martes, 4 de agosto de 2020

«Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo»



¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este martes de la 18ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

Dios nos bendice...

 

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías 30, 1-2. 12b-15. 18-22

Palabras que recibió Jeremías de parte del Señor:
«Esto dice el Señor, Dios de Israel:
“Escribe en un libro todas las palabras que he dicho:
Tu fractura es incurable,
tu herida está infectada;
tu haga no tiene remedio,
no hay medicina que la cierre.
Tus amantes te han olvidado,
ya no preguntan por ti,
pues te herí como un enemigo,
te di un escarmiento cruel.
Y todo por tus muchos crímenes,
por la gran cantidad de tus pecados.
¿Por qué gritas por tu herida?
Tu haga es incurable.
Por tantos y tantos crímenes,
por todos tus numerosos pecados
te he tratado de ese modo”.
Pero esto dice el Señor:
“Cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob,
voy a compadecerme de sus moradas;
reconstruirán la ciudad sobre sus ruinas,
su palacio se asentará en su puesto.
De allí saldrán alabanzas,
voces con aire de fiesta.
Haré que crezcan y no mengüen,
que sea reconocida su importancia,
que no sean despreciados.
Serán sus hijos como antaño,
su asamblea, estable en mi presencia;
yo castigaré a sus opresores.
De entre ellos surgirá un príncipe,
su gobernante saldrá de entre ellos;
lo acercaré y estará junto a mí,
pues ¿quién arriesgaría su vida
por ponerse cerca de mí?
—oráculo del Señor—.
Y vosotros seréis mí pueblo
y yo seré vuestro Dios”».

 

Salmo

Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23 R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria.

Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sion,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.
Para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R/.

 

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 1-2. 13-14

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén y le preguntaron:
«¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?».
Y, llamando a la gente, les dijo:
«Escuchad y entended: no mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre».
Se acercaron los discípulos y le dijeron:
«¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte?».
Respondió él:

«La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».

Reflexión del Evangelio

Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios

Los planes de Dios se cumplen y el pueblo ha de pasar por zonas oscuras donde quedan patentes sus infidelidades. También sus consecuencias.
Esta lectura de Jeremías tiene dos partes. Una nos manifiesta la realidad del sufrimiento. El exilio y la dominación extranjera han convertido al pueblo en sujeto de dolor, de abandono, con el que ellos se han encontrado como fruto de su infidelidad. La consecuencia es un “dolor incurable”.
La otra nos cuenta cómo de esa experiencia dolorosa surge la llamada a volver a Yahvé que es quien asegura su restauración. Y ahí hallan la compasión del Señor. Ahí nace, también, un nuevo modo de entender la vida, donde resalta la alegría del reencuentro. Así se recupera, una vez más, la relación de Dios con su pueblo. Una relación que refleja el orden y la alegría que significan la vuelta a una relación que la debilidad de los hombres rompe. Y en ese momento es Dios el que proclama una nueva forma de vida donde Él recupera el papel que anteriormente ha quedado borrado por un comportamiento inadecuado de su pueblo.
Las palabras con las que se cierra la lectura son expresión de una nueva etapa en el camino del pueblo: “Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”.
Es la renovación de la alianza, tantas veces rota por el pueblo. Una alianza que significa unidad del pueblo ante su Señor.

