miércoles, 30 de septiembre de 2015

Para seguir a Jesús no bastan las buenas intenciones

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 9,57-62.
Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios". Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".
Comentario

Muchos de los que aspiraban a ser seguidores de Jesús nunca pasaban de la buena intención. La mayoría se rezagaban en el camino; les interesaba de alguna manera el llamado de Jesús, pero las preocupaciones inmediatas los confundían.

El primero se pone a pensar largo pues Jesús le pone en evidencias que él no le ofrece seguridades de ningún tipo. El seguidor de Jesús debe aprender a vivir más libre de las ataduras que los animales silvestres.

El segundo se pone a considerar el momento oportuno y este no corresponde con el llamado de Jesús. Este discípulo, que puede ser cualquiera de nosotros, le dice a Jesús que lo seguirá pero siempre y cuando sus progenitores hayan fallecido. Por lo tanto, el maestro debe esperar hasta que el padre haya muerto y el candidato de discípulo haya asegurado la herencia para que esté disponible para el seguimiento. Jesús le contesta con una frase tajante: si usted se dedica a anunciar el evangelio abandone las preocupaciones de la herencia y ponga manos a la obra ahora mismo, que para mañana es tarde.

El tercero espera el reconocimiento de sus parientes, su apoyo, para afiliarse al grupo de discípulos. Jesús lo confronta poniéndole en evidencia como las exigencias y la urgencia del seguimiento no dan para que un ser humano adulto espere la aprobación de los demás para hacer lo que le corresponde.

Las exigencias dirigidas a los discípulos fueron efectivas en el pasado y hoy conservan todo su vigor. El llamado requiere decisión, entrega y responsabilidad. Sólo los seres humanos dispuestos a ser libres se incorporan a la comunidad de discípulos y emprenden el camino del Maestro.

Servicio Bíblico Latinoamericano

martes, 29 de septiembre de 2015

Pedimos la protección de los santos ángeles custodios

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario en este martes en que celebramos la fiesta los santos arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 1,47-51. 
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees. Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."  
Comentario


1.1 El sitio católico http://iglesia.org, que recomendamos, nos ofrece una sencilla e ilustrativa enseñanza para este día. Lo que sigue es tomado de allí.

1.2 El 29 de septiembre se celebra la fiesta de los tres Arcángeles que nombra la Sagrada Escritura. La palabra Arcángel proviene de dos palabras: Arc, "el principal", y "ángel", es decir, "principales entre los ángeles".

1.3 Esta fiesta se ha celebrado con gran solemnidad a fines de septiembre, desde el siglo sexto por lo menos. El Martirologio Romano afirma que en la festividad se celebra la dedicación de una Basílica en honor de San Miguel, a unos 10 kilómetros al norte de Roma. En el oriente, donde antaño se tenía al arcángel como protector de los enfermos (actualmente se le considera como Capitán de las legiones celestiales y Patrón de los soldados), la veneración a San Miguel es todavía mas antigua.

1.4 Según la Escritura, los Ángeles son mensajeros de Dios, "poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra" (Sal 103,20), al servicio de su plan de salvación, "enviados para servir a los que deben heredar la salvación" (Heb 1,14).

1.5 Los fieles no ignoran los numerosos episodios de la Antigua y de la Nueva Alianza en los que intervienen la santos Ángeles. Saben también que no son pocos los episodios de la vida de Jesús en los que los Ángeles tienen una función particular: el Arcángel Gabriel anuncia a María que concebirá y dará a luz al Hijo del Altísimo (cfr. Lc 1,26-38) y de manera semejante, un Ángel revela a José el origen sobrenatural de la maternidad de la Virgen (cfr. Mt 1,18-25). Y son numerosos los acontecimientos en los que aparecen cumpliendo una misión especial.

