sábado, 14 de mayo de 2011

«Permaneced en mi amor...»

¡Amor y paz!

A todos los lectores, seguidores y amigos de este blog ofrezco mil disculpas: debido a problemas técnicos no había podido renovar este servicio evangelizador. Espero que de hoy en adelante estos inconvenientes sean superados y vuelva a actualizar diariamente el blog.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 3ª. Semana de Pascua, en la que la Iglesia celebra la fiesta de San Matías Apóstol.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 15,9-17.

Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Comentario
        Cristo se ha ido; los Apóstoles poseían, ciertamente, en abundancia la paz y la alegría, más aún que cuando Jesús estaba con ellos, más no era una alegría, «como la da el mundo» (Jn 14,27). Esta es su alegría, nacida del sufrimiento y la aflicción.  Esta fue la alegría que San Matías recibió cuando se hizo un apóstol... El resto habían sido elegidos (por así decirlo) en su infancia: herederos certeros del reino, pero por ahora, bajo tutores y curadores ( Ga 4,2), y, como los apóstoles, no habían entendido su llamada, habían tenido pensamientos de ambición humana, deseos de riquezas, y lo aceptaron así por un tiempo...,pero San Matías entró de lleno en su heredad. Desde su elección tomó sobre sí el poder de los apóstoles y el precio a pagar. No sueña con el éxito terrenal ni podría alcanzar el trono que se eleva sobre la tumba, de uno que había sido juzgado y había caído, a la sombra misma de la cruz de aquel a quien había traicionado.

Sí, san Matías bien puede repetirnos hoy las palabras del Señor: «Cargad con mi yugo, y aprended de mí,» (Mt 11,29) porque ese yugo, lo había llevado él mismo desde el principio...desde su «juventud apostólica», él ha llevado el yugo del Señor. Embarcado sin duda en una gran Cuaresma, encontró la alegría...

        «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame»(Mt 16,24) . Venir a Cristo, es venir a su casa; tomar su cruz, es tomar su yugo; si Él nos dice que es ligero sin que deje de ser un yugo laborioso... No quiero decir, ciertamente, que la vida en la casa del Señor sea sin alegría y paz. «Mi yugo es llevadero, dice Jesús, y mi carga ligera»(Mt 11,30)...... es la gracia que hace que sea tal, puesto que sigue siendo austero...... sigue siendo una cruz.

Beato John Henry Newman (1801-1890), presbítero, fundador de comunidad religiosa, teólogo Sermón «El yugo de Cristo» PPS, vol. 7, n°8

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