lunes, 31 de enero de 2011

¿Nos preocupan los que aún ignoran el Evangelio?

¡Amor y paz!

Me gusta mucho observar en el contador de visitas que el blog es ‘visitado’ a veces por gente de países tan distantes como Rusia o China. Pero me preocupa si esas ‘visitas’ son para leer el Evangelio que publico acá todos los días en español. Me anima la idea de que puedan ser personas de habla hispana.

En todo caso,  la lectura del Evangelio y el comentario de hoy me hace reflexionar acerca de los destinatarios de la evangelización. Una pregunta en particular me llamó la atención: ¿Me preocupo yo de todos los que aún ignoran el Evangelio? Es que, como se afirma a continuación, hay sectores humanos no evangelizados en todas partes. Y no hay que ir muy lejos: el vecino de al lado puede no conocer la persona, las palabras, la obra de Jesucristo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 4ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 5,1-20.
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados. 
Comentario
Esta semana entraremos en una fase de la vida de Jesús en la que se acentúa la formación práctica de sus discípulos a su misión futura.

--milagros muy significativos realizados delante de ellos solos, sin la presencia de la muchedumbre...

--envío en misión para un primer período de prácticas de apostolado...

-Jesús y los doce atravesaron el lago y fueron al país de los Gerasenos.
Algo muy importante para Marcos que ¡escribe para paganos convertidos, en Roma! Es la primera vez que Jesús pasa voluntariamente una frontera, y que toma contacto con el mundo pagano de su tiempo. Se lleva consigo a sus "doce".

Gerasa, ¡país de misión! "Francia, país de misión", título de un libro célebre unos años atrás. Mundo entero, país de misión.

Como Jesús, ¿me preocupo yo de todos los que aún ignoran el evangelio? Hay sectores humanos no evangelizados en todas partes.

-Un hombre poseído de un "espíritu impuro" fue al encuentro de Jesús... Tenía su morada en los "sepulcros"... y ni aun con "cadenas", nadie podía sujetarle... 

Pues muchas veces le habían puesto "grillos" y cadenas... Pero los había roto.. y nadie podía dominarle.

Todos estos términos tienen un valor simbólico: tratan de sugerir la situación verdaderamente dramática del "hombre no-evangelizado".

Está dominado por fuerzas oscuras: Jesús pondrá en evidencia enseguida, la potencia maléfica y prolífera de esas fuerzas... "Mi nombre es Legión, pues ¡somos muchos!" (La "legión" romana constaba de 6.000 soldados).

Visto por un judío, el pagano es un hombre condenado a la muerte; vive ya "en los sepulcros" en medio de la podredumbre y de osamentas impuras. Los "cerdos", animales impuros y repugnantes para un judío, son su única compañía: le está prohibido comer su carne (Lv 11, 7-8).

En fin, el hombre no-evangelizado es un hombre "trabado" "encadenado", no libre. ¿No conservo quizá yo mismo también algunas cadenas y ligaduras? Todas estas imágenes nos dejan adivinar la importancia del gesto misionero que va a hacer Jesús: ¡Viene para liberar al hombre! Cualquiera que sea su degradación -aquel geraseno era un verdadero "monstruo" humano- ¡el hombre puede ser radicalmente curado y transformado por Jesús!

He aquí la buena nueva. Las miIes de pasiones que lo deformaban, la Legión de demonios que lo habitaban, han sido vencidos.

Jesús es más fuerte que las fuerzas maléficas del hombre.

-Las gentes fueron a ver lo que había sucedido... Ven al endemoniado "sentado", "vestido" y en su "sano juicio"...

El hombre se fue y comenzó a predicar en la Decápolis cuanto le había hecho Jesús.

De un bruto inmundo Jesús ha hecho un hombre equilibrado, normal, un hombre en su "sano juicio", un hombre cuya vida tiene un sentido, e incluso un apóstol, pues va a los suyos -paganos como él antes- y les anuncia la buena nueva de la transformación que Jesús ha obrado en él.

Dos advertencias para orar a partir de este texto: la frontera del paganismo pasa por nuestro propio corazón -hay en mí algunos sectores que hay que salvar-... la misión es una característica esenciaI de la Iglesia- hay que ir hacia todos aquellos que esperan aún su liberación, sin encerrarse en el medio cristiano.


Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 1
Evang. de Adviento a Pentecostés
Edit. Claret/Barcelona 1984.Pág. 298 s.

www.mercaba.org

domingo, 30 de enero de 2011

El cristiano es un hombre diferente

¡Amor y paz!

Comenzamos hoy la lectura del llamado ‘Sermón de la montaña’ y, concreta-mente, de las llamadas ‘Bienaventuranzas´.

Es importante que tengamos claro que ser fiel a Jesús, vivir como cristiano, seguir el Evangelio, trae, necesariamente, una serie de consecuencias; pero si esas consecuencias no se advierten ese cristianismo no es de fiar.

A lo mejor nuestro cristianismo se reduzca al cumplimiento de unas obligaciones religiosas que en nada afectan la vida. Siendo así, nuestra vida de cristiano no se diferencia en nada de la del no creyente y no seremos buenos cristianos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este IV Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 5,1-12.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: 
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. 
Felices los afligidos, porque serán consolados. 
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. 
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. 
Comentario

Hemos empezado hoy, hermanos, la lectura del llamado «sermón de la montaña», tal como nos lo ha transmitido el evangelista san Mateo.

Esta pieza fundamental de la enseñanza de Jesús, la iremos leyendo durante todos esos domingos que nos faltan antes de empezar el tiempo de Cuaresma, y, por ello, es importante que reflexionemos sobre el sentido global que contiene esa colección de máximas y sentencias que Mateo pone en labios de Jesús al comienzo de su predicación, como el resumen programático de todo el mensaje cristiano.

En cuanto a su contenido, nos pueden ser útiles estas palabras de un comentarista moderno, Joachim Jeremías: «El sermón de la montaña no es ley sino evangelio. Porque esta es la distinción entre ambos: la ley pone al hombre ante sus propias fuerzas y le pide que las use hasta el máximo; el evangelio sitúa al hombre ante el don de Dios y le pide que convierta de verdad ese don inefable en fundamento de su vida. Dos mundos».

Ello significa que el sermón de la montaña -encabezado por la proclamación solemne de las bienaventuranzas- no es un código jurídico, ni tampoco, propiamente hablando, una lista de normas morales: se trata, en cambio, del anuncio gozoso de las condiciones que hacen posible el seguimiento del camino del Reino de Dios, trazado por Jesús.

Dicho de otro modo: el sermón de la montaña no constituye el resumen de las normas legales y éticas que rigen la vida cristiana, sino que es, sencillamente, la proclamación de las consecuencias -exigentes y liberadoras al mismo tiempo- de la fe cristiana cuando se vive de veras.

Sin ánimo de sentar cátedra ni hacer un análisis exhaustivo, vamos a intentar desenmascarar algunas falsas concepciones de las bienaventuranzas; vamos a tratar de ver qué no son las bienaventuranzas, muy brevemente.

-Frecuentemente se han considerado las bienaventuranzas como las pautas de vida del cristiano, como el camino para seguir a Cristo; ni Cristo las presenta como tales, pues simplemente hace una relación de quiénes son dichosos, ni podemos nosotros interpretarlo así, puesto que en ellas para nada se habla de seguimiento de Cristo. A Jesús no se le sigue simplemente llorando, porque hay muchos que lloran y eso no significa que le sigan a él; ni basta con ser pobres, pues hay muchos pobres de quienes no se pueden decir en absoluto que sigan a Cristo, etc.

-Tampoco se pueden entender las bienaventuranzas como el código de ética cristiana, o como los mandamientos de la nueva ley (a pesar de los paralelismos del evangelio de hoy con la escena del Sinaí). Cristo no dio más que un mandato, el del amor; y las bienaventuranzas, repito, no son más que una relación de quiénes son dichosos; ni siquiera tienen la forma gramatical de unos mandatos.

-Las bienaventuranzas no son un seguro para la felicidad, ni indican el camino a seguir para alcanzar la felicidad, ni son una bendición que cause la felicidad, ni son, tampoco, un seguro para la salvación; nos demuestra la experiencia que cientos de personas sufren, lloran, pasan hambre... y no son felices. Las bienaventuranzas no aseguran al pobre que, por el simple hecho de serlo, sea feliz -la experiencia nos lo demuestra. Esa pobreza ha de tener un por qué que la explique y le dé sentido.