1.6 La Iglesia, que en sus inicios fue protegida y defendida por el ministerio de los Ángeles (cfr. Hch 5,17-20; 12,6-11) y continuamente experimenta su "ayuda misteriosa y poderosa", venera a estos espíritus celestes y pide con confianza su intercesión. Durante el año litúrgico conmemora la participación de los Ángeles en los acontecimientos de la salvación y celebra su memoria en unas fechas determinadas.

2. Los nombres de los arcángeles

2.1 San Miguel. Este nombre significa: "¿Quién como Dios?" o también: "Nadie es como Dios". La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.

2.2 San Gabriel. Su nombre significa: "Dios es mi protector". Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad. San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.

2.3 San Rafael. Su nombre significa: "Medicina de Dios". Fue el Arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa. San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

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lunes, 28 de septiembre de 2015

Jesús acoge y nos enseña a acoger a los que son despreciados

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes". 
Comentario

Los niños y Jesús


Sabemos que los niños del tiempo de Nuestro Señor tenían una vida bien diferente de la de los niños de ahora. En aquella época eran despreciados como gente que consume, pone problemas y no aporta mucho ni en conocimientos, ni en fuerza, ni en trabajo. Jesús toma como modelo a esos "descartados" para decir dos cosas. Primera, que recibir a un despreciado es recibir al mismo Jesús. Por lo mismo, el que busca ser "más" y para eso humilla a los que son "menos" jamás entenderá el Evangelio. En segundo lugar, en dónde está la verdadera grandeza: quien descubre este "secreto" del Evangelio es realmente grande y trae los cambios verdaderamente grandes.

El sentido cristiano de la tolerancia

Las lecturas del evangelio de hoy incluye al final un tema distinto. Debemos decir, sin complejos ni arrogancias, que hay un sentido cristiano de la tolerancia. Así por ejemplo nos enseña el Concilio Vaticano II en su Decreto sobre la Libertad Religiosa, n. 2.

"Declara este Concilio Vaticano que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Libertad, que consiste en que todos los hombres han de ser libres de toda coacción por parte de individuos, grupos sociales o cualquier poder humano, de tal modo que en materia religiosa nadie sea obligado a obrar, contra su conciencia, mas que tampoco sea impedido, dentro de los debidos límites, para obrar en conformidad con ella, ya solo ya asociado con otros, tanto privada como públicamente. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa se funda radicalmente en la dignidad misma de la persona humana, tal cual se conoce por la palabra de Dios y por la razón misma. 

Derecho a la libertad, en la persona humana, que de tal modo ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad que se le considere como un derecho civil.

"Por su propia dignidad, todos los hombres, en cuanto que son personas, esto es, dotados de inteligencia y libre voluntad, y, por ello, dotados de responsabilidad personal, se sienten movidos por su propia naturaleza y por obligación moral a buscar la verdad, en primer lugar la que corresponde a la religión. También están obligados a adherirse a la verdad, una vez conocida, y a ordenar toda su vida según las exigencias de la verdad. Mas los hombres no pueden en modo alguno cumplir dicha obligación, en conformidad a su naturaleza, si no gozan de libertad psicológica al mismo tiempo que de la inmunidad de coacción externa. Luego el derecho a la libertad religiosa no se funda en una exigencia subjetiva de la persona, sino en su misma naturaleza. Por esto, el derecho a tal inmunidad subsiste pleno aun en los que no cumplen con su obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella; y su ejercicio no puede impedirse, siempre que se guarde el justo orden público".

domingo, 27 de septiembre de 2015

Todo el que hace el bien, aunque no lo haga en nombre nuestro, está a nuestro favor

¡Amor  paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este XXVI Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48. 
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros". Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.  
Comentario

Alguna vez le oí a Monseñor Oscar Urbina, actual Arzobispo de Villavicencio, hablando de los grupos evangélicos que van invadiendo nuestros barrios, la siguiente afirmación tomada de la Escritura: “(...) si este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios” (Hechos de los Apóstoles 5, 38-39).

