viernes, 5 de octubre de 2012

Si las palabras y las obras de Jesús no nos convierten…

¡Amor y paz!

Hemos leído y escuchado la Palabra de Dios; se nos han transmitido los testimonios de las obras y los milagros de Jesús; hemos manifestado nuestra fe en la muerte y resurrección del Señor; Él se nos ha quedado en su Evangelio y en la Eucaristía, pero lo seguimos ignorando.

Y, sobre todo, no lo reconocemos presente en cada uno de nuestros hermanos más débiles e indefensos; en los más explotados y humillados; en los enfermos, los solitarios y menesterosos. Nuestra fe se nos agota en las palabras, y no nos alcanza para los gestos y las acciones.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este viernes de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 10,13-16.
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió". 
Comentario

Junto al texto del envío misionero de los setenta y dos -símbolo quizá de la misión a los gentiles- Lucas nos transmite en el texto de hoy, unos ayes contra las ciudades de Galilea que se han opuesto o han rechazado reconocer los signos de Jesús.

Aunque Jesús haya lanzado la propuesta del Reino para todos los pueblos, muchos no quisieron acogerla. Corozaín, Betsaida y Cafarnaún, a pesar de haber recibido la gracia de Dios a través de la predicación y los milagros de Jesús, no aceptaron el plan salvífico de Dios, por eso Jesús las maldice y las compara con Tiro y Sidón, dos ciudades paganas que -dice Jesús- si hubieran recibido las manifestaciones de Dios, se habrían convertido. Todo parece indicar que la predicación y las acciones milagrosas de Jesús sólo fueron para ellos hechos extraordinarios del momento, que no les cambiaron la vida; no las interpretaron a la luz de la fe, por eso Jesús les advierte sobre su condenación en el juicio final.

En nuestra vida, Dios sigue haciendo milagros, sigue hablando a nuestro corazón y a veces nuestra respuesta es la indiferencia. Muchas veces nos quedamos en palabras bonitas, nos impresionamos con hechos extraordinarios, pero no pasamos de ahí, seguimos con el corazón endurecido, como la gente de Corazaín, Betsaida y Cafarnaún; peor aún, creemos que ya tenemos la solución, nos creemos salvados, convertidos definitivamente. Puede ser que Jesús en el juicio final nos rechace por lo que pudimos haber hecho y no lo hicimos, por no haber amado a quienes pudimos amar, por no haber sido solidarios con los más necesitados, porque nuestro corazón estuvo siempre endurecido por nuestro egoísmo y por nuestra falta de amor.

Servicio Bíblico Latinoamericano