martes de la XVI Semana del Tiempo
Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio: Mateo 12,46-50
Lectio
Martes, 21 de julio de 2020
Tiempo ordinario
1) Oración inicial
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones
de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren
fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 12,46-50
Todavía Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus
hermanos se presentaron afuera y trataban de hablar con él. Alguien le dijo:
«¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» Pero él
respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis
hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es
mi hermano, mi hermana y mi madre.»
3) Reflexión
• La familia de Jesús. Los parientes llegan a la casa donde se
encuentra Jesús. Probablemente venían de Nazaret. De allí hasta Cafarnaún hay
unos 40 km. Su madre estaba con él. No entran, pero envían un recado: «¡Oye!
ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» La reacción de
Jesús es firme: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo
su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues
todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi
hermana y mi madre.» Para entender bien el significado de esta respuesta
conviene mirar la situación de la familia en el tiempo de Jesús.
• En el antiguo Israel, el clan, es decir la gran familia (la
comunidad) era la base de la convivencia social. Era la protección de las
familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce
principal de la tradición, la defensa de la identidad. Era la manera concreta
que la gente de la época tenía de encarnar el amor de Dios en el amor al
prójimo. Defender el clan era lo mismo que defender la Alianza.
• En Galilea, en el tiempo de Jesús, a causa del sistema implantado
durante los largos gobiernos de Herodes Magno (37 aC a 4 aC) y de su hijo
Herodes Antipas (4 aC a 39 dC), el clan (la comunidad) se estaba debilitando.
Había que pagar impuestos tanto al gobierno como al Templo, la deuda pública
crecía, dominaba la mentalidad individualista de la ideología helena, había
frecuentes amenazas de represión violenta de parte de los romanos, la
obligación de acoger a los soldados y de hospedarles, los problemas cada vez
mayores de supervivencia, todo esto llevaba las familias a encerrarse en sus
propias necesidades. Esta cerrazón se veía reforzada por la religión de la
época. Por ejemplo, quienes dedicaban su herencia al Templo, podían dejar a sus
padres sin ayuda. Esto debilitaba el cuarto mandamiento que era el gozne del
clan (Mc 7,8-13). Además de esto, la observancia de las normas de pureza era
factor de marginalización para mucha gente: mujeres, niños, samaritanos,
extranjeros, leprosos, endemoniados, publicanos, enfermos, mutilados,
paralíticos.
• Y así, la preocupación por los problemas de la propia familia
impedía que las personas se unieran en comunidad. Ahora, para que el Reino de
Dios pudiera manifestarse en la convivencia comunitaria de la gente, las
personas tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y
abrirse, nuevamente, para la gran familia, para la Comunidad. Jesús nos da el
ejemplo. Cuando su familia trató de apoderarse de él, reacción y alargó la
familia: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su
mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo
el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi
hermana y mi madre.» Creó comunidad.
• Jesús pedía lo mismo a todos los que querían seguirlo. Las familias
no podían encerrarse en sí mismas. Los excluidos y los marginados debían ser
acogidos dentro de la convivencia y, así, sentirse acogidos por Dios (cf. Lc
14,12-14). Este era el camino para alcanzar el objetivo de la Ley que decía:
“No debe de haber pobres en medio de ti” (Dt 15,4). Como los grandes profetas
del pasado, Jesús procura reforzar la vida comunitaria en las aldeas de
Galilea. El retoma el sentido profundo del clan, de la familia, de la
comunidad, como expresión de la encarnación del amor de Dios en el amor hacia
el prójimo.
4) Para la reflexión personal
• Vivir la fe en comunidad. ¿Cuál es el lugar y la influencia de las
comunidades en mi manera de vivir la fe?
• Hoy, en grandes ciudades, la masificación promueve el individualismo que es lo contrario de la vida en comunidad. ¿Qué estoy haciendo para combatir este mal?
• Hoy, en grandes ciudades, la masificación promueve el individualismo que es lo contrario de la vida en comunidad. ¿Qué estoy haciendo para combatir este mal?
5) Oración final
Yo esperaba impaciente al Señor:
hacia mí se inclinó
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
una alabanza a nuestro Dios. (Sal 40,2.4)
hacia mí se inclinó
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
una alabanza a nuestro Dios. (Sal 40,2.4)
Orden de los Carmelitas