Los discípulos eran perseguidos por anunciar la resurrección del Señor y las autoridades judías les habían prohibido terminantemente que enseñaran nada sobre Jesús. Cuando les reclaman no haber hecho caso a las órdenes emanadas de la Sinagoga, “Pedro y los demás apóstoles contestaron: –Es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el mismo a quien ustedes mataron colgándolo de la cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto a su derecha y lo ha hecho Guía y Salvador, para que la nación de Israel vuelva a Dios y reciba el perdón de sus pecados. De esto somos testigos nosotros y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen” (Hechos 5, 29-32).

La respuesta de los discípulos hizo que las autoridades judías reaccionaran con fuerza: “Cuando oyeron esto, se enfurecieron y quisieron matarlos. Pero entre aquellas autoridades había un fariseo llamado Gamalilel, que era un maestro de la ley muy respetado por el pueblo. Este se puso de pie y mandó que por un momento sacaran de allí a los apóstoles. Luego dijo a las demás autoridades: –Israelitas, tengan cuidado con lo que va a ha hacer con estos hombres. Recuerden que hace algún tiempo se levantó Teudas, alegando ser un hombre importante, y unos cuatrocientos hombres lo siguieron. Pero a este lo mataron, y sus seguidores se dispersaron, y allí se acabó todo. Más tarde, en los días del censo, se levantó Judas, el de Galilea, y logró que algunos lo siguieran; pero también lo mataron, y todos sus seguidores se dispersaron. En este caso, yo les aconsejo que dejen a estos hombres y que no se metan con ellos. Porque si este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios” (Hechos 5, 33-39).

Cuando Juan le dice a Jesús que han visto a uno que expulsaba demonios en su nombre y se lo habían tratado de impedir “porque no es de los nuestros”, Jesús le contestó: “–No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Cualquiera que les dé a ustedes un vaso de agua por ser ustedes de Cristo, les aseguro que tendrá su premio”. Esta afirmación de Jesús, recogida en el evangelio según san Marcos, el más antiguo y el más breve, que hemos venido leyendo este año, parece ir en contravía con aquella otra, citada por Mateo y Lucas en sus evangelios, que dice: “El que no está a mi favor, está en contra mía; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12, 30 y Lucas 11, 23). Esta frase aparece en el contexto de las acusaciones que le hacen los fariseos a Jesús de hacer milagros con el poder de Belcebú, el jefe de los demonios.

La frase de Marcos que nos presenta el evangelio de hoy pone el énfasis en los que no están contra nosotros, que están a nuestro favor... Mateo y Lucas insisten más en los que no están a nuestro favor, que están en contra nuestra... Parece un trabalenguas, pero no lo es. Todo el que hace el bien, aunque no lo haga en nombre nuestro, no está contra nosotros, está a nuestro favor. Y los que están en contra nuestra, son los que no obran el bien y, por tanto, no están a nuestro favor. Monseñor Urbina, siguiendo a Gamaliel y, sobre todo, al buen Jesús, nos da una auténtica lección de tolerancia, tan necesaria en estos días, cuando disentir y opinar distinto se pueden convertir en algo peligroso.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 26 de septiembre de 2015

Crece la popularidad de Jesús, pero también la claridad de su mensaje

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y bel comentario, en este Sábado de la XXV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 9,43b-45.
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto. 
Comentario

El evangelio de hoy nos presenta la paradójica enseñanza de Cristo sobre el desenlace de su vida. Su popularidad ha crecido, pero así también hace él que crezca la claridad de su mensaje sobre el sombrío futuro que le aguarda.

Definitivamente Cristo no se puso nunca a hacer extrapolaciones del tipo: "ya vemos que nos quiere mucha gente y que muchos nos aceptan; ¡pronto serán todavía más!". Al contrario, haciendo evidente contrapeso a los aplausos y elogios de la gente, Cristo dice a sus discípulos (¡y a sí mismo!) que lo que viene es traición, dolor, tortura, cruz y muerte.

