¡Amor y paz!
Ayer meditamos el papel de
defensor que el Espíritu ejerce en el curso del "proceso de Jesús"
que se desarrolló en Jerusalén en aquel tiempo... y que se desarrolla en el
curso de toda la historia.
Hoy vamos a considerar
otro cometido del Espíritu, su papel de pedagogo, de maestro, el que hace
comprender, el que hace crecer.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la VI Semana
de Pascua.
Dios los bendiga..
Evangelio según San Juan 16,12-15.
Aún tengo muchas cosas que decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora. Y cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. Él no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. El tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por él. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes.»
Comentario
a) El Espíritu Santo,
además de ser nuestro defensor y abogado, es también nuestro maestro.
En vida de Jesús, sus
seguidores muchas veces no captaron bien lo que les decía: qué clase de
mesianismo era el suyo, cómo se podía entender la metáfora del templo destruido
y reedificado, por qué entraba en su camino redentor la muerte y la
resurrección, qué significaba la Eucaristía que prometía. Cristo es la verdad,
y la verdad plena. Pero la inteligencia de esa verdad por parte de los suyos se
deberá al Espíritu, después de la Pascua y de Pentecostés: «cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena».
Es una verdad que brota de
esa admirable unión que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu: el
Espíritu «recibirá de mí», pero a su vez Jesús está unido al Padre, porque
«todo lo que tiene el Padre es mío».
Para entender la obra del
Espíritu basta recordar la maduración que supuso la Pascua y luego Pentecostés
en la fe de Pedro y los suyos. No sólo en su fortaleza de ánimo y en su decisión,
sino también en la comprensión de la persona y la doctrina de Jesús. ¿No ha
sido todo el libro de los Hechos una prueba de cómo el Espíritu iba conduciendo
a aquellas comunidades hacia esa verdad plena, por ejemplo en el aspecto de la
universalidad de la salvación cristiana?
b) El Catecismo de la
Iglesia Católica presenta al Espíritu como nuestro pedagogo y maestro.
Cuando se proclama la
Palabra de Dios, «el Espíritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes
la inteligencia espiritual de la Palabra de Dios... pone a los fieles y a los
ministros en relación viva con Cristo, Palabra e Imagen del Padre, a fin de que
puedan hacer pasar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan
en la celebración» (1101).
«Es el Espíritu quien da
la gracia de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad» (1102). «En
la liturgia de la Palabra, el Espíritu Santo recuerda a la asamblea todo lo que
Cristo ha hecho por nosotros... y despierta así la memoria de la Iglesia»
(1103).
Es bueno recordar que en
la comunidad cristiana la verdad, como la vida, siguen dinámicamente activas,
en continuado progreso. Sin contentarnos nunca con lo ya conseguido. La
actuación del Espíritu no se entiende tanto en el sentido de «verdades nuevas»,
sine de que la verdad tiene que profundizarse y adaptarse a las varias
circunstancias de la historia, aunque conserve la identidad y la fuerza del
Evangelio de Jesús. El Espíritu sigue animando, guiando, iluminando: es el
Maestro interior de todos los cristianos y de modo particular el Maestro de los
responsables de la Iglesia, sobre todo cuando se reúnen para discernir juntos
los caminos del Señor, como sucedió en Jerusalén, y a lo largo de la historia
en tantos concilios y sínodos universales o locales. En el «concilio de Jerusalén»
ya vimos que la conciencia de los presentes era que el Espíritu les estaba
llevando a esta plenitud y adaptación de la verdad: «hemos decidido el Espíritu
Santo y nosotros...».
En toda la Cincuentena,
pero sobre todo en sus últimas semanas, haremos bien en pensar más en el
Espíritu como presente en nuestra vida: el Espíritu que nos quiere llevar a la
plenitud de la vida pascual y de la verdad de Jesús.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 128-131
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 128-131