Dejadlos; son ciegos guías de ciegos

La vivencia de nuestra fe ha de evitar dos extremos. Por una parte, la actitud de quien vive un rigorismo donde se pone el acento en las formas, los ritos. El “cumplir por cumplir”, olvidando el espíritu del evangelio. Por otra parte, está la de quienes viven su fe desde una anarquía donde no cabe ninguna forma, ninguna ley. Entre estos extremos está la vivencia equilibrada de la fe.
Jesús nos recuerda hoy que vivir para “cumplir” ritos, costumbres, tradiciones, dejando de lado el espíritu, trae como consecuencia una vida seca, raquítica.
El contexto es, una vez más, el enfrentamiento con los “fariseos y algunos maestros de ley venidos de Jerusalén”. El origen de la polémica está en el hecho de que los discípulos no practiquen las abluciones rituales. Jesús ahonda en lo que suele haber detrás de muchas posturas de estos “entendidos” de la ley. Han sustituido el mandato del Señor por costumbres y tradiciones humanas, que, con frecuencia, dejan de lado el espíritu que debe estar más allá de esas costumbres.
La actitud de Jesús es la de quien ha venido a poner orden en la relación con Dios. Y en esa relación lo que ha de primar es la interioridad de las personas; ese núcleo donde predomina la verdad de lo que realmente somos. Desde ahí han de surgir los gestos, los ritos, que vienen a expresar lo que hay de verdad en las personas. Ahí comienza la verdadera actitud religiosa del cristiano, del interior. Las formas, aunque importantes, ocupan siempre un segundo lugar porque son solo eso: formas, maneras de expresar lo que hay en el corazón.
En este mundo nuestro tan crítico con lo religioso es bueno no perder de vista esta realidad. Los hombres deben ver en nosotros fidelidad a lo importante, sin convertir lo secundario en lo fundamental.

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

Libro de Jeremías 30,1-2.12-15.18-22.

Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos:
Así habla el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dirigido,
Porque así habla el Señor: ¡Tu herida es incurable, irremediable tu llaga!
Nadie defiende tu causa, no hay remedio para tu herida, tú ya no tienes cura.
Todos tus amantes te han olvidado, no se interesan por ti. Porque yo te he golpeado como golpea un enemigo, con un castigo cruel, a causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves.
¿Por qué gritas a causa de tu herida, de tu dolor incurable? A causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves, yo te hice todo esto.
Así habla el Señor: Sí, yo cambiaré la suerte de las carpas del Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar.
De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes. Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados.
Sus hijos serán como en los tiempos antiguos, su comunidad será estable ante mí y yo castigaré a todos sus opresores.
Su jefe será uno de ellos y de en medio de ellos saldrá su soberano. Yo lo haré acercarse, y él avanzará hacia mí, porque si no, ¿quién se atrevería a avanzar hacia mí? -oráculo del Señor-
Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.

Libro de Jeremías 28,1-17.

Aquel mismo año, al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá, el cuarto año, en el quinto mes, Ananías, hijo de Azur, que era un profeta de Gabaón, me habló así en la Casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:
"Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Yo he quebrado el yugo del rey de Babilonia!
Dentro de dos años, devolveré a este lugar los objetos de la Casa del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, sacó de este lugar y se llevó a Babilonia.
Y también a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que fueron a Babilonia, los haré volver a este lugar -oráculo del Señor- cuando yo quiebre el yugo del rey de Babilonia".
Entonces el profeta Jeremías se dirigió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, que estaban de pie en la Casa del Señor,
y el profeta Jeremías dijo: "¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tus palabras, las que tú has profetizado, haciendo volver los objetos de la Casa del Señor y a todos los deportados, de Babilonia a este lugar.
Sin embargo, escucha bien esta palabra que yo digo a tus oídos, y a los oídos de todo el pueblo:
Los profetas que nos han precedido desde siempre, a mí y a ti, profetizaron la guerra, el hambre y la peste a numerosos países y contra grandes reinos.
Pero si un profeta profetiza la paz, sólo cuando se cumple la palabra de ese profeta, él es reconocido como profeta verdaderamente enviado por el Señor ".
El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró.
Luego dijo, en presencia de todo el pueblo: "Así habla el Señor: De esta misma manera, dentro de dos años, yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está encima del cuello de todas las naciones". Y el profeta Jeremías se fue por su camino.
Después que el profeta Ananías quebró la barra que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, la palabra del Señor llegó a Jeremías, en estos términos:
"Ve a decirle a Ananías: Así habla el Señor: Tú has quebrado barras de madera, pero yo pondré en lugar de ellas barras de hierro.
Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas lo servirán; hasta los animales del campo se los he dado".
El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: "¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira.
Por eso, así habla el Señor: Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor ".
El profeta Ananías murió ese mismo año, en el séptimo mes.

 

lunes, 3 de agosto de 2020

"Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y a meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este lunes de la 18ª semana del tiempo ordinario, ciclo A.

Dios nos bendice...

Lunes de la decimoctava semana del Tiempo Ordinario

Libro de Jeremías 28,1-17.

