¡Amor y paz!
Hacer el bien a quien
puede recompensarnos, amar a quien nos ama; regalar bien a quien nos hace
regalos mejores, ¿qué mérito tiene? Pero tratar bien a quien nos trata mal o
simplemente ni nos mira, esa ya es una forma cristiana de actuar.
Interpreta muy bien Santa
Teresa del Niño Jesús el sentido del Evangelio que la iglesia proclama en las
Eucaristías, en este lunes de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 14,12-14.
Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".
Comentario
He observado (y es
muy natural) que las hermanas más santas son también las [28rº] más queridas.
Se busca su conversación, se les hacen favores sin que los pidan… Por el
contrario, a las almas imperfectas no se las busca; se las trata, ciertamente,
conforme a las reglas de la educación religiosa; pero, por miedo a decirles
alguna palabra menos delicada, se evita su compañía…
Y ésta es la conclusión
que yo saco: en la recreación y en la licencia, debo buscar la compañía de las
hermanas que peor me caen y desempeñar con esas almas heridas el oficio de buen
samaritano.
Una palabra, una sonrisa
amable, bastan muchas veces para alegrar a un alma triste. Pero no quiero en
modo alguno practicar la caridad con este fin, pues sé muy bien que pronto
cedería al desaliento: una palabra dicha con la mejor intención puede ser
interpretada completamente al revés.
Por eso, para no perder el tiempo, quiero ser amable con todas [28vº] (y especialmente con las hermanas menos amables) por agradar a Jesús y seguir el consejo que él da en el Evangelio, poco más o menos en estos términos: “Cuando des un banquete, no invites a tus parientes ni a tus amigos, porque corresponderán invitándote y así quedarás pagado. Invita a pobres, cojos, paralíticos; dichoso tú, porque no pueden pagarte: tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”. ¿Y qué banquete puede ofrecer una carmelita a sus hermanas sino un banquete espiritual compuesto de caridad atenta y gozosa?
Por eso, para no perder el tiempo, quiero ser amable con todas [28vº] (y especialmente con las hermanas menos amables) por agradar a Jesús y seguir el consejo que él da en el Evangelio, poco más o menos en estos términos: “Cuando des un banquete, no invites a tus parientes ni a tus amigos, porque corresponderán invitándote y así quedarás pagado. Invita a pobres, cojos, paralíticos; dichoso tú, porque no pueden pagarte: tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”. ¿Y qué banquete puede ofrecer una carmelita a sus hermanas sino un banquete espiritual compuesto de caridad atenta y gozosa?
Yo
no conozco ningún otro, y quiero imitar a san Pablo, que se alegraba con los
que estaban alegres. Es cierto que también lloraba con los tristes, y que las
lágrimas han de aparecer también algunas veces en el banquete que yo quiero
servir; pero siempre intentaré que al final esas lágrimas se conviertan en
alegría, pues el Señor ama a los que dan con alegría.
(Referencias
Bíblicas: Lc 10,33; Lc 14,12-14; Mt 6,4-5; Rm 12,15; Jn 16,20; 2Co 9,7)
Santa
Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia Manuscrito autobiográfico C, 28 r°-v°
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