¡Amor y paz!
El Evangelio nos trae hoy
una de las parábolas más cortas, una de las más emotivas observaciones de
Jesús. Una pista para resolver el problema del mal; ¿por qué hay sufrimiento?
Paul Claudel escribió iluminadamente "Dios no vino a suprimir el
sufrimiento, ni siquiera a explicarlo, vino a llenarlo de su presencia".
Para Jesús, los
sufrimientos de esta vida no son sufrimientos de agonía, que conducen a la
muerte. Son sufrimientos de parto, de alumbramiento, que conducen a la vida. Es
una visión nueva de las cosas. Todo sufrimiento, dice Jesús es fecundo.
Jesús no dejará a los
suyos en la estacada. Volverá a verlos. Con ese encuentro va también unida la
experiencia de la alegría colmada y que ningún poder del mundo hará
desaparecer. "Y se alegrará vuestro corazón".
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la VI Semana de
Pascua.
Dios los bendiga..
Evangelio según San Juan 16,20-23a.
En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo. La mujer se siente afligida cuando está para dar a luz, porque le llega la hora del dolor. Pero después que ha nacido la criatura se olvida de las angustias por su alegría tan grande; piensen: ¡un ser humano ha venido al mundo! Así también ustedes ahora sienten tristeza, pero yo los volveré a ver y su corazón se llenará de alegría, y nadie les podrá arrebatar ese gozo. Cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada. En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre se lo concederá.
Comentario
Jesús dijo esto la víspera
de morir. Nos imaginamos muy bien la tristeza de los discípulos en la ausencia
de Jesús, por su muerte. La comunidad se encuentra en el mundo sin el apoyo
externo de Jesús, expuesta a los ataques, la tristeza, las acusaciones y el
desconcierto.
El evangelista contempla
con una sola mirada, la situación de los discípulos en la muerte de Jesús y la
situación de los cristianos de todos los tiempos.
Nos encontramos con ese
fenómeno singular de la alegría del mundo incrédulo.
Frente a la fe, el mundo
muestra ese sentimiento de superioridad, que le hace mirarla con desprecio, por
encima del hombro y equipararla poco más o menos, con la estupidez o la falta
de luces.
"Pero vuestra
tristeza se convertirá en alegría" "Y los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor" (20,20).
También es verdad hoy.
¿Tengo yo la experiencia del paso de la tristeza a la alegría, a partir de
Jesús? Estar bajo de moral, desanimado, incapaz de encontrar humanamente una
solución, aplastado por una situación?
Ponerse a rezar... Ir a un
lugar silencioso y hablar a Jesús. Tomar el evangelio y leer con calma la
primera página que se nos presenta... hablar con un sacerdote o con un hombre o
mujer de fe... y sucede lo que dice Jesús: la tristeza se cambia en gozo.
Nada cambia en las
circunstancias externas -el mal o la desgracia siguen existiendo,
desgraciadamente- y sin embargo la tristeza se ha cambiado en gozo. Una alegría
brota misteriosamente como una fuente en el desierto.