Es interesante la anotación que nos da Lucas. Los discípulos, por una parte no entienden, pero por otra sienten temor de preguntar. ¿Por qué temor? Un comentarista protestante, Matthew Henry, adelanta una hipótesis: "no querían ser despertados de su sueño placentero", porque en realidad es "sueño" pretender que la vida cristiana va de victoria en aplauso y de elogio en risa. Otros piensan que el temor venía de no querer ser reprendidos en su ignorancia, pues en otros lugares vemos que alguna vez Cristo les había mostrado su torpeza y se había quejado de su lentitud para aprender (cf. Mt 16,9) y también de su poca fe (cf. Lc 9,41).

Esto es interesante reconocerlo, porque esa misma clase de temores pueden asaltarnos a nosotros.

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viernes, 25 de septiembre de 2015

“En el misterio de Jesús está la fuerza de la humanidad”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 9,18-22. 
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". 
Comentario

La pregunta de Cristo en el evangelio de hoy nos hace recordar el apremiante llamado del Papa Juan Pablo II en su mensaje "Urbi et Orbi" del 25 de diciembre de 1996.

"Me dirijo, por lo tanto, a todas las varias comunidades. A los pueblos, a las naciones, a los regímenes, a los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales para decirles:

"Aceptad la gran verdad acerca del hombre; aceptad esta dimensión del hombre, que se ha manifestado a todos; aceptad el misterio en que vive cada uno de los hombres desde que Cristo ha nacido.

"¡Respetad este misterio! ¡Permitid a este misterio que actúe en cada uno de los hombres! Permitidle desarrollarse en las condiciones externas de su ser terreno.

"Jesús, el Mesías, Príncipe de la Paz. En este misterio se halla la fuerza de la humanidad. La fuerza que irradia sobre todo lo que es humano. No hagáis difícil esta irradiación. No la destruyáis. Todo lo que es humano, crece a partir de esta fuerza; sin ella se marchita; sin ella va a la ruina. Por esto os doy las gracias a todos vosotros--familias, naciones, estados, organizaciones internacionales, sistemas políticos, económicos, sociales y culturales--por todo lo que hacéis, a fin de que la vida de los hombres sea en sus diversos aspectos cada vez más humana, es decir, cada vez más digna del hombre. Deseo de corazón y os suplico que no os canséis en este esfuerzo, en este empeño."

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jueves, 24 de septiembre de 2015

Con Cristo, no basta la curiosidad: se necesita fe, humildad y amor

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XXV semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 9,7-9. 
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.  
Comentario


Pero fue una pregunta estéril, por lo menos hasta donde llegamos a ver. No le sirvió a Herodes. Esto nos enseña algo: no basta con querer acercarse al Señor si lo único que nos mueve es la curiosidad. La Biblia dice que Herodes "tenía curiosidad de ver a Jesús"; no es suficiente. El curioso un día sacia su curiosidad, como de hecho hizo el mismo Herodes, según narra el mismo Lucas, pero eso no lleva a cambio: "Herodes, al ver a Jesús se alegró en gran manera, pues hacía mucho tiempo que quería verle por lo que había oído hablar de El, y esperaba ver alguna señal que El hiciera. Y le interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió. Los principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, acusándole con vehemencia. Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratarle con desprecio y burlarse de El, le vistió con un espléndido manto y le envió de nuevo a Pilato. Aquel mismo día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes habían estado enemistados el uno con el otro" (Lc 23,8-12).

Ir más allá de la curiosidad es descubrir qué esta en juego en eso de encontrarse con Cristo. Por algo dijo el Señor: "bienaventurado es el que no se escandaliza de mí" (Mt 11,6). El curioso termina despreciando a su salvador; necesitamos más que curiosidad: necesitamos fe viva, humildad genuina, amor entrañable.

