¡Amor
y paz!
Para
algunos, seguir a Jesús se convierte en
un sacrificio muy grande, una enorme carga que hay que llevar a la espalda. La
causa está en que no saben el invaluable tesoro que significa el Reino de Dios, por
el cual realizan ese seguimiento. Jesús nos invita hoy a valorar el Reino de
los Cielos. Sólo entonces nuestra alegría será incomparable y el seguimiento gozoso.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este
miércoles de la XVII Semana del Tiempo Ordinario.
Dios
los bendiga.,..
Evangelio
según San Mateo 13,44-46.
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Comentario
Las
parábolas muestran la actitud de quienes descubren el valor del Reino. En la
primera el Reino no es algo obvio. Es un tesoro escondido que sobresalta a
quien lo encuentra. La persona que descubre el Reino de Dios, en Jesús y en su
Palabra, se siente conmovido por esta experiencia. La ve como una verdadera
fortuna por la cual es necesario darlo todo. En la segunda, se trata de un
comerciante que busca perlas finas hasta que encuentra la definitiva.
Estas
actitudes identifican dos grupos de personas. Unas que accidentalmente
tropiezan con Jesús y su Palabra y descubren su valor. A estas personas las
sobrecoge la alegría porque no esperaban nada, sin embargo, Dios les ha salido
al encuentro. Su existencia a partir de ese momento estará iluminada por una
nueva luz. Otras personas, están en el afán de buscar un valor que dé
significado a su vida. Si ven la trascendencia del mensaje de Jesús descubrirán
lo que estaban buscando. A sus manos ha llegado algo que transformará su
existencia. De ahí en adelante, percibirán toda su vida como un camino que los
ha conducido al lugar adecuado.
A
nuestro pueblo le ha ocurrido como a la persona que descubrió el tesoro. El
pueblo duró muchos años sin poder acceder a la Palabra de Dios. La veía,
recibía y aprendía siempre de forma indirecta. La alegría ha sido inmensa ahora
que la tiene en sus manos. Pone en ella toda su esperanza y han dado todo para
llegar a conocerla. La Biblia ha transformado su vida y la de las comunidades
cristianas: se han enriquecido con un tesoro inagotable. El pueblo sabe lo que
tiene y, por eso, la Palabra va a quedar siempre en sus manos.
Servicio Bíblico Latinoamericano