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¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado de la 17ª semana
del Tiempo Ordinario, cuando celebramos la memoria de San Juan María Vianney, presbítero.
Oremos hoy por nuestros los sacerdotes,
especialmente los párrocos.
Dios
nos bendice...
Hoy, sábado, 4 de agosto
de 2018
Primera lectura
Lectura de la profecía
de Jeremías (26,11-16.24):
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: «El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído. Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros. Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.»
Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.
Palabra de Dios
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: «El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído. Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros. Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.»
Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 68
R/. Escúchame, Señor, el día de tu favor
Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. R/.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
R/. Escúchame, Señor, el día de tu favor
Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. R/.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (14,1-12):
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor
Comentario
1. ¿Merece o No Merece la
Muerte?
1.1 La primera lectura,
del libro del profeta de Jeremías, nos deja ver un momento dramático del
ministerio de este hombre de Dios, enfrentado por las circunstancias a decir lo
que nadie quiere oír y a no poder callar lo que sabe que sólo le atrae enemistad
y persecución.
1.2 Las cosas alcanzan una
tensión máxima cuando empiezan a deliberar si Jeremías merece o no la muerte.
Algunos dicen que sí, presentando al profeta como un enemigo del templo, y por
lo tanto, como enemigo de Dios y de la Ley; otros en cambio dicen que no puede
merecer la muerte porque precisamente ha hablado de parte de ese mismo Dios.
Las cosas se dan de tal modo que el profeta mismo poco puede hacer y casi le
toca convertirse en espectador angustiado de las deliberaciones y decisiones de
otros sobre sí mismo.
1.3 Por otra parte, es
interesante ver cuáles son las partes a favor o en contra de Jeremías. En
contra van los sacerdotes (que ven disminuirse el culto en el templo, por las
críticas de Jeremías a la hipocresía de ese culto) y van los demás profetas
(que pierden popularidad al ser denunciados como farsantes que sólo endulzan el
oído de la gente). A favor van "los jefes," especies de líderes por
tribus y "el pueblo entero." Es en cierto modo, la gente, el sentido
de la fe de la gente, quien percibe que Jeremías lo está arriesgando todo,
hasta su propia vida, por ser fiel al Señor. Eso lo salvará.
2. Frutos de un Corazón
Dividido
2.1 Herodes oía con agrado
a Juan, pero no le obedecía. Su corazón, pues, estaba dividido. Herodes oía a
Juan y su conciencia despertaba en lucidez; oía a Herodías, su amante, y se
embriagaba en pasión. Forcejeaba entre la lucidez y la pasión, se dividía entre
lo que podía disfrutar ya en las delicias de su amorío turbio, y lo que le
daría paz para mañana y siempre, en la dulzura de una conciencia limpia. Estaba
dividido.
2.2 Y de su división nació
muerte. De su división salió la división entre el cuerpo y la cabeza de Juan.
Incapaz de obedecer a su amigo, lo mató. Incapaz de escucharlo, le silenció.
Incapaz de seguirlo, lo detuvo primero en la cárcel y lo encerró después en las
paredes de la muerte.
2.3 También a nosotros nos
acecha el mal del corazón dividido. Tenemos el corazón dividido cuando
empezamos a escoger qué nos gusta o qué nos conviene de la enseñanza de la
Iglesia. Estamos divididos cuando aplaudimos al Papa y no le hacemos caso. Nos
tienta la división cuando hacemos una moral para uso propio o cuando defendemos
ciertos principios en ciertos ambientes mientras callamos, cómplices, ante
otras personas.
2.4 ¡Juan, Juan! ¡Por
mérito de tu martirio, por fuerza de tu plegaria, líbranos de un corazón
dividido!
http://fraynelson.com/homilias.html.