¡Amor y
paz!
Después
de las cinco escenas conflictivas con los fariseos, el pasaje del evangelio hoy
es una página más pacífica, un resumen de lo que hasta aquí había realizado
Jesús en Galilea.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves
de la 2ª. semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos
bendice...
Evangelio
según San Marcos 3,7-12.
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Comentario
En cuanto
al resumen que enunciamos arriba, por una parte, la actuación de Jesús ha
estado llena de éxitos, porque ha curado a los enfermos, liberado del maligno a
los posesos, y además predica como ninguno: aparece como el profeta y el
liberador del mal y del dolor. Nada extraño lo que leemos hoy: «Todos los que
sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo».
Pero a la
vez se ve rodeado de rencillas y controversias por parte de sus enemigos, los fariseos
y los letrados, que más tarde acabarán con él. De momento Jesús quiere -aunque
no lo consigue- que los favorecidos por sus curaciones no las propalen
demasiado, para evitar malas interpretaciones de su identidad mesiánica.
Jesús,
ahora el Señor Resucitado, sigue estándonos cerca, aunque no le veamos. Nos
quiere curar y liberar y evangelizar a nosotros. Lo hace de muchas maneras y de
un modo particular por medio de los sacramentos de la Iglesia.
En la
Eucaristía es él quien sigue hablándonos, comunicándonos su Buena Noticia,
siempre viva y nueva, que ilumina nuestro camino. Se nos da él mismo como
alimento para nuestra lucha contra el mal. Es maestro y médico y alimento para
cada uno de nosotros.
¿Cuál es
nuestra reacción personal: la de la gente interesada, la de los curiosos
espectadores, o la de los que se asustan de su figura y pretenden hacerle
callar porque resulta incómodo su mensaje? Además, ¿intentamos ayudar a otros a
que sepan quién es Jesús y lo acepten en sus vidas?
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 57-61
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 57-61