¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este miércoles 17 del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos bendice
1ª Lectura (Éx 34,29-35):
Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de
la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber
hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la
piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los
llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló.
Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes
que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con
ellos, se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor
para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía,
comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la
piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta
que volvía a hablar con Dios.
Salmo responsorial: 98
R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado
de sus pies: Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les
dio.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el
Señor, nuestro Dios.
Versículo antes del Evangelio (Jn 15,15):
Aleluya. A vosotros os llamo amigos, dice el Señor, porque os he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 13,44-46):
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los
Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un
hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que
tiene y compra el campo aquel.
»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando
perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo
que tiene y la compra».
Comentario
Hoy, Mateo pone ante nuestra consideración dos parábolas
sobre el Reino de los Cielos. El anuncio del Reino es esencial en la
predicación de Jesús y en la esperanza del pueblo elegido. Pero es notorio que
la naturaleza de ese Reino no era entendida por la mayoría. No la entendían los
sanedritas que le condenaron a muerte, no la entendían Pilatos, ni Herodes,
pero tampoco la entendieron en un principio los mismos discípulos. Sólo se
encuentra una comprensión como la que Jesús pide en el buen ladrón, clavado junto
a Él en la Cruz, cuando le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu
Reino» (Lc 23,42). Ambos habían sido acusados como malhechores y estaban a
punto de morir; pero, por un motivo que desconocemos, el buen ladrón reconoce a
Jesús como Rey de un Reino que vendrá después de aquella terrible muerte. Sólo
podía ser un Reino espiritual.
Jesús, en su primera predicación, habla del Reino como de un tesoro escondido
cuyo hallazgo causa alegría y estimula a la compra del campo para poder gozar
de él para siempre: «Por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y
compra el campo aquel» (Mt 13,44). Pero, al mismo tiempo, alcanzar el Reino
requiere buscarlo con interés y esfuerzo, hasta el punto de vender todo lo que
uno posee: «Al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y
la compra» (Mt 13,46). «¿A propósito de qué se dice buscad y quien busca,
halla? Arriesgo la idea de que se trata de las perlas y la perla, perla que
adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo» (Orígenes).
El Reino es paz, amor, justicia y libertad. Alcanzarlo es, a la vez, don de
Dios y responsabilidad humana. Ante la grandeza del don divino constatamos la
imperfección e inestabilidad de nuestros esfuerzos, que a veces quedan
destruidos por el pecado, las guerras y la malicia que parecen insuperables. No
obstante, debemos tener confianza, pues lo que parece imposible para el hombre
es posible para Dios.
Rev. D. Enric CASES i Martín (Barcelona, España)
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