Aquel mismo año, al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá, el cuarto año, en el quinto mes, Ananías, hijo de Azur, que era un profeta de Gabaón, me habló así en la Casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:
"Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Yo he quebrado el yugo del rey de Babilonia!
Dentro de dos años, devolveré a este lugar los objetos de la Casa del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, sacó de este lugar y se llevó a Babilonia.
Y también a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que fueron a Babilonia, los haré volver a este lugar -oráculo del Señor- cuando yo quiebre el yugo del rey de Babilonia".
Entonces el profeta Jeremías se dirigió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, que estaban de pie en la Casa del Señor,
y el profeta Jeremías dijo: "¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tus palabras, las que tú has profetizado, haciendo volver los objetos de la Casa del Señor y a todos los deportados, de Babilonia a este lugar.
Sin embargo, escucha bien esta palabra que yo digo a tus oídos, y a los oídos de todo el pueblo:
Los profetas que nos han precedido desde siempre, a mí y a ti, profetizaron la guerra, el hambre y la peste a numerosos países y contra grandes reinos.
Pero si un profeta profetiza la paz, sólo cuando se cumple la palabra de ese profeta, él es reconocido como profeta verdaderamente enviado por el Señor ".
El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró.
Luego dijo, en presencia de todo el pueblo: "Así habla el Señor: De esta misma manera, dentro de dos años, yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está encima del cuello de todas las naciones". Y el profeta Jeremías se fue por su camino.
Después que el profeta Ananías quebró la barra que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, la palabra del Señor llegó a Jeremías, en estos términos:
"Ve a decirle a Ananías: Así habla el Señor: Tú has quebrado barras de madera, pero yo pondré en lugar de ellas barras de hierro.
Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas lo servirán; hasta los animales del campo se los he dado".
El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: "¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira.
Por eso, así habla el Señor: Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor ".
El profeta Ananías murió ese mismo año, en el séptimo mes.

Salmo 119(118),29.43.79.80.95.102.

Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.
No quites de mi boca la palabra verdadera,
porque puse mi esperanza en tus juicios.

Que se vuelvan hacia mí tus fieles;
los que tienen en cuenta tus prescripciones.
Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos,
para que yo no quede confundido.

Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.
No me separo de tus juicios,
porque eres tú el que me enseñas.

Evangelio según San Mateo 14,22-36.

Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.
Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,
rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Comentario

El hecho de que, de todos los pasajeros de la barca, Pedro se atreva a responder y pida al Señor que le mande ir hacia Él sobre las aguas, indica la disposición de su corazón en el momento de la Pasión. Entonces, él sólo, andando sobre las huellas del Señor, despreciando las agitaciones del mundo, comparables a las del mar, le ha acompañado con el mismo valor para despreciar la muerte. Pero su falta de seguridad revela su debilidad en la tentación que le esperaba; pues, aunque ha osado avanzar, se ha hundido. La debilidad de la carne y el temor de la muerte han obligado a llegar hasta la fatalidad del repudio. Sin embargo, grita y pide al Señor la salvación. Este grito es el gemido de su arrepentimiento...
        Hay una cosa a considerar acerca de Pedro: él ha superado a todos los demás por la fe, pues mientras estaban en la ignorancia, fue el primero en responder: «Tú eres el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Fue el primero en rechazar la Pasión, pensando que era una desgracia (Mt 16,22), fue el primer en prometer que moriría y no renegaría nunca (Mt 26,35), fue el primero en negarse a que se le lavaran los pies (Jn 13,8) ; ha sacado también su espada contra quienes prendían del Señor (Jn 18,10). La calma que conocieron el viento y el mar cuando el Señor se subió a la barca representa la paz y la tranquilidad de la Iglesia eternal cuando regrese gloriosamente. Porque entonces vendrá y se manifestará, causando un gran asombro a todos: "realmente, Tú eres el Hijo de Dios". Todos los hombres harán entonces la confesión clara y pública de que el Hijo de Dios ha traído la paz a la Iglesia, no sólo en la humildad de la carne, sino en la gloria del cielo.

San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de san Mateo, 14, 15; SC 258
¡Señor, sálvame!

Evangelizo.org 2001-2019

domingo, 2 de agosto de 2020

«Dadles vosotros de comer»

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A.

Dios nos bendice...

Lectio Divina: 18º Domingo del Tiempo Ordinario (A)

Lectio
Domingo, 2 de agosto de 2020
La multiplicación de los panes
Mateo 14,13-21

1. LECTIO 

  a) Oración inicial:
Ven, Espíritu Santo
Ven, Fuego de amor
Ven, Padre de los pobres
Ven, Refrigerio de mi alma

b) Lectura:
13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, le siguieron a pie de las ciudades. 14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.» 16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.» 17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.» 18 Él dijo: «Traédmelos acá.» 19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiéndolos, dio los panes a los discípulos y los discípulos a la gente.20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. 21 Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

c) Momentos de silencio:
para que la palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

2. MEDITATIO

a) Clave de lectura:

Todos los evangelistas relatan la multiplicación de los panes. Mientras Lucas y Juan no narran nada más que una sola multiplicación de los panes (Lc 9, 10-17; Jn 6,1-13), Marcos y Mateo hacen referencia a dos multiplicaciones (Mc 6,30-44; 8, 1-10; Mt 14,13-21; 15, 32-39). Parece que las dos narraciones tanto en Mateo como en Marcos tienen origen de un solo suceso de la multiplicación de los panes, pero que ha sido transmitido en dos versiones según tradiciones diversas. Además la narración de Mateo 14,13-21 y Mc 6, 30-44 parecen ser las redacciones más antiguas. Nosotros aquí nos quedamos con el objeto de nuestra lectio divina, o sea el texto de Mt 14, 13-21.

El texto nos presenta a Jesús, que habiendo oído la noticia de la muerte del Bautista a manos de Herodes (Mt 14,12), se retira a otra parte “en un lugar desierto” (Mt 14,13). Muchas veces en los evangelios, Jesús se nos presenta como aquél que se retira a un lugar apartado. Aunque no siempre es así, generalmente este retirarse quiere demostrar un Jesús inmerso en la oración. He aquí algunos ejemplos: “Despedida la gente, subió al monte solo, a orar. 

Llegada la noche Él estaba todavía solo, arriba” (Mt 1,23); “En la mañana se levantó cuando todavía estaba obscuro y salido de casa, se retiró aun lugar desierto y allá oraba” (Mc 1,35); “Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar” (Lc 5,16); “conducido por el Espíritu” Jesús se retira después de su bautismo al desierto para ser tentado por el diablo venciendo sus seducciones con la fuerza de la palabra de Dios (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13) Otras veces Jesús llama consigo a sus discípulos: “Venid a un lugar desierto y apartado y descansad un poco” (Mc 6, 30-44). En este pasaje, Jesús reza antes de la multiplicación de los panes. Los evangelios demuestran que a Jesús le gustaba orar antes de acontecimientos importantes en el curso de su ministerio, como el bautismo, la transfiguración, la pasión.

Esta vez la gente lo sigue al desierto (Mt 14,13) y Jesús siente compasión por ellos, curando a los enfermos (Mt 14,14). A veces en Jesús se asoma una compasión por los que le siguen (Mt 15,32). El Maestro se conmueve porque ellos “eran como ovejas sin pastor”(Mc 6,34). Jesús en efecto es el buen pastor que alimenta a su pueblo como ha hecho el profeta Eliseo (2 Re 4, 1-7, 42-44) y Moisés en el desierto (Ex 16; Num 11). En el evangelio de Juan, Jesús con el discurso sobre el pan de la vida (Jn 6), explica el significado del signo de la multiplicación de los panes. Este prodigio es una preparación al pan que será dado en la Eucaristía. Los gestos realizados por Jesús antes de la multiplicación de los panes, en todos los evangelios nos recuerdan el rito de partir el pan, la eucaristía. Los gestos son: a) tomar el pan, b) alzar “los ojos al cielo”, c) pronunciar “la bendición”, d) partir el pan, e) repartir a los discípulos (Mt 14,19). Estos gestos se encuentran en la narración de la última cena de Jesús (Mt 26,26).