-Mucho menos se puede decir que sean un consuelo, una anestesia contra los males del mundo; ésta sería una solución alienante para tales males o problemas -en realidad ni siquiera sería solución-; sería una salida esclavizadora, impropia del estilo de Jesús. Las bienaventuranzas, entendidas como bálsamo serían, en realidad, verdadero opio en manos de los poderosos.

Es importante observar que lo que se declara bienaventurado son las personas y no las situaciones. La observación es importante porque ello significa que las bienaventuranzas no convalidan o consagran situaciones sociológicas de injusticia y dolor, sino que alaban a personas activas, a personas que llevan adelante una tarea dolorosa o que han hecho una opción dolorosa.

En la segunda parte de cada uno de los ocho miembros de que consta la enumeración, Jesús promete en nombre de Dios a todas estas personas un final a su sufrimiento y dolor. En el pasado se ha querido ver en estas palabras de Jesús una proclama reaccionaria, adormecedora de conciencias y favorecedora del mantenimiento de situaciones de injusticia en beneficio de los dominantes. A la luz del análisis anterior queda bastante claro que una interpretación así supone un total desenfoque del texto. Nadie con seriedad la sostiene hoy.

En definitiva, las bienaventuranzas no son algo anterior a un encuentro con Cristo, algo que nos acerque a él, etc., sino todo lo contrario: las bienaventuranzas son algo «a posteriori» de un encuentro personal con Cristo. No son otra cosa que la nueva realidad de los que han optado por Cristo. Las bienaventuranzas no son sino algo que sucede después de haberse decidido por Jesús, lo que uno se va a encontrar en su vida después de dar un sí a Cristo. Por eso es dichoso el pobre: porque su pobreza es fruto de una opción por Jesús. Quien llora porque se le ha muerto su madre no es bienaventurado; todos lloran cuando pasan tal trance. Quien llora porque el seguir a Jesús le hace comprender cosas que hacen llorar, quien llega a llorar como efecto de seguir a Cristo, ese es dichoso. Y así con todas las bienaventuranzas.

Lo primero es, pues, la decisión por Cristo; y luego, por haber hecho tal opción, seremos dichosos. Y si lo intentamos al revés no conseguiremos nada. La dicha no puede venir por sí sola sino, únicamente, como fruto de nuestra decisión en favor de seguir a Cristo.

El ámbito de las bienaventuranzas es religioso. Es decir, presuponen una toma de posición previa por Jesús y por el reinado de Dios. Jesús se dirige exclusivamente a los que han tomado posición por él y por el Reino (=a los discípulos). Esta toma de posición previa le lleva al discípulo a adoptar posturas concretas. Estas posturas le colocan unas veces en situaciones penosas y otras en actividades cuya realización comporta una serie de dificultades. Tanto en unos casos como en otros el discípulo puede llegar a experimentar el desánimo, la tentación de mandarlo todo a paseo o puede incluso «quemarse». Es aquí, ante estas posibilidades muy humanas, donde interviene Jesús y le dice al discípulo: «No te desanimes. No eres ningún desgraciado. Todo lo contrario: eres un bienaventurado. Eres tú quien está construyendo el Reino y llegará un día en que esto aparezca con toda claridad». La perspectiva de futuro que Jesús introduce no es una evasión; es, sencillamente, la certeza que necesita el luchador de que su lucha no es una quimera, la certeza de que su lucha vale la pena porque efectivamente lleva a un término glorioso.

sábado, 29 de enero de 2011

“¿Por qué tienen miedo? ¿No tienen fe?”

¡Amor y paz!

Realmente es muy fácil pregonar que tenemos fe cuando todo en nuestra vida va bien, sin altibajos. Pero la fe, como la pericia de un marino o la estrategia de un gerente, sólo se prueba cuando surgen las crisis: el navío mar adentro parece naufragar o la empresa está a punto de quebrar.

Nos viene bien reflexionar sobre cuál es la calidad de nuestra fe, ahora que, luego del relato de una serie de parábolas, el evangelista Marcos nos habla de cuatro milagros obrados por Jesús. No ya esta vez ante la muchedumbre, sino sólo ante sus discípulos, con el fin de educarlos. Es que el discípulo puede sufrir dudas más grandes y frecuentes que cualquier persona, tal vez porque, como dice el Señor en otra parte del Evangelio: “Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más” (Lc 12, 39ss).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario (de San Agustín), en este sábado de la 3ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga….

