¡Amor y paz!
¿Sabemos leer los signos
de los tiempos, sabemos distinguir la presencia de los profetas y de Jesús
mismo en nuestra vida? ¿Y la aceptamos?
A nuestro alrededor hay
muchos testigos de Dios, hombres y mujeres que nos dan testimonio de Cristo y
de su Evangelio, personas fieles que sin actitudes espectaculares nos están
demostrando que sí es posible vivir según las bienaventuranzas de Cristo. Lo
que pasa es que tal vez no queremos verlas (José Aldazábal).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la II Semana de
Adviento.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 17,10-13.
Entonces los discípulos le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?". El respondió: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre". Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Comentario
En tiempo de Jesús se
esperaba el retorno de Elías. Los escribas se apoyaban en un texto de Malaquías
(3, 23) tomado en un sentido material: "He aquí que envío mi profeta,
Elías, antes de que venga el gran y terrible día del Señor". Estaban convencidos
de que Dios enviaría a Elías antes que su Mesías. Y utilizaban este argumento
para rechazar a Jesús "no puedes ser el Mesías porque Elías no ha
venido".
Jesús les responde:
"en efecto Elías viene a preparar los caminos al Mesías. Pero os lo digo:
"Elías ha venido ya". Es Juan Bautista: no se llamaba Elías, pero ha
cumplido su papel.
"Ha venido revestido
del espíritu y de la virtud de Elías (Lc 1, 17). Ha allanado los senderos y
enderezado los caminos" (Jn 1, 23). Es el que ha señalado con el dedo al "Cordero
de Dios".
"Y no lo
reconocieron, sino que lo trataron a su antojo". En lugar de reconocerle,
han hecho con él todo lo que han querido.
Este es el drama de todos
los tiempos. Juzgamos siempre muy superficialmente. No acertamos a reconocer
los signos que Dios nos da como precursores de su presencia. Hoy, como siempre,
Dios está junto a nosotros, en nuestras vidas y en las vidas de los que nos
rodean. Y pasa desapercibido.
"Así también el Hijo
del hombre va a padecer a manos de ellos". La suerte de Jesús, el Mesías,
está ligada a la suerte del Bautista, el precursor.
La ignorancia del
precursor es ignorancia de Cristo. La muerte del Bautista anuncia y predice la
muerte de Cristo.
Estamos en Adviento y
debemos desear con fuerza la venida de Dios a nosotros y a nuestro mundo, pero
ojo: hay que estar alertas para descubrir los signos que Dios nos envía como
precursores de su venida.
Si desconocemos esos
signos...
Si pisoteamos esos
signos...
Si matamos esos signos...