¡Amor y paz!
El Evangelio de hoy, que
mantiene la referencia a Abrahán y Jesús, añade un nuevo tema al largo discurso
de Jesús: la vida y la muerte en relación a la aceptación de la Palabra:
"En verdad les digo: el que guarda mi palabra no probará la muerte
jamás".
Jesús ofrece la vida eterna a quienes acogen
(escuchar y poner en práctica) su Palabra, tal como se la había ofrecido a
Nicodemo (3,16); a la samaritana (4,14); a los judíos de Jerusalén (5,24), a
los galileos (6,40.47). La promesa hecha a Abrahán pasa ahora por la Palabra de
Jesús, pues si con el patriarca se aseguró un linaje, con Jesús se asegura la
vida eterna.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el
comentario, en este jueves de la V Semana de Cuaresma.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Juan 8,51-59.
Jesús dijo a los judíos: "Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás". Los judíos le dijeron: "Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: 'El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás'. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?". Jesús respondió: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman 'nuestro Dios', y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: 'No lo conozco', sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría". Los judíos le dijeron: "Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?". Jesús respondió: "Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy". Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Comentario
Los judíos, que no
aceptan que Jesús pueda rescatarlos de la muerte, entienden sus palabras en
forma literal, tildando de loco a quien pretende ser más que Abrahán y los
profetas.
A la pregunta sobre su
identidad, Jesús vuelve a responder presentándose en relación al Padre, a quien
él conoce y por quien es enviado a anunciar la palabra. Abrahán mismo vio y se
alegró por Jesús.
Ellos siguen sin entender.
Y Jesús, en la última respuesta de este discurso, hace una nueva y contundente
revelación al proclamarse Dios, preexistente y viviente: "En verdad les
digo que antes que Abrahán existiera, Yo Soy". Los judíos intentan
apedrearlo, pero Jesús se escabulle porque no ha llegado la hora. La luz ha
sido rechazada y el lugar con sus habitantes han perdido la oportunidad de encontrar
la luz y la vida.
Después de escuchar a
Jesús durante este largo discurso, intentando convencer a los judíos de su
divinidad, de su Palabra, de ser fuente de vida... uno queda con la
preocupación de hasta dónde llega mi conocimiento de Jesús, hasta dónde mi fe,
hasta dónde mi fidelidad, hasta dónde mi capacidad de ligar mi vida a la de
Jesús para contribuir a rescatar la vida de los proyectos de muerte,
económicos, políticos y religiosos, que llenan de oscuridad, tristeza y muerte
los hogares del mundo ¿Hasta dónde?
Diario Bíblico. Cicla
(Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)