Evangelio según San Marcos 4,35-41.
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?". 
Comentario
Estás en el mar y llega la tempestad. No puedes hacer otra cosa que gritar: «¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30). Que te extienda su mano el que camina sin temor sobre las olas, que saque de ti tu miedo, que ponga tu seguridad en él, que hable a tu corazón y te diga: «Piensa en lo que yo he soportado. ¿Tienes que sufrir de un mal hermano, de un enemigo de fuera de ti? ¿Es que yo no he tenido los míos? Por fuera los que rechinaban de dientes, por dentro ese discípulo que me traicionaba».

    Es verdad, la tempestad hace estragos. Pero Cristo nos salva «de la estrechez de alma y de la tempestad» (Sl 54,9 LXX). ¿Está sacudido tu barco? Quizás sea porque en ti Cristo duerme. Un mar furioso sacudía la barca en la que navegaban los discípulos y, sin embargo Cristo dormía. Pero por fin llegó el momento en que los hombres se dieron cuenta que estaba con ellos el amo y creador de los vientos. Se acercaron a Cristo, le despertaron: Cristo increpó a los vientos y vino una gran calma.  

  Con razón tu corazón se turba si te has olvidado de aquel en quien has creído; y tu sufrimiento se te hace insoportable si el recuerdo de todo lo que Cristo ha sufrido por ti, está lejos de tu espíritu. Si no piensas en Cristo, él duerme. Despierta a Cristo, llama a tu fe. Porque Cristo duerme en ti si te has olvidado de su Pasión; y si te acuerdas de su Pasión, Cristo vela en ti. Cuando habrás reflexionado con todo tu corazón lo que Cristo ha sufrido, ¿no podrás soportar tus penas con firmeza cuando te lleguen? Y con gozo, quizás, a través del sufrimiento, te encontrarás un poco semejante a tu Rey. Sí, cuando estos pensamientos empezarán a consolarte, a producirte gozo, has de saber que es Cristo que se ha levantado y ha increpado a los vientos; de él vendrá la paz que has experimentado. «Yo esperaba, dice un salmo, al que me salvaría de la estrechez de alma y de la tempestad». 

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Comentarios sobre los salmos, sl 54,10; CCL 39,664
©Evangelizo.org 2001-2010

viernes, 28 de enero de 2011

Dos parábolas para aumentar nuestra esperanza

¡Amor y paz!

Sí, hermanos. Las que leeremos hoy son dos parábolas para alimentar nuestra esperanza, afectada por tantas desilusiones, pero también para frenar nuestra vanagloria y provocar verdadera humildad cuando evangelizamos. 

Por lo tanto, debemos afirmar, como lo hizo el Hermano Roger, Fundador de la comunidad de Taizé.: “No podemos construir más que a partir de lo que somos, con nuestros límites y nuestras fragilidades. Dios deposita un tesoro de Evangelio en las vasijas de arcilla que somos cada uno".

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Viernes de  la 3ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 4,26-34.

Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. 

Comentario

En las parábolas, se refleja una experiencia muy humana: hay que trabajar con paciencia y constancia para cosechar los frutos de la tierra. Jesús nos manifiesta claramente los secretos del reino que nos quiere enseñar. Nos habla del Reino de Dios, comparándolo con la semilla que el sembrador pone en la tierra y que crece por sí misma, porque posee todas las condiciones para su desarrollo.

Ese Reino de Dios ya está aquí, en medio de nosotros, ya crece como la semilla oculta en la tierra, como la casi microscópica semilla de mostaza. No viene con el estrépito de la propaganda, ni con derroche de medios y de fuerza. No es como las grandes empresas del mercado y de los medios de comunicación, planeadas para producir jugosos dividendos a unos pocos. El Reino de Dios crece en secreto en nuestro mundo, alimentado por el mismo Dios, que lo pone en el corazón de los creyentes como una semillita que, poco a poco, da abundantes cosechas de solidaridad y de servicio entre los pobres y que echa ramas en las que pueden cobijarse todos los desamparados de este mundo.

Estas dos bellas parábolas pueden alimentar y afianzar nuestra esperanza. No importan los aparentes fracasos, las grandes dificultades, la desproporción entre la escasez de nuestros medios de evangelización, y la abundancia y gravedad de los problemas que debemos enfrentar. Es el mismo Dios Padre el que hace crecer y germinar su Reino, a veces por caminos misteriosos y desconocidos para nosotros.

Servicio Bíblico Latinoamericano 2004

jueves, 27 de enero de 2011

Con la medida que midamos seremos medidos

¡Amor y paz!

Hoy Marcos nos presenta otra forma de parábolas de las que contaba Jesús. La primera deja claro que si hemos experimentado el amor universal de Dios no podemos esconderlo sino divulgarlo a los cuatro vientos.

La segunda pone de presente que la medida que utilicemos con los demás será la medida que utilicen también con nosotros.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 3ª. Semana del tiempo ordinario.

Dos los bendiga…

Evangelio según San Marcos 4,21-25.

Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene". 

Comentario

El secreto del reino de Dios hay que difundirlo: nadie está excluido de sentarse a la mesa de la comu­nidad o Reino de Dios; ya no puede haber excluidos del pueblo ni pueblos excluidos.

Este secreto revelado del amor universal de Dios se compara con una lámpara que debe servir para poner­la sobre el candelero de modo que ilumine toda la casa y no para meterla debajo de la cama, donde no hay nada que iluminar. Ese secreto del amor universal de Dios estuvo escondido cuando Israel era niño y se creía que Dios era propiedad exclusiva del pueblo, in­capaz de comprender que Dios lo era de todos y que nadie lo tenía en monopolio. El Dios de Jesús, en el evangelio de Marcos, da dos veces de comer a la gen­te, una a judíos, otra a cristianos, y anuncia la buena nueva a uno y otro lado del mar. Su liberación alcanza a quienes la desean y sus curaciones no hacen acep­ción de personas.

Este mensaje del amor universal de Dios no es fácil de aceptar por los discípulos que participan de la mentalidad exclusivista del pueblo de Israel, ha­bituados a un mundo de privilegios. A los discípulos, les da clases particulares intensivas para que, cuando tengan que continuar la tarea de Jesús, la hayan apren­dido bien y la divulguen a los cuatro vientos: Dios es Padre de todos, y todos somos hijos/as de Dios, y si somos hijos/as, somos hermanos/as, y si hermanos y hermanas, somos iguales en derechos y en deberes, Solidarios/as en el amor que hará del mundo un ho­gar. He ahí, de nuevo, el Proyecto, la Utopía, el Sue­ño de Dios (él/ella...).

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)

miércoles, 26 de enero de 2011

A quienes leemos la Palabra, se nos pide frutos de santidad

¡Amor y paz!

Llegados a ese punto del evangelio de san Marcos, leeremos cinco pequeños sermones de Jesús y cuatro milagros que pondrán en evidencia el vínculo muy particular del Señor con sus doce apóstoles. Marcos repetirá dos veces que Jesús practica un doble nivel de enseñanza. Dirige sus parábolas a toda la muchedumbre en general; luego, en particular las explica a sus discípulos. Del mismo modo, los milagros relatados después no se hicieron en presencia de la muchedumbre, sino solamente ante el pequeño grupo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 3ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 4,1-20.

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno". 

Comentario

Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).

En Santa María encontramos el mejor modelo de correspondencia a la llamada de Dios.

Rev. D. Antoni Carol i Hostench (Sant Cugat del Vallès-Barcelona, España)

martes, 25 de enero de 2011

Los males del mundo reclaman un cristianismo unido

¡Amor y paz!

Hoy concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Unámonos todos a esa plegaria. Pensemos en que el mundo hoy nos necesita unidos, no peleándonos, si queremos cumplir la misión que nos dio Cristo de ir por el mundo a anunciar la Buena Noticia. Recordemos que "La mies es mucha y los obreros pocos" (Lc 10, 2).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes en que celebramos la Fiesta de la Conversión de San Pablo.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 16,15-18. 

Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán". 

