¡Amor y paz!
En el evangelio
encontramos varias de estas polémicas: las normas relativas al sábado o al
ayuno, por ejemplo. Hoy se trata del rito de lavarse las manos, al que los
fariseos daban una importancia exagerada.
No debió gustarles nada el
tono liberal de la respuesta de Jesús. Como siempre, el Maestro da más
importancia a lo interior que a lo exterior: lo que entra en la boca no mancha;
es lo que sale de la boca lo que sí puede ser malo. Los fariseos se
escandalizan. Cuando Jesús se entera de esta reacción, lanza un ataque duro:
«la planta que no haya plantado mi Padre, será arrancada de raíz... son ciegos,
guías de ciegos».
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XVIII Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio según San Mateo 15,1-2.10-14.
Entonces, unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron: ”¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer?". Jesús llamó a la multitud y le dijo: "Escuchen y comprendan. Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella". Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?". Él les respondió: "Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo".
Comentario
¿Caemos nosotros, alguna
vez, en «escándalo farisaico», o sea, no motivado o, al menos, no por razones
proporcionadas a nuestra reacción?
Hacia qué se dirige
nuestro cuidado o nuestro escrúpulo: ¿hacia cosas externas o hacia actitudes
internas, que son las que verdaderamente cuentan? Jesús no condena las normas
ni las tradiciones, pero si su absolutización. No es que los actos externos
sean indiferentes, pero, a veces, nos refugiamos en ellos con demasiada
facilidad, para tranquilizar nuestra conciencia, sin ir a la raíz de las cosas.
Jesús, en el sermón de la montaña, nos ha enseñado a hacer las cosas no para
ser vistos, sino por convicción interior.
¿No habrá caído la moral
cristiana en el mismo defecto de los fariseos, con una casuística exagerada
respecto a detalles externos, sin poner el necesario énfasis en las actitudes
del corazón o de la mentalidad, que son la raíz de los actos concretos? A veces,
la letra ha matado el espíritu (baste recordar los extremos a los que se
llegaba respecto al ayuno eucarístico desde la medianoche, o los trabajos que
se podían hacer o no en domingo).
La limpieza exterior de
las manos o de los alimentos tiene su sentido, pero es mucho menos importante
que los juicios interiores, las palabras que brotan de nuestra boca y las
actitudes de ayuda o de enemistad que radican en nuestro corazón.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 227-232
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 227-232