¡Amor y paz!
Jerusalén ha conocido la
visita salvífica de Dios en Jesús. Pero la ha rechazado. Ya no se le ofrece
otra oportunidad. Ya sólo queda que se manifiesten las consecuencias de este
rechazo, ya sólo queda la destrucción como herencia. Jesús llora por su ciudad.
Son lágrimas de compasión. Y lágrimas de impotencia. Ha hecho todo lo posible
por la paz de la ciudad (cf. 13. 34-35).
El poder de Dios se ha
hecho amor y debilidad en Jesús. Pero ese poder ha chocado contra la dureza del
corazón humano. Dios prefiere "llorar de impotencia en Jesús antes que
privar al hombre de su libertad" (Stöger). Este llanto es todavía
llamamiento, aunque inútil también, a la conversión. Aceptar a Jesús es el
camino para la paz. Rechazarlo es la ruina. Sólo en él está la salvación (cf.
Hch 4. 12). (Comentarios Bíblicos-5.Pág.
568).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XXXIII Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".
Comentario
a) Jesús lloró una vez por
la muerte de su amigo Lázaro. Hoy nos lo describe Lucas llorando por Jerusalén,
previendo su ruina. Después del largo camino desde Galilea a la capital, en vez
de prorrumpir en cantos de gozo -"¡qué alegría cuando me dijeron, vamos a
la casa del Señor!"-, a Jesús se le saltan las lágrimas.
Su ciudad preferida no ha
sabido "comprender en este día lo que conduce a la paz", "no
reconociste el momento de mi venida", y no sabe que se acerca la gran
desgracia. La destrucción que, en efecto, le acarrearon las tropas de Vespasiano
y Tito el año 70.
b) ¿Qué resumen podría
hacer Jesús de nuestra historia? ¿Tendría que lamentarse porque tampoco
nosotros hemos "reconocido el momento de su venida"? ¿O nos alabaría
porque le hemos sido fieles?
Todos podríamos aprovechar
mejor las gracias que nos concede Dios. Ayer se nos decía lo de las monedas de
oro que deben producir beneficios. Hoy se nos pone delante, para escarmiento,
la imagen de un pueblo que no ha sabido abrir los ojos y comprender el momento
de la gracia de Dios.
Dentro de pocos días
iniciaremos un nuevo año con el Adviento. Una y otra vez se nos dirá que hemos
de estar vigilantes, porque Dios viene continuamente a nuestras vidas, y es una
pena que nos encuentre dormidos, bloqueados por preocupaciones sin importancia,
distraídos en valores que no son decisivos.
¿Dejaremos escapar tantas
oportunidades como nos pone Dios en nuestro camino, oportunidades que nos
traerían la verdadera felicidad? No pensemos tanto en si Jesús lloraría hoy por
la situación de nuestro mundo. Pensemos más bien en si cada uno de nosotros le
estamos correspondiendo como él quisiera, o le estamos defraudando.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 302-306
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 302-306