viernes, 18 de noviembre de 2011

El culto no debe ser medio de explotación mercantil


¡Amor y paz!

Jesús ha dejado clara la separación que debe haber entre lo que es del César y lo que es de Dios (Mt 22, 15-21). Claro deber quedar también que la piedad y el culto no deben ser el medio para hacer explotación mercantil.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,  diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.
Comentario

Las peregrinaciones anuales a Jerusalén se habían convertido en una importante fuente de comercio. Muchos israelitas acudían con sus animales durante la pascua para ofrecer un sacrificio a Dios. El templo, a la vez exigía que todos los aportes y transacciones se hicieran con la moneda judía, no recibían moneda extrajera. Por tal motivo, alrededor del templo, especialmente en la plaza de los gentiles, se había organizado un intenso comercio en torno al cambio de moneda romana por moneda judía y a la compra y venta de animales sacrificiales.

Cuando Jesús llegó a Jerusalén, se dio cuenta de la deshonestidad de los cambistas, del negocio que se había montado con la piedad israelita. "Los mercaderes se aprovechaban de las demandas de animales puros para los sacrificios, elevando los precios de manera exorbitante". Esta situación era totalmente contraria al propósito que tenía el templo: estaba para servir de lugar de culto al Dios vivo, en cambio, se había convertido en lugar de explotación mercantil de la piedad popular. Tamaña contradicción encolerizó a Jesús que, en compañía de sus discípulos, emprendió la expulsión de los mercaderes.

A partir de esta acción, Jesús se convirtió en una figura popular, con cierto reconocimiento a nivel nacional. Pero su interés no era provocar una trifulca inmanejable, sino precisamente advertir al pueblo sobre el peligro evidente de una piedad afianzada exclusivamente en el templo y la seguridad de los muros de Jerusalén. Por esta razón, las acciones que siguieron a este evento se encaminaron a la ayuda de los necesitados y a la enseñanza a las multitudes.

Hoy asistimos a un crecimiento vertiginoso de los nuevos movimientos religiosos. No pocos de éstos tienen como fin, de hecho, el comercio con la buena fe de sus adeptos. Por eso exigen diezmos, ofrendas y donaciones obligatorias. Ha habido casos elocuentes que han saltado a los medios de comunicación. Otros muchos, dan culto a las ideas del capitalismo, explícita o implícitamente; intentan convertir el eficacismo y la adicción al trabajo en la nueva religión de la humanidad.

Sin embargo, Jesús nos sale al paso y nos llama a hacer de nuestras comunidades y de nuestras vidas un lugar de culto al Dios de la Vida. En la medida que demos un "sí" decidido al Dios verdadero -Dios de la Vida-, combatiremos los tentáculos del dios del dinero.

Servicio Bíblico Latinoamericano