sábado, 16 de agosto de 2014

Jesús se acerca y acoge a los más débiles

¡Amor y paz!

De nuevo se presenta la infancia como signo y figura del buen discípulo. El texto de hoy no debe confundirse con el del capítulo 18,1-5; 6-9. La intención no es la misma: en el capítulo 18 se trataba de hacerse como los niños y no escandalizarlos; aquí el texto acentúa un conflicto de Jesús con los que lo rodean: asombrados ven cómo el Maestro se detiene, acoge a los niños y los bendice. La sintonía de los niños con Jesús invita a reflexionar sobre el carácter del Maestro. 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XIX Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 19,13-15.
Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. 
Comentario

Al subir a Jerusalén para sufrir, Jesús se detendrá varias veces a lo largo del camino para acercarse a los humildes, a los enfermos, y esto ante la extrañeza de la gente y de los discípulos.

La seriedad de su camino hacia Jerusalén y las implicaciones que tiene, no lo separan de los pequeños; no se deja envolver por una soledad dolorosa y llena de vanagloria. Jesús no sólo se detiene y reprende a los discípulos, sino que hace de su gesto una enseñanza. "Dejen que los niños vengan a mí", no es sólo una invitación a hacerse como niños, sino una declaración y una verdadera promesa hecha a todos los que son como ellos que son parte del Reino.

El texto de hoy nos invita a "venir a Jesús", es decir, a creer en él, lo cual nos lleva a poseer el Reino, entrar en él o recibirlo como un niño: con su avidez de amor gratuito, que nada ofrece a cambio más que la propia pequeñez.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)