Todos comen y se sacian de este pan. Sobran doce cestas de los restos de pan. Jesús es aquél que sacia al pueblo elegido de Dios: Israel, compuesto por las doce tribus. Pero sacia también a los paganos en la segunda multiplicación (Mt 15,32-39), simbolizados esta vez por siete panecillos, el número de las naciones de Canaán (Act 13,19) y también el número de los diáconos elenistas (Act 6,5; 21,8) que tenían el deber de proveer a la distribución cotidiana de las mesas. La comunidad recogida en torno a Jesús, primicia del Reino de los Cielos, acoge en sí Hebreos y Gentiles, todos son llamados a aceptar la invitación de participar de la mesa con el Señor. Jesús hace ver esto incluso con su gesto de sentarse a la mesa con publicanos y pecadores y con su enseñanza en las parábolas de los banquetes, donde “muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mt 8,11; ver también Mt 2,34; Lc 14, 16-24).

b) Preguntas para orientar la meditación y actualización:
- ¿Qué te ha llamado más la atención en este texto?
- ¿Cuál de los gestos de Jesús te gustan más en este texto?
- ¿Te has parado a reflexionar alguna vez sobre las emociones de Jesús? Este texto se fija en la compasión. ¿Puedes encontrar otros en los evangelios?
- ¿Qué crees que Dios quiera comunicarte con este relato sobre la multiplicación de los panes?
- Jesús provee de alimento en abundancia. ¿Te confías a la providencia del Señor? ¿Qué significa para ti confiarse a la providencia?
- ¿Alguna vez has pensado en la Eucaristía como un sentarse a la mesa con el Señor? ¿Quiénes son los invitados a esta mesa?

3. ORATIO

a) Salmo 78, 24-25:
Les hizo llover maná para comer,
les hizo llegar un trigo celeste;
el hombre comió pan de los Fuertes,
les mandó provisión para hartarse.

b) Oración final:
Oh Dios, que en la compasión de tu Hijo con nosotros, manifiesta tu bondad paterna, haz que el pan multiplicado de tu providencia sea partido en la caridad, y la comunión con el alimento bajado del cielo nos abra al diálogo y al servicio de los hermanos. Por Cristo nuestro Señor.

4. CONTEMPLATIO

Hay otro punto aún sobre el que quisiera llamar la atención, porque en él se refleja en gran parte la autenticidad de la participación en la Eucaristía celebrada en la comunidad: se trata de su impulso para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna. Nuestro Dios ha manifestado en la Eucaristía la forma suprema del amor, trastocando todos los criterios de dominio, que rigen con demasiada frecuencia las relaciones humanas, y afirmando de modo radical el criterio del servicio: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). [...] ¿Por qué, pues, no hacer de este Año de la Eucaristía un tiempo en que las comunidades diocesanas y parroquiales se comprometan especialmente a afrontar con generosidad fraterna alguna de las múltiples pobrezas de nuestro mundo? Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los Países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los parados, el trasiego de los emigrantes. Se trata de males que, si bien en diversa medida, afectan también a las regiones más opulentas. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35; Mt 25,31-46). En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas.
Juan Pablo II, Mane Nobiscum Domine, 28.

Orden de los Carmelitas

sábado, 1 de agosto de 2020

Aunque quería matarlo, temió a la gente, porque le tenían por profeta

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este sábado de la 17ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A:

Dios nos bendice...

Lectio Divina: Mateo 14,1-12

Lectio

Sábado, 1 de agosto de 2020

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 14,1-12

En aquel tiempo se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús, y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.» Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.» Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. Mas, llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy describe cómo Juan Bautista fue víctima de la corrupción y de la prepotencia del gobierno de Herodes. Fue condenado a muerte sin proceso, durante un banquete del rey con los grandes del reino. El texto nos da muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivía y sobre la manera en que los poderosos de aquel tiempo ejercían el poder.

• Mateo 14,1-2. Quién es Jesús para Herodes. El texto inicia informando sobre la opinión de Herodes respecto a Jesús: "Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas. Herodes trataba de entender a Jesús desde los miedos que le asaltaban después del asesinato de Juan. Herodes era un grande supersticioso que escondía el miedo detrás de la ostentación de su riqueza y de su poder.

