¡Amor y paz!
Un Simón balbuciente, hijo de Jonás, se
convierte, por el encuentro profundo con el «Hijo de Dios
vivo» en un Pedro seguro y firme confesor: “Tú eres el Mesías”. Así es piedra-cimiento de la Iglesia.
Cuando
contemplo la imagen de Pedro en los evangelios, pienso que mis rudezas también pueden irse transformando, a medida que avance con profundidad
mi encuentro con el “Hijo de Dios
vivo”.
Los invito,
hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado en que celebramos la Fiesta de la Cátedra del apóstol San Pedro.
Dios los
bendiga…
Evangelio según San Mateo 16,13-19.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Comentario
Hace una semana
se sentó a mi lado en el autobús un hombre que me recordó a Pedro, con
todos los respetos a su Cátedra. Mediana
estatura, poblado bigote y barba de varias semanas. Sucio, mal vestido y mal
oliente. Poco culto y con mucha experiencia. Un tanto rudo al hablar, pero
manteniendo la corrección. Espontáneo, franco y confiado.
Espontaneidad,
franqueza, confianza. Tres rasgos que hacen del Simón que se encuentra con Cristo, el Pedro de la fe. Tres actitudes
que tienen que acompañar mi proceso
de profundización en el
descubrimiento-encuentro con el “Hijo de Dios
vivo”. Tres cualidades que ayudan a crecer a la
Iglesia cimentada en la roca del Apóstol.
La confesión de Pedro, espontánea- franca-
confiada, construye Iglesia. Y, de buena gana, podemos hacerla crecer con esa
misma frescura que viene del Espíritu y que no
nos revela nadie de carne y hueso.
Hoy, además, a quienes tenemos encomendado algún rebaño, se nos invita a renovar nuestra generosidad y familiaridad con él. Una oportunidad que podemos aprovechar también otros días. Nos vendrá bien a todos.
Luis Ángel de las Heras, cmf