¡Amor y paz!
El Evangelio nos habla hoy de la escogencia de los doce apóstoles. En la historia de la Iglesia y de la humanidad los doce tienen lugar preferente, porque son piedras vivas, testigos excepcionales, primeros en seguir el proceso de elección, maduración, efusión del Espíritu a favor de todos los redimidos.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes en que celebramos la fiesta de los apóstoles San Simón y San Judas Tadeo.
El Evangelio nos habla hoy de la escogencia de los doce apóstoles. En la historia de la Iglesia y de la humanidad los doce tienen lugar preferente, porque son piedras vivas, testigos excepcionales, primeros en seguir el proceso de elección, maduración, efusión del Espíritu a favor de todos los redimidos.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes en que celebramos la fiesta de los apóstoles San Simón y San Judas Tadeo.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,12-19.
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Comentario
La elección de los Doce no se hace a la ligera, sino que viene precedida de una prolongada oración de Jesús, dialogando con Dios sobre cuál sería la respuesta más en consonancia con el rechazo de que había sido objeto por parte de los dirigentes de Israel: " En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios " (6,12).
Literalmente se habla de una salida/éxodo de Jesús en dirección al monte, y se subraya la oración ininterrumpida que elevó a Dios en aquel lugar. Lucas hace referencia a la oración de Jesús en los momentos más decisivos de su vida.
La "noche" es indicio de la perplejidad que lo invade; el "monte", hacia el cual ha "salido" él solo (desde allí convocará a los discípulos), expresa en términos figurados el lugar/estado anímico más adecuado para un encuentro con Dios, mientras que la "oración" es medio de clarificación, a fin de que Dios dé luz verde al cambio de planes que se ve obligado a introducir.
"Cuando se hizo de día", indicio de que la oración ha obtenido resultados positivos -no se pueden tomar decisiones mientras a uno lo envuelve la tiniebla-, "llamó a sus discípulos, eligió a doce de ellos y los nombró apóstoles" (6,13). La correlación "noche/día" no se ha de interpretar necesariamente de una noche/día puntuales: podría muy bien hacer referencia a un periodo de tiempo más o menos largo, durante el cual Jesús quedó sumido en la más profunda perplejidad al sentirse rechazado por sus connacionales.
Doce apóstoles: un grupo abierto
La elección de los "doce" tiene como función dar una nueva configuración al grupo de discípulos israelitas (6, 13b): "Llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos", es decir, los escogió entre los miembros del grupo israelita, el más ortodoxo, para que representaran el nuevo Israel. Jesús, sin embargo, pretende desde un principio que el rasgo distintivo y más específico del nuevo grupo sea la misión: "los nombró apóstoles", es decir, "enviados" o "misioneros" (6, 13c). No quiere crear un grupo cerrado sobre sí mismo, al estilo de las comunidades bautistas, esenias o fariseas (cf. 5,33-35), sino un grupo abierto que invite a todos a formar parte de él.
Con la elección del nuevo Israel, Jesús da por definitivamente caducado el antiguo Israel. Los doce nombres propios están todos unidos por la conjunción "y", sin establecer ninguna jerarquía ni grupúsculo en el interior del grupo. Hay dos "Simones": uno, "al que Jesús dio el nombre de Pedro" por su proverbial terquedad en la defensa de las propias opiniones ("Kepha", arameo; "Petros", griego; "Piedra", castellano; diverso de "So'ar", arameo; "Petra", griego; "Roca", castellano), y otro, "el llamado Fanático" ("Kananaios", Mc 3,18; Mt 10,2, arameo; "zelotes", griego), simpatizante del movimiento de resistencia judía contra los romanos; igualmente, hay dos "Judas": "el de Santiago" y "el Iscariote, que llegó a ser un traidor". La homonimia relaciona íntimamente estas dos parejas: la presencia de dos "Judas" en la lista lucana anticipa que no todo el judaísmo (por derivación de "Judas") "traicionará" al Mesías. Además, el primero y el último de la lista engloban a todos los demás: las negaciones de "Pedro" y la traición de "Judas" afectarán de una u otra manera a todo el grupo. En la presentación del nuevo Israel, Lucas deja ya entrever que éste resultará un fracaso.
Jesús no los hizo pasar por el cedazo al llamarlos (léase noviciado, tiempo de prueba, etc.), ni ha escogido de entre ellos a los más religiosos y sumisos. Aquí hay de todo, como representación que son de la sociedad israelita. No los ha escogido en calidad de doce líderes de la nueva comunidad, sino para que proclamen con su comportamiento la alternativa de sociedad que quiere proponer a Israel, primero, y, por extensión, a toda la humanidad. No les da -ni les dará jamás- regla alguna: Los escoge para enviarlos a proclamar la buena noticia que hasta ahora encarnaba él solo. Cuando los Once voten a Matías como duodécimo miembro del colegio apostólico, sin contar con el discernimiento que les habría deparado el Espíritu (si hubiesen esperado la fiesta inminente de Pentecostés, no lo habrían hecho), restaurarán la materialidad del grupo truncada por la defección de Judas (Hch 1,15-26), pero este nuevo Israel de imitación no secundará el empuje del Espíritu Santo a predicar la buena noticia por todo el mundo y se encerrará en el pueblo judío.
La apertura al paganismo la encauzará Pedro mucho más tarde, no sin resistirse antes, con todas sus fuerzas, en representación de los "apóstoles".
Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991.
Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991.
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