jueves, 16 de mayo de 2013

Trabajemos por unir y no por dividir más a los cristianos

¡Amor y paz!

Una de las armas del demonio es la división porque, como dice una frase famosa, atribuida a personajes como Julio César o a Nicolás Maquiavelo, ‘divide et impera’ (divide y reinarás). De tal manera, los cristianos, o los que se dicen serlo, pelean unos contra otros por tener el monopolio de la verdad. Entre tanto, el ser humano se aleja más de Dios y las fuerzas del mal lo dominan.

Ante esto, y hablando no sólo de los discípulos que tenía en su época, sino de los que vendrían en el futuro, Jesús finaliza su ‘oración sacerdotal’ rogando al Padre por todos ellos: “Que ellos también sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti”.

El beato Papa Juan Pablo II clamó por la unidad de los cristianos y dijo: “Si los cristianos, a pesar de sus divisiones, saben unirse cada vez más en oración común en torno a Cristo, crecerá en ellos la conciencia de que es menos lo que los divide que lo que los une” (Encíclica “Ut unum sint”, 22-23 (trad. copyright © Librería Editrice Vaticana.)

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la VII Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 17,20-26.
No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra. Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la Gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Así alcanzarán la perfección en la unidad, y el mundo conocerá que tú me has enviado y que yo los he amado a ellos como tú me amas a mí. Padre, ya que me los has dado, quiero que estén conmigo donde yo estoy y que contemplen la Gloria que tú ya me das, porque me amabas antes que comenzara el mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocía, y éstos a su vez han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amas esté en ellos y también yo esté en ellos.»
Comentario

He aquí las últimas palabras de la plegaria de Jesús...

-Pero no ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mí por su palabra.
Así, pues Señor Jesús, Tú has rogado por mí...

En este instante, y no solamente en éste, Jesús ha vislumbrado todo el inmenso desarrollo de su obra... Veía las multitudes humanas que creerían en El... preveía la Iglesia.

Y ¿cuál era su plegaria para esta Iglesia, para los innumerables creyentes? Corazón inmenso de Jesús, corazón universal...

-Que todos sean "uno", como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, para que el mundo crea que Tú me has enviado...

Esta es la última plegaria de Jesús antes de entrar en su Pasión: es la intención principal por la que ofrecerá el sacrificio de su vida... es la que lleva más en el corazón... es, por así decir, su testamento.

-Que todos sean uno...

Ser uno.

Entre muchos, no hacer más que uno.

-Como Tú estás en mí y Yo en ti..

Nada más profundo que este amor... el de Dios.

El amor de los cristianos tiene por modelo el amor mismo de Dios. Esta es la unidad por la que Jesús dio su vida.

¡Cuán lejos estamos de ella, en nuestras Iglesias, entre las Iglesias, en nuestras comunidades, entre nuestras comunidades, en nuestros grupos y nuestras clases sociales, y entre nuestros grupos y nuestras clases sociales!

-Para que el mundo crea...

Es la unidad, es el amor el que es misionero y el que conduce a la Fe. Es la unidad la que evangeliza. Ved como se aman, debería poder decirse de todos los que tienen fe, de tal manera que esta fe llegara a ser atrayente.

¡Haz que seamos "uno", Señor! Esto supone muchas renuncias a nuestras suficiencias, nuestros orgullos, nuestros egoísmos.

En mi vida tal como es, con las personas, tal como son, ¿qué sacrificio estoy dispuesto a hacer, con Jesús, para que esta plegaria suya se realice?

-Así conocerá el mundo que tú me enviaste y que los amaste como me amaste a mí. El mundo no te ha conocido, oh Padre; pero Yo te conocí, les di a conocer tu nombre y se lo haré conocer todavía.

Palabras inolvidables. Participación misteriosa. Comunicación, por parte de Jesús de todo lo que de mejor tiene.

-Para que el amor con que tú me has amado, esté en ellos y Yo en ellos...
Con estas palabras se extingue la plegaria de Jesús, por lo menos en el relato de san Juan. Podemos pensar que Jesús mantuvo pensamientos semejantes durante las últimas horas de su vida humana. Podemos pensar que continúa en el cielo, esta intercesión.

Es la gran cumbre del evangelio, es la gran "buena nueva": el amor mismo de Dios, el amor trinitario, con el que el Padre ama al Hijo, el amor absoluto e infinito de Dios, participado a los creyentes. Lo que está trabajando en el corazón de la humanidad es esto: Ia relación de amor perfecto que une a las personas divinas.

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 1
Evang. de Adviento a Pentecostés
Edit. Claret/Barcelona 1984.Pág. 256 s.