¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la XVI
Semana del Tiempo Ordinario.
Dios
nos bendice...
Lectio Divina: Mateo 13,24-30
Lectio
Sábado,
27 Julio , 2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración inicial
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre
ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad,
perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.
2) Lectura del Evangelio
Del Evangelio según Mateo
13,24-30
Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es
semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su
gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
Los siervos del amo se acercaron a decirle: `Señor, ¿no sembraste semilla buena
en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?' Él les contestó: `Algún enemigo ha
hecho esto.' Dícenle los siervos: `¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?'
Díceles: `No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a
los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y
el trigo recogedlo en mi granero.'»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy
nos presenta la parábola del trigo y la cizaña. Tanto en la sociedad como en
las comunidades y en nuestra vida personal y familiar, todo está mezclado:
cualidades buenas e incoherencias, límites y fallos. En nuestras comunidades se
reúnen personas de diversos orígenes, cada una con su historia, con su
vivencia, con su opinión, con sus anhelos, con sus diferencias. Hay personas
que no saben convivir con las diferencias. Quieren ser juez de los demás.
Piensan que sólo ellas están en lo cierto, y que los demás se equivocan. Hoy,
la parábola del trigo y la cizaña ayuda a no caer en la tentación de querer
excluir de la comunidad a los que no piensan como nosotros.
• El telón de fondo de
la parábola del trigo y la cizaña. Durante siglos, por causa de la observancia
de las leyes de pureza, los judíos habían vivido separados de las demás
naciones. Este aislamiento marcó su vida. Y hasta después de haberse
convertido, algunos seguían estas mismas observancias que los separaban de los
demás. Ellos querían la pureza total. Cualquier señal de impureza debía de ser
extirpado en nombre de Dios. “No puede haber tolerancia con el pecado”, así
decían. Pero otros como Pablo pensaban que la Nueva Ley de Dios traída por
Jesús estaba pidiendo ¡el contrario! Ellos decían: "¡No puede haber
tolerancia con el pecado, pero hay que ser tolerantes con el pecador!"
• Mateo 13,24-26: La
situación: el trigo y la cizaña crecen juntos. La palabra de Dios que hace
nacer la comunidad es la buena semilla, pero dentro de las comunidades aparecen
siempre cosas que son contrarias a la palabra de Dios. ¿De dónde vienen? Era ésta
la discusión, el misterio que llevó a conservar y recordar la parábola del
trigo y de la cizaña.
• Mateo 13,27-28a: El
origen de la mezcla que hay en la vida. Los empleados preguntan al dueño:
“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” El
dueño respondió: Un enemigo lo hizo. ¿Quién es este enemigo? El enemigo, el adversario,
satanás o diablo (Mt 13,39), es aquel que divide, que desvía. La tendencia de
división existe dentro de la comunidad y existe en cada uno de nosotros. El
deseo de dominar, de aprovecharse de la comunidad para subir y tantos otros
deseos interesados, dividen, son del enemigo que duerme en cada uno de
nosotros.
• Mateo 13,28b-30: La
reacción diferente ante la ambigüedad. Ante la mezcla entre bien y mal, los
siervos querrían arrancar la cizaña. Pensaban: "Si dejamos a todo el mundo
dentro de la comunidad, ¡perdemos nuestra razón de ser! ¡Perdemos nuestra identidad!"
Querían expulsar a los que pensaban de forma diferente. Pero no era ésta la
decisión del Dueño de la tierra. El dice: "¡Dejad que ambos crezcan juntos
hasta la siega!" Lo que va a decidir, no es lo que cada uno habla y dice,
sino que cada uno vive y hace. Es por el fruto producido que Dios nos juzgará
(Mt 12,33). La fuerza y el dinamismo del Reino se manifiestan en la comunidad.
Aún siendo pequeña y llena de contradicciones, la comunidad es una señal del
Reino. Pero no es dueña ni señora del Reino, no puede considerarse totalmente
justa. La parábola del trigo y de la cizaña explica la manera en que la fuerza
del Reino actúa en la historia. Es preciso hacer una opción clara por la
justicia del Reino y, al mismo tiempo, junto con la lucha por la justicia,
tener paciencia y aprender a convivir y a dialogar con las contradicciones y
con las diferencias. En el momento de la siega, se hará la separación.
• La enseñanza en
parábolas. La parábola es un instrumento pedagógico que usa la vida cotidiana
para mostrar que la vida nos habla de Dios. La realidad se vuelve transparente
y hace que la gente tenga una mirada contemplativa. Una parábola apunta hacia las
cosas de la vida y, por esto mismo, es una enseñaza abierta, pues de las cosas
de la vida todo el mundo tiene experiencia. La enseñanza en parábolas hace que
la persona parta de la experiencia que tiene: semilla, sal, luz, oveja,
pajarillo, flor, mujer, niño, red, pez, etc. Así, la vida cotidiana se vuelve
transparente, reveladora de la presencia y de la acción de Dios. Jesús no solía
explicar las parábolas. Dejaba que el sentido de la parábola quedara abierto y
no lo determinaba. Señal de que creía en la capacidad que la gente tenía de
descubrir el sentido de la parábola desde su experiencia de vida. De vez en
cuando la petición de los discípulos, explicaba el sentido (Mt 13,10.36). Por
ejemplo, como hace con la parábola del trigo y la cizaña (Mt 13,36-43).
4) Para la reflexión personal
• ¿Cómo se manifiesta en nuestra comunidad la mezcla del trigo y
de la cizaña? ¿Qué consecuencias trae para nuestra vida?
• Mirando en el espejo de la parábola, ¿a quién me parezco más:
a los siervos que quieren arrancar la cizaña antes de tiempo, o al dueño que
manda esperar hasta la siega?
5) Oración final
Mi ser languidece anhelando
los atrios del Señor;
mi mente y mi cuerpo se alegran
por el Dios vivo. (Sal 84,3)
Orden de los Carmelitas