miércoles, 29 de junio de 2011

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”

¡Amor y paz!

En esta fecha, tan tradicional en el calendario litúrgico, la Iglesia entera vuelve sus ojos hacia los dos apóstoles que son columnas de la Iglesia. Celebrar a San Pedro y a San Pablo es reconocer que nuestra fe está fundamentada en ellos.

También en este día la Iglesia católica vuelve sus ojos y su corazón hacia el nuevo Pedro, que es el Papa de Roma, Benedicto XVI, que continúa el ministerio apostólico de confirmar en la fe a los hermanos (Andrés Pardo).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles en que la Iglesia celebra la solemnidad de los apóstoles san Pedro y San Pablo.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Mateo 16,13-19.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 
Comentario

La Iglesia celebra la fiesta de San Pedro y de San Pablo, fiesta que nos remonta a los orígenes del cristianismo y al inicio de la predicación de los que recibieron la tradición más original de Jesús de Nazaret.

Pensar en Pedro es pensar en el Apóstol que confesó dentro del grupo de los doce a Jesús como el Cristo Hijo de Dios vivo. Pero también es pensar en el discípulo de la negación. Pedro encarna al apóstol que amó a Jesús con un amor de amigos, con el philéo, "te quiero" y no con un amor de causa, agapáo, "te amo". Pedro es el proclamador del evangelio en el mundo judío, un mundo difícil para ese anuncio, ya que la tradición judía estaba muy arraigada en la vida del pueblo escogido, y no aceptaron en su mayor parte la predicación que Pedro hizo del acontecimiento Jesús el Cristo. Pedro debe ser nuestro ejemplo para confesar a Jesús y volver a él con humildad, a pesar de nuestras negaciones.

Pensar en Pablo es pensar en el Saulo de Tarso, perseguidor de la Iglesia y asesino de cristianos. Pablo, llamado por el mismo Jesús después de su resurrección asume el reto y anuncia al mundo no judío el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Gracias a la misericordia de Dios que tuvo con él al llamarlo a la vida verdadera y gracias a su compromiso con la predicación a tiempo y a destiempo, el cristianismo se extendió y fue conocida la Buena Nueva de la Salvación en los pueblos que no eran judíos. Pablo, el Apóstol de la inclusión de todos los pueblos y de todos los sujetos históricos en el amor de Dios, es testimonio para la Iglesia en general para que tengamos la valentía de aceptar a todos los que desean ser fieles al plan de Dios para que se desarrollen integralmente dentro de nuestras comunidades.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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