• Mateo 14,3-5: La causa escondida del asesinato de Juan. Galilea, la tierra de Jesús, estaba gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo. ¡43 años en todo! Durante el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza de gobierno en Galilea! Herodes era dueño absoluto de todo, no rendía cuenta a nadie, hacía lo que se le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte del pueblo! Pero quien mandaba en Palestina, desde el 62 antes de Cristo, era el Imperio Romano. Herodes, en Galilea, para no ser depuesto, procuraba agradar a Roma, en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio. Su preocupación era su propia promoción y seguridad. Por ello, reprimía cualquier tipo de subversión. Mateo informa que el motivo del asesinato de Juan fue la denuncia que el Bautista hace a Herodes por haberse casado con Herodíades, mujer de su hermano Felipe. Flavio José, escritor judío de aquella época, informa que el motivo real de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. A Herodes le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad era un tirano (Lc 22,25). La denuncia de Juan contra Herodes fue la gota que hizo rebosar el vaso: "No te está permitido casarte con ella”. Y Juan fue puesto en la cárcel.

• Mateo 14,6-12: La trama del asesinato. Aniversario y banquete de fiesta, ¡con danzas y orgías! Marcos informa que la fiesta contaba con la presencia “de los grandes de la corte, de los oficiales y de personas importantes en Galilea” (Mc 6,21). Es éste el ambiente en que se trama el asesinato de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de este sistema corrupto. Por esto fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la flaqueza moral de Herodes. ¡Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí! En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a Salomé , la joven bailarina, hija de Herodíades. Supersticioso como era, pensaba que debía guardar ese juramento, atendiendo a los caprichos de la muchacha y mandó el soldado a traerle la cabeza de Juan sobre una bandeja y entregarla a la bailarina, que a su vez la entregó a su madre. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como disponía de la posición de las sillas en la sala.
Las tres características del gobierno de Herodes: la nueva Capital, el latifundio y la clase de los funcionarios:

a) La Nueva Capital. Tiberíades fue inaugurada cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así para agradarle a Tiberio, el emperador de Roma. Allí moraban los dueños de la tierra, los soldados, la policía, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Para allá llevaban los impuestos y el producto del pueblo. Allí Herodes hacía sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). Tiberíades era la ciudad de los palacios del Rey, donde vivía el personal que viste con elegancia (cf Mt 11,8). No consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en esta ciudad.

b) El latifundio. Los estudiosos informan que, durante el largo gobierno de Herodes, el latifundio creció en prejuicio de las propiedades comunitarias. El libro de Henoc denuncia a los dueños de las tierras y expresa la esperanza de los pequeños: “¡Entonces los poderosos y los grandes dejarán de ser los dueños de la tierra!” (Hen 38,4). El ideal de los tiempos antiguos era éste: “Cada uno se sentaba a la sombra de su parra y de su higuera, y nadie lo inquietaba” (1 Mac 14,12; Miq 4,4; Zac 3,10). Pero la política del gobierno de Herodes volvía imposible la realización de este ideal.

c) La clase de los funcionarios. Herodes creó toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, recaudadores de impuestos, militares, policías, jueces, promotores, jefes locales. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. En los evangelios, algunos fariseos aparecen junto a los herodianos (Mc 3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza entre el poder religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas estaba muy controlada tanto por el gobierno como por la religión. Se necesitaba mucho valor para comenzar algo nuevo, ¡como lo hicieron Juan y Jesús! Era lo mismo que atraerse sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder civil.

4) Para la reflexión personal

• ¿Conoces a personas que murieron víctima de la corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en nuestra iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de autoritarismo?

• Herodes, el poderoso, que pensaba ser el dueño de la vida y de la muerte de la gente, era un cobarde ante los grandes y un adulador corrupto ante la muchacha. Cobardía y corrupción marcaban el ejercicio del poder de Herodes. Compáralo con el ejercicio del poder religioso y civil, hoy, en los diversos niveles de la sociedad y de la Iglesia.

5) Oración final

Lo han visto los humildes y se alegran,
animaros los que buscáis a Dios.
Porque el Señor escucha a los pobres,
no desprecia a sus cautivos. (Sal 69,33-34)

Orden de los Carmelitas