¡Amor y paz!
En la sociedad de lo desechable,
todo parece ser susceptible de cambio. Como que nada permanece. Antes lo único que se cambiaba
fácilmente eran los bombillos y las cuchillas de afeitar. Hoy, casi todo: el
nombre o el apellido, el color de la piel, el cónyuge, la nacionalidad, la
religión, el partido político y… un largo etcétera. Cualquiera cambia de opinión ante un discurso
bien contado y novedoso. Todo se torna relativo.
También se ha perdido en nuestra
época el valor de la palabra empeñada. Antes bastaba que alguien diera su
palabra para establecer una especie de contrato que garantizaba que lo
prometido sería cumplido, sin necesidad de un documento escrito. Pero muchos
logran burlar o desconocer también incluso lo pactado mediante escritos. Estamos en el
reinado del relativismo y la postración de la fidelidad.
¿Qué tiene que ver esto
con el evangelio de hoy? Todo. Jesús asegura que quien sea fiel a su palabra no
morirá jamás.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la V semana de Cuaresma.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 8,51-59.
Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás". Los judíos le dijeron: "Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: 'El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás'. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?". Jesús respondió: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman 'nuestro Dios', y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: 'No lo conozco', sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría". Los judíos le dijeron: "Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?". Jesús respondió: "Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy". Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Comentario
Uno
de los grandes problemas de nuestro mundo moderno es la falta de fidelidad. Con
una facilidad asombrosa nos cambiamos de marca, de automóvil, de trabajo, etc.
Esto se extiende a la vida matrimonial en donde, muchas parejas (incluso
cristianas) desde el momento de su matrimonio ya consideran la posibilidad del
divorcio olvidándose de las promesas ante al altar.
Igualmente,
muchos hermanos, con facilidad se dejan conducir por doctrinas extrañas
olvidándose de las promesas bautismales y del credo que durante años han
recitado en la Eucaristía. Y es que ser fiel no es fácil, implica en ocasiones
arriesgarlo todo.
Ser
fiel a la palabra de Dios, sobre todo en cuestiones sociales, en nuestro
testimonio diario, o en la vida matrimonial puede implicarlo todo… incluso la
misma vida, como en el caso de Jesús. Si algo se valora de un servidor es que
éste sea “fiel”, que sea capaz de sostener la palabra dada aun a costa de la
propia vida. Para ellos, para los que han sido fieles, Jesús promete la vida
que no acaba Jamás. Preparémonos para reafirmar nuestras promesas bautismales
en la vigilia de Pascua.
Que el Señor sea luz y lámpara para tu camino.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro