martes, 11 de agosto de 2009

¿QUIÉN ES EL MÁS GRANDE A LOS OJOS DE DIOS?

¡Amor y paz!

Al igual que los extranjeros, los enfermos y las mujeres, los niños eran menospreciados en la época de Jesús. Pero yéndose en contracorriente, Él los acoge y los pone como ejemplo de lo que es el ideal del discípulo.

Así debió entenderlo santa Clara de Asís, cuya fiesta celebramos este martes de la 19ª. semana del tiempo ordinario, quien renunció a las riquezas y comodidades del mundo y se dedicó a una vida de oración, penitencia y servicio al prójimo.

Dios los bendiga…


Mateo 18,1-5.10.12-14.

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.

REFLEXIÓN

a) El capítulo 18 de san Mateo, que leemos desde hoy al jueves, nos propone el cuarto de los cinco discursos en que el evangelista organiza las enseñanzas de Jesús. Esta vez, sobre la vida de la comunidad. Por eso se le llama «discurso eclesial» o «comunitario».

La primera perspectiva se refiere a quién es el más importante en esta comunidad. Es una pregunta típica de aquellos discípulos, todavía poco maduros y que no han penetrado en las intenciones de Jesús. La respuesta, seguramente, los dejó perplejos.

El más importante no va a ser ni el que más sabe ni el más dotado de cualidades humanas: «llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino». ¿Un niño el más importante?

La parábola de las cien ovejas y de la que se descarría parece que hay que interpretarla aquí en la misma línea que lo del niño: cada oveja, por pequeña y pecadora que parezca, comparada con todo el rebaño, es preciosa a los ojos de Dios: él no quiere que se pierda ni una.

b) Nos convenía la lección, si somos de los que andan buscando los primeros lugares y creen que los valores que más califican a un seguidor de Jesús son la ciencia o las dotes de liderazgo o el prestigio humano.

Hacerse como niños. Los niños tienen también sus defectos. A veces, son egoístas y caprichosos. Pero lo que parece que vio Jesús en un niño, para ponerlo como modelo, es su pequeñez, su indefensión, su actitud de apertura, porque necesita de los demás. Y, en los tiempos de Cristo, también su condición de marginado en la sociedad.

Hacerse como niños es cambiar de actitud, convertirse, ser sencillos de corazón, abiertos, no demasiado calculadores, ni llenos de sí mismos, sino convencidos de que no podemos nada por nuestras solas fuerzas y necesitamos de Dios. Por insignificantes que nos veamos a nosotros mismos, somos alguien ante los ojos de Dios. Por insignificantes que veamos a alguna persona de las que nos rodean, tiene toda la dignidad de hijo de Dios y debe revestir importancia a nuestros ojos: «Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».

Jesús vino como el Siervo, no como el Triunfador. No vino a ser servido, sino a servir. Nos enseñó a no buscar los primeros lugares en las comidas, sino a ser sencillos de corazón y humildes. Los orgullosos, los autosuficientes como el fariseo que subió al Templo, ni necesitan ni desean la salvación: por eso no la consiguen.

J. ALDAZABALENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 254-258
http://www.mercaba.org/