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miércoles, 23 de septiembre de 2015

Solo cuando cumplas tu misión, podrás gozar de paz en tu conciencia

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XXV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga,..

Evangelio según San Lucas 9,1-6. 
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes. 
Comentario

Jesús vino del cielo a la tierra para predicar y proclamar el Reino de Dios; pero vino a proclamarlo no sólo a un grupo reducido de hombres, sino a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares; de ahí la necesidad que tuvo Jesús de prolongarse en el tiempo y en el espacio y eso fueron y son sus discípulos de ante y de ahora: Prolongaciones de Jesús en el tiempo y en el espacio.

Los discípulos del Señor imitaron al Maestro, predicando lo que predicaba el Maestro y aun hicieron los mismos milagros, que vieron hacer a Jesús: “Instituyó doce para que estuvieran con El y para enviarlos a predicar también ellos el Reino de Dios con el poder de expulsar a los demonios” (Mc 3,14).

En la misión de los Doce debes ver la misión de todos los demás discípulos del Señor que a lo largo del tiempo y del espacio son envidiados, son los misioneros del Reino de Dios. 

El Hecho de sentirse enviado por el Señor, de ser misionero del Señor, debe acuciar tu responsabilidad: eres enviado al mundo para algo; ¿cumples la finalidad de tu misión? ¿te falta mucho aún para cumplirla? Porque solamente entonces, cuando la cumplas, podrás gozar de paz en tu conciencia.

“Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes”.

El apóstol evangeliza y cura, predica y obra. 

El bien que anuncia es también por él realizado; los apóstoles no son hombres que se detengan en la Palabra, pasan a realizar la fuerza que mana de la Palabra que predican.

Curar al mismo tiempo que se predica supone que el Reino no es simplemente una empresa espiritual, sino que apunta a la plena renovación del hombre en cuerpo y alma.

Jesús confiere a los apóstoles dos cosas: poder y autoridad.

Aquí Jesús confiere primero un poder divino, semejante al que ha salido de El para que la autoridad de su misión logre el fin.

El fin de la predicación de los discípulos enviados es el Reino de Dios; los misioneros de hoy deben también limitarse a anunciar el Reino, no a predicarse a sí mismos, no a transmitir las ideas o teorías, no a extender doctrinas humanas, sino a predicar únicamente el Reino de Dios.

El Evangelio Meditado-Alfonso Milagro

martes, 22 de septiembre de 2015

La familia de Jesús: quienes escuchan la Palabra y la practican

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 8,19-21. 
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte". Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".  
Comentario

María, la Mujer siempre fiel a la Voluntad Divina; aquella que escuchó la Palabra de Dios y, llena de amor, le dice al Señor: He aquí tu esclava, hágase en mí según tu Palabra, es para nosotros el modelo de todo aquel que ha sido redimido y salvado; y no lo es tanto por su Maternidad Divina, cuanto por su fidelidad a Dios. Ella, más que cualquiera de nosotros, es la que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica; por eso es bienaventurada. Por eso se dice que, antes que concebir al Hijo de Dios para que se hiciera hombre en su seno, lo concibió en su corazón. Las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy, más que constituir un desprecio hacia su Madre, se convierten en un descubrir la grandeza de María ante Dios especialmente por su amor fiel. Dios no toma tanta importancia al lugar, tal vez muy importante, que ocupemos en su Cuerpo, que es la Iglesia, sino a nuestra fidelidad que nos hace testigos y signos creíbles de su amor ante nuestros hermanos.

Por medio de Cristo Jesús nos acercamos hasta el Misterio de Dios, y no como esclavos sino como hijos. El Señor no sólo se nos muestra para que le demos culto, sino que nos hace entrar en comunión con Él de tal forma que se convierte para nosotros en nuestro Camino de salvación. Él, a pesar de nuestras infidelidades, nos concede el perdón y la paz. Que su vida, en nosotros, no se convierta en esterilidad, sino que encuentre en nosotros un terreno fértil capaz de producir abundantes frutos de salvación para que la paz, la felicidad, la armonía y el amor, que proceden de Dios, llegue, por medio de su Iglesia, a todos los pueblos.

