sábado, 6 de diciembre de 2014

¡No podemos quedarnos contemplando el mal que hay en el mundo!

¡Amor y paz!

La Iglesia peregrina por este mundo. No le son ajenas las enfermedades, las injusticias, las pobrezas y los pecados de todas las gentes. Sabe que hay mucho que salvar, que hay muchas heridas que sanar, que hay muchos egoísmos y esclavitudes de las que necesitan ser liberadas muchas personas. No podemos quedarnos contemplando el mal que hay en el mundo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 1ª. Semana de Adviento.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 9,35-38.10,1.6-8. 
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. "Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente." 

Comentario

El Señor ha salido a buscar y a salvar todo lo que se había perdido. Los que creemos en Él no podemos conformarnos sólo con arrodillarnos en su presencia. Es necesario tomar nuestra propia cruz de cada día y estar dispuestos a sacrificarnos, a orar y a trabajar para que a todos llegue la vida nueva que nuestro Padre Dios nos ha ofrecido en Cristo Jesús, su Hijo hecho uno de nosotros.

La mies es mucha y los trabajadores pocos. Ojalá y todos los que nos decimos parte de la Iglesia de Cristo realmente trabajemos para que el Evangelio, tanto sea anunciado como vivido por cada vez más personas. No nos quedemos en una fe intrascendente. Vivamos comprometidos con el Señor y su Evangelio si realmente creemos en Él, y hemos hecho nuestras su Vida y su Misión salvadora.

El Señor nos ha convocado en este día para enviarnos, con todo su poder salvador, a trabajar por su Reino, en medio de las realidades y ambientes en que se desarrolle nuestra vida. No vamos sólo iluminados con los estudios, tal vez eruditos, que hayamos realizado sobre el Evangelio, y los métodos para evangelizar. Vamos con el Poder y la Fuerza que nos viene de lo alto, después de haber convivido con el Señor.

La Iglesia de Cristo no puede ser una Iglesia instalada en sus propias comodidades y poltronerías. No podemos quedarnos contemplando la destrucción de los auténticos valores del hombre; no podemos ser indiferentes ante las injusticias y violencias de que son víctimas muchas personas inocentes. No podemos cerrar los ojos ante la pobreza, ante el hambre y la desnudez, que padecen grandes sectores de la humanidad. No podemos dar la espalda ante el pecado que va carcomiendo muchas conciencias, y haciendo, de quienes lo padecen, personas destructoras de sí mismas y de los demás.

El Señor nos envía para que vayamos, busquemos y salvemos todo lo que se había perdido; para que busquemos a las ovejas que se descarriaron en un día de tinieblas y nubarrones. No tengamos miedo, ni siquiera a los que matan el cuerpo. El Señor está y va con nosotros; Él quiere continuar realizando su obra salvadora por medio nuestro. Dejemos que el Espíritu de Dios nos posea, y que sea Él el que, por medio nuestro, lleve a cabo su obra de salvación en el mundo.

Estemos siempre dispuestos a escuchar la Palabra de Dios, y a ponernos en camino para continuar la obra de salvación, que Dios ha iniciado entre nosotros por medio de su Hijo, nacido de María Virgen, para conducirnos al Padre. Esa es la misma misión de la Iglesia. Ojalá y la vivamos con toda la seriedad que requiere una fe verdadera, depositada en Cristo.

Homiliacatolica.com