¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la 5ª
semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos bendice...
Evangelio según San
Marcos 7,24-30.
Después Jesús partió de
allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo
supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba
poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta
mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su
hija al demonio. Él le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no
está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros". Pero
ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la
mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos". Entonces él le dijo:
"A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu
hija". Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y
liberada del demonio.
Comentario
La fe de la Cananea
“¡Oh mujer, grande es tu
fe! Que sea como deseas” (Mt 15,28). Sí, la Cananea posee una fe muy grande. No
conociendo ni los profetas antiguos, ni los recientes milagros del Señor, ni
sus mandatos ni sus promesas, y más aún, siendo rechazada por él, persevera en
su petición y no cesa de llamar cerca de aquél cuyo renombre le había dado a
entender que era el Salvador. Por eso su petición es escuchada de manera
notoria... Cuando uno de nosotros tiene la conciencia mancillada por el
egoísmo, el orgullo, la vanagloria, el desdén, la cólera, la envidia o
cualquier otro vicio; tiene, igual que esta mujer de Canaán” una hija
cruelmente atormentada por un demonio”. Que corra a suplicar al Señor que le cure...
Que lo haga con humilde
sumisión; que no se juzgue digno de compartir la suerte de las ovejas de
Israel, es decir, de las almas puras, y se considere indigno de las recompensas
del cielo. Y, sin embargo, que la desesperanza no le conduzca a dejar su insistente
plegaria, sino que su corazón tenga una confianza inquebrantable en la bondad
inmensa del Señor. Porque el que ha podido hacer del buen ladrón un confesor
(Lc 23,39s), del perseguidor un apóstol (Hech 9) y de simples piedras hijos de
Adán (Mt 3,9), es capaz de transformar un perrito en oveja de Israel.
(San Beda el Venerable (c.
673-735)
monje benedictino, doctor
de la Iglesia
Homilías sobre los
Evangelios I, 22: CCL 122, 156-160; PL 94, 102-105)
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