El Señor nos hace partícipes de su vida. Pero esa vida es para hacerla parte de nuestra existencia, que manifieste nuestra fidelidad a la Palabra y al Amor recibidos no sólo con actos de culto, sino con nuestras obras buenas, convertidas en una continua alabanza al Nombre de Dios. Ante Dios no contará sólo el culto que le tributemos en el templo; junto con nuestra alabanza hemos de pasar haciendo el bien si no queremos que al final el Señor nos diga que no nos reconoce, no tanto porque no nos hayamos sentado a su Mesa y lo hayamos escuchado por las plazas, y en su Nombre hayamos, incluso, expulsado demonios, sino porque nuestra vida se convirtió en un obrar la iniquidad, haciendo, así, por desgracia, que nuestras obras personales no concordaran con aquello que anunciábamos. Vivamos y caminemos en la justicia y en la paz, de tal forma que, ya desde la construcción de la ciudad terrena, vayamos construyendo entre nosotros el Reino de Dios que, en la eternidad llegará a su Plenitud cuando, reunidos como hijos en torno a nuestro Padre, junto con Jesús sea Él nuestra la Paz eterna.

Que Dios nos conceda, por intercesión de María, nuestra Madre, la gracia de vivir, a ejemplo de ella, escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica hasta que, finalmente alcancemos los bienes eternos y gocemos, así, de la Bienaventuranza sin ocaso. Amén.

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lunes, 21 de septiembre de 2015

Jesús come con sus enemigos, los pecadores

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes en que celebramos la fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 9,9-13. 
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". 

Comentario


1.1 La crítica contra Jesús, recogida en el evangelio de hoy, es en el fondo un elogio: "este come con pecadores." Frase que nació el desprecio y de la envidia, y que sin embargo describe bien el misterio y el ministerio de Jesucristo: es el amigo de los pecadores, el amigo de sus enemigos.

1.2 La ley de Moisés prohibía juntarse con el enfermo de lepra, por temor al contagio de la lepra. Con una lógica semejante estos hombres quieren que se prohíba el contacto con los pecadores, por miedo a contagiarse de pecado. No han descubierto que Jesús no quedará sucio, sino que los limpiará. Jesús es el lugar del "bien fuerte", el bien que no se ensucia en contacto con el mal, sino que lo vence y lo limpia. Él es la luz que vence a las tinieblas.

1.3 Si Jesús fuera enemigo de sus enemigos, podría tal vez ganarles a ellos pero a precio de dar una victoria a la enemistad y un nuevo cubil al odio. El amigo de los enemigos es aquel que pierde, a primera vista, pero gana la batalla, porque vence no a un humano débil sino a un pecado fuerte.

2. Jesucristo, Médico Divino

2.1 Hoy Jesús se ha dado el título de "médico". ¡Qué buena noticia para los que reconocemos nuestras dolencias, como lo hizo Mateo!

2.2 Miremos las actitudes y el corazón de este médico que en su generosidad, como dice Santa Catalina de Siena, llegó a beber la amarga medicina que el enfermo ya no podía recibir en su maltrecha humanidad. Por eso se acerca piadoso al pecador y con la cercanía de su trato y conversación va destruyendo los prejuicios y temores que encierran con su tiranía al que se sabe culpable.

2.3 Observemos en el evangelio de hoy a quien llama Jesús "enfermo" : es un hombre cruel y tirano que con la opresión de los impuestos cobrados a nombre del Imperio Romano va haciendo su propia fortuna. Es un opresor, y Jesús lo llama "enfermo". No quiere destruirlo sino reconstruirlo. No quiere devastarlo sino levantarlo. Jesús sabe bien, y quiere que nosotros sepamos, que la primera víctima de la crueldad o de la opresión es el mismo cruel opresor, y por eso le trata de "enfermo". Nos resulta fácil compadecernos de un anciano desvalido o de un niño abandonado, pero la verdadera caridad descubre al enfermo aunque lo encuentre con alientos para hacer daño a otros. ¡Bendito amor que en esta cuaresma ha de movernos a entregarnos a nuestro Médico y a entender que su caridad desborda nuestros juicios miopes!

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domingo, 20 de septiembre de 2015

Cuando pierdes, ganas algo; cuando ganas, pierdes algo

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y  el comentario, en este Domingo XXV del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...


Evangelio según San Marcos 9,30-37. 

Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado". 
Comentario
Esopo, el conocido fabulista griego, cuenta que “una Caña y un Olivo disputaban sobre sus respectivas fuerzas, y éste con socarronería le dijo a la otra: –«Hablas de resistir y de poder, cuando el más débil soplo de viento te bambolea y humilla. Aprende de mí, que ni aun muevo mis ramas cuando tu te doblegas.»– La mísera Caña calló a estas razones, y se armó de paciencia hasta que viniese el huracán más próximo. En efecto, llegado aquel, la Caña se dobló como antes, mientras el Olivo cayó tronchado en tierra. –«¿Qué es lo mejor ahora, replicó la ofendida levantándose, ceder o resistir?».

 De una manera muy parecida, la Madre Laura Montoya, religiosa colombiana fundadora de las misioneras que conocemos como Lauritas y que es la primera santa colombiana canonizada recientemente, dice en su autobiografía que tituló Historia de las Misericordias de Dios en un alma: “Una pequeña diferencia hay entre el profeta de Nínive y esta pobre Laura y es que yo siempre he tenido el valor del junco. Observe Padre mío, que las rocas se oponen a la corriente y cualquier día viene una ola y las derrumba; mientras que el junco, ante la borrasca, se inclina y las olas pasan por encima sin hacerle daño, puesto que pasada la borrasca vuelve a erguirse hermoso y dócil”.

 De muchas formas Jesús nos dijo, por activa y por pasiva, lo que el profesor Maturana, filósofo de nuestro fútbol local, suele argüir cuando fracasa en un partido: “Perder es ganar un poco”. Los discípulos, que se demoraron más de lo conveniente en entender esta dinámica de la salvación que nos ofrece Dios en Jesús, discutían, mientras el maestro les hablaba de su pasión, sobre quién de ellos era el más importante; de manera que Jesús tiene que decirles: “Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos”. Cosa que todavía hoy no hemos podido entender. Casi, como los discípulos, habría que decir de nosotros y de nuestra sociedad que “no entendían lo que les decía, y tenían miedo de preguntarle”.

 Nuestros criterios están en contradicción con los criterios de Jesús y no nos inquieta ni poquito seguir funcionando en una sociedad, en una familia y en una Iglesia en la que ser el primero no es hacerse servidor y último. ¡Ni más faltaba! dirán algunos. Ni siquiera se nos ocurre que esto puede tener aplicaciones prácticas en nuestras relaciones cotidianas. Seguimos apegados a las estructuras de poder y de mando que vino a renovar el Señor con su palabra y, sobre todo, con su ejemplo de vida. Por eso, “puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo: –El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió”.

De una manera práctica, en nuestra vida ordinaria, en nuestras discusiones sobre quién es el más importante, debería guiarnos aquello que el P. Javier González, S.J., le recomendaba a Luis Fernando Múnera, S.J., cuando era un joven maestrillo: “Piensa en lo que pierdes cuando ganas algo; y piensa en lo que ganas cuando pierdes algo”. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, tenemos la certeza de que a veces es mejor perder como la Caña frente al Olivo de Esopo, o como el junco frente a la piedra de la Madre Laura...

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Bogota