¡Amor y paz!
El discurso de Jesús en la
sinagoga de Cafarnaúm sigue adelante, progresando hacia su plenitud. La idea
principal sigue siendo también hoy la de la fe en Jesús, como condición para la
vida. La frase que la resume mejor es el v. 47: «os lo aseguro, el que cree
tiene vida eterna». Ahora bien, a los verbos que encontrábamos ayer-«ver»,
«venir» y «creer»- hoy se añade uno nuevo: «nadie puede venir a mí si el Padre
que me ha enviado no le atrae». La fe es un don de Dios, al que se responde con
la decisión personal.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 3ª. Semana de
Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio
según San Juan 6,44-51.
Jesús dijo a la gente: Todo el "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Comentario
Dentro de este discurso
sobre la fe en Jesús hay una objeción de los oyentes -que no se lee en la
selección de la Misa- que refleja bien cuál era la intención de Jesús.
Murmuraban y se preguntaban: «¿cómo puede decir que ha bajado del cielo?» (v.
42). Lo que escandalizaba a muchos era que Jesús, cuyo origen y padres creían
conocer, se presentara como el enviado de Dios, y que hubiera que creer en él
para tener vida.
Al final de la lectura de
hoy parece que cambia el discurso. Ha empezado a sonar el verbo «comer». La
nueva repetición: «yo soy el pan vivo» tiene ahora otro desarrollo: «el pan que
yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Donde Jesús entregó su
carne por la vida del mundo fue sobre todo en la cruz. Pero las palabras que
siguen, y que leeremos mañana, apuntan también claramente a la Eucaristía,
donde celebramos y participamos sacramentalmente de su entrega en la cruz.
Nosotros, cuando
celebramos la Eucaristía, acogiendo la Palabra y participando del Cuerpo y
Sangre de Cristo, tenemos la suerte de que sí «vemos, venimos y creemos» en él,
le reconocemos, y además sabemos que la fe que tenemos es un don de Dios, que
es él que nos atrae.
Tenemos motivos para
alegrarnos y sentir que estamos en el camino de la vida: que ya tenemos vida en
nosotros, porque nos la comunica el mismo Cristo Jesús con su Palabra y con su
Eucaristía. La vida que consiguió para nosotros cuando entregó su carne en la
cruz por la salvación de todos y de la que quiso que en la Eucaristía
pudiéramos participar al celebrar el memorial de la cruz.
Creemos en Jesús y le
recibimos sacramentalmente: ¿de veras esto nos está ayudando a vivir la jornada
más alegres, más fuertes, más llenos de vida? Porque la finalidad de todo es
vivir con él, como él, en unión con él.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 71-73
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 71-73