jueves, 28 de febrero de 2019

Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en
este jueves de la 7a semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

Dios nos bendice…

Texto del Evangelio (Mc 9,41-50):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Todo aquel
que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que
sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen,
mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de
molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si
tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que
entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la
gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión
de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida
que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo
te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con
un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser
arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego
no se apaga; pues todos han de ser salados con fuego. Buena
es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la
sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros».

«Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho
de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su
recompensa»

Palabra del Señor

Comentario

Hoy, el Evangelio proclamado se hace un poco difícil de entender
debido a la dureza de las palabras de Jesús: «Si tu mano te es
ocasión de pecado, córtatela (...). Si tu ojo te es ocasión de pecado,
sácatelo» (Mc 9,43.47). Es que Jesús es muy exigente con aquellos

que somos sus seguidores. Sencillamente, Jesús nos quiere decir
que hemos de saber renunciar a las cosas que nos hacen daño,
aunque sean cosas que nos gusten mucho, pero que pueden ser
motivo de pecado y de vicio. San Gregorio dejará escrito «que no
hemos de desear las cosas que sólo satisfacen las necesidades
materiales y pecaminosas». Jesús exige radicalidad. En otro lugar
del Evangelio también dice: «El que quiera ganar la vida, la perderá,
pero el que la pierda por Mí, la ganará» (Mt 10,39).

Por otro lado, esta exigencia de Jesús quiere ser una exigencia de
amor y de crecimiento. No quedaremos sin su recompensa. Lo que
dará sentido a nuestras cosas ha de ser siempre el amor: hemos de
llegar a saber dar un vaso de agua a quien lo necesita, y no por
ningún interés personal, sino por amor. Tenemos que descubrir a
Jesucristo en los más necesitados y pobres. Jesús sólo denuncia
severamente y condena a los que hacen el mal y escandalizan, a
los que alejan a los más pequeños del bien y de la gracia de Dios.

Finalmente, todos hemos de pasar la prueba de fuego. Es el fuego
de la caridad y del amor que nos purifica de nuestros pecados, para
poder ser la sal que da el buen gusto del amor, del servicio y de la
caridad. En la oración y en la Eucaristía es donde los cristianos
encontramos la fuerza de la fe y del buen gusto de la sal de Cristo.
¡No quedaremos sin recompensa!

Rev. D. Xavier PARÉS i Saltor
(La Seu d'Urgell, Lleida, España)
Evangeli.net