¡Amor y paz!
De
nuevo se presenta la infancia como signo y figura del buen discípulo. El texto de hoy no debe confundirse con el del capítulo 18,1-5; 6-9. La intención no es
la misma: en el capítulo 18 se trataba de hacerse como los niños y no
escandalizarlos; aquí el texto acentúa un conflicto de Jesús con los que lo
rodean: asombrados ven cómo el Maestro se detiene, acoge a los niños y los
bendice. La sintonía de los niños con Jesús invita a reflexionar sobre el
carácter del Maestro.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado
de la XIX Semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio según San Mateo 19,13-15.
Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
Comentario
Al subir a Jerusalén para
sufrir, Jesús se detendrá varias veces a lo largo del camino para acercarse a
los humildes, a los enfermos, y esto ante la extrañeza de la gente y de los
discípulos.
La seriedad de su camino
hacia Jerusalén y las implicaciones que tiene, no lo separan de los pequeños;
no se deja envolver por una soledad dolorosa y llena de vanagloria. Jesús no
sólo se detiene y reprende a los discípulos, sino que hace de su gesto una
enseñanza. "Dejen que los niños vengan a mí", no es sólo una
invitación a hacerse como niños, sino una declaración y una verdadera promesa hecha
a todos los que son como ellos que son parte del Reino.
El texto de hoy nos invita
a "venir a Jesús", es decir, a creer en él, lo cual nos lleva a
poseer el Reino, entrar en él o recibirlo como un niño: con su avidez de amor
gratuito, que nada ofrece a cambio más que la propia pequeñez.
Diario
Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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