lunes, 1 de octubre de 2012

Quien acoge a un pobre a nombre de Jesús acoge a Jesús

¡Amor y paz!

Lamentablemente hoy son menos los jóvenes que cuando escogen una profesión u oficio incluyen el servicio entre los criterios decisivos. ¿Con cuál profesión o actividad puedo servir yo más a los demás? No. Lo que más se preguntan es con qué carrera se puede hacer más dinero y más rápidamente.

¡Cuán diferentes son los criterios que recomienda Jesús a sus discípulos! Se trata de hacer el bien, de recibir, de acoger, a nombre de Él, hasta al más humilde de los seres humanos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este lunes de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".
 Comentario

El texto que comentamos consta de dos unidades diferentes. La primera (9. 46-48) trata de la relación de los creyentes entre sí. La segunda (9. 49-50) se preocupa de la actitud de la iglesia ante los valores de los hombres que permanecen fuera de ella.

Común en ambas es la preocupación por superar la autosuficiencia de los grandes y el orgullo de grupo que ha podido surgir dentro de la iglesia. En ambos casos nos hallamos ante una de las expresiones más auténticas del mensaje de Jesús para los hombres.

La primera unidad se ocupa de la constitución interna de los discípulos de Jesús o de la iglesia. Siguiendo la lógica de este mundo parece evidente que lo más importante dentro de la comunidad son aquéllos que destacan por sus cualidades o por la responsabilidad de las funciones que están desarrollando. Por eso, los apóstoles discutían sobre el puesto y nombre del mayor como lo hacen tantos todavía. Pues bien, la respuesta de Jesús sigue siendo tan cortante ahora como entonces: el mayor y más valioso es simplemente el más necesitado, el niño, el indefenso.

NIÑO/VALORES: El niño no es mayor por sus valores, su inocencia o su ternura.

Es importante sólo porque es pobre, porque está necesitado de los otros y no puede resolver la vida por sí mismo. En este aspecto, son valiosos con el niño todos los que están más alejados, perdidos, indefensos, pobres. Ellos son los que han constituido el centro de atención de Cristo. Ellos seguirán siendo el centro de los cuidados de la iglesia. Por eso son los más valiosos e importantes.

Esto significa que la iglesia no es una sociedad que está formada sobre el valor de las personas que la integran, sino sobre las necesidades y miserias de aquéllos que precisan recibir su ayuda.

Su movimiento fundamental no es la defensa de sus bienes interiores, sino aquella fuerza de expansión por la que sale de sí misma y ofrece su ayuda a los que están necesitados (dentro y fuera de sus filas).

Dentro de la perspectiva del texto que comentamos es necesario completar esta verdad desde otro plano: a)decíamos que importa el niño o necesitado que carece de todo y simplemente es el objeto de la ayuda de los otros en la iglesia; b)después se añade que es grande aquél que "se ha venido a hacer pequeño"; esto supone que tenía capacidad para actuar y decidir, para buscar sus propios bienes y anhelar ventajas; sin embargo, lo ha dejado todo y se ha convertido en pequeño para servir a los demás.

Con esto hemos logrado descubrir los dos tipos originales de oyentes de Jesús:

a) Discípulo u oyente es el que escucha la palabra sobre el Reino y recibe el auxilio que le ofrece  Cristo. (Los primeros que penetran en el Reino son los pobres, los pequeños o los niños; quien les ayuda o les recibe ha recibido o ayudado al mismo Cristo). b) Pero, a la vez, es discípulo el que ayuda a los pequeños, el que vive preocupado por los otros y es pequeño simplemente por servirles.

En esta perspectiva se comprende la palabra de Jesús sobre los hombres que utilizan su mensaje (su poder sobre las fuerzas del demonio) sin estar formando parte de su iglesia. El evangelio es don abierto; todos tienen poder de utilizarlo. La iglesia es servidora del mensaje de Jesús y no su dueña. Por eso no puede impedir que lo utilicen los de fuera (9. 49-5- ). En definitiva, lo que importa no es el triunfo externo de la iglesia o la ventaja que adquieren los cristianos; lo que vale es que la fuerza y la verdad del reino se propague hacia los hombres.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITÚRGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976. Pág. 1311