Comentario

La fiesta de la “Conversión de san Pablo”, nos recuerda el gran mandamiento de Jesús de evangelizar, pero al mismo tiempo, el hecho de que no se pude dar lo que no se tiene. Si hoy en el mundo se vive un paganismo práctico, que lleva a la violencia, al robo, al atropello de los valores humanos, a la corrupción, etc., es porque falta en muchos de los cristianos una conversión profunda. Sin embargo, usando las palabras del apóstol, nos ponemos a pensar: ¿pero, cómo creerán, si no hay quien les anuncie? Y cuando se les anuncia, ¿cómo creerán si la vida de los que predican no es conforme a lo que predican? Un sólo hombre comprometido y tocado profundamente por el amor de Dios, recorrió todo el mundo conocido, hablando de Aquel que había cambiado su vida… Fue así como el mundo pagano se convirtió a la luz y al amor de Cristo. Déjate tocar por el amor de Dios, y responde con generosidad siendo portador del amor de Dios en tu casa, tu empresa, o tu escuela… Recuerda que Dios te necesita.

Pbro. Ernesto María Caro

lunes, 24 de enero de 2011

“El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón”

¡Amor y paz!

Ya hemos señalado cómo Marcos pone en evidencia, por medio de frecuentes repeticiones un aspecto dramático de la vida de Jesús que conducirá a la Pasión, considerada netamente por El como la cumbre de esta vida.

Tres grupos se enfrentan como los lados de un triángulo...

"Jesús y sus discípulos", "la muchedumbre", "los adversarios".

Ahora bien, es notable que Marcos intercale una escena violenta de discusión con los "escribas venidos de Jerusalén", ciudad donde Jesús sufrirá la Pasión, en una escena de discusión con su familia: en ambos casos, es objeto de acusaciones malévolas. "Esta fuera de sí", decían los parientes... "Está poseído del demonio", decían los escribas...

Así Jesús es rechazado "por los suyos", y "por las autoridades religiosas".   (Noel Quesson).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la 3ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Marcos 3,22-30. 

Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios". Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".

Comentario

Este pasaje nos sirve para ilustrar en qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo. Los escribas y fariseos, con tal de desacreditar a Jesús, hacen aparecer todas las obras buenas realizados por él como si fueran hechas gracias a la acción del Demonio. Esto no es otra cosa que una rechazo consciente (pues ellos mismos han sido testigos de ello) de la gracia de Dios; es una resistencia a la conversión.

Esto desafortunadamente puede suceder también en nuestra propia vida cuando de manera sistemática rechazamos la invitación a Dios a convertirnos, a dejar nuestra vida de pecado y para ellos inventamos toda clase de excusas, las cuales nos mantienen al margen del amor de Dios.

Pecar contra el Espíritu, entonces, no consiste en hablar mal de él, sino en rechazar la invitación de Dios a la vida de la gracia. Esto puede incluir, incluso, el encerrarnos detrás de posiciones teológica que van bloqueando la acción de la gracia que busca la unidad y la paz. No desaproveches hoy la oportunidad que Dios te da para amarle más y para descubrír en él la única fuente de la verdad y de la autentica felicidad.

Pbro. Ernesto María Caro

domingo, 23 de enero de 2011

Hay que replantear la vida si se quiere seguir a Jesús

¡Amor y paz!

Comenzamos la lectura continuada del evangelio de san Mateo. Para situarnos tenemos que saber que el evangelista, en los capítulos anteriores, ha narrado tanto los misterios de la infancia de Jesús como su bautismo en el Jordán.

La lectura arranca en el momento en el que Jesús deja su casa de Nazaret y se afinca en Cafarnaún, ciudad muy bien situada para la misión que iba a iniciar. De hecho, será su residencia habitual en los años de su vida pública. Con todo, el evangelista ve en este cambio de residencia el cumplimiento de una profecía.

La primeras palabras de Jesús son una invitación a que cada hombre que se tope con Él tiene que reconsiderar toda su vida y acertar a situarse ante la novedad de un nuevo orden de cosas en el que no valen las leyes y valores de este mundo sino el proyecto y los deseos de Dios, en concreto, "el Reino de los cielos" (www.mercaba.org).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este III Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 4,12-23. 

Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.

Comentario

Al enterarse de que Juan el Bautista había sido encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, pero no se quedó a vivir en Nazaret, donde se había criado, sino que se fue a la ciudad de Cafarnaúm, a orillas del lago, en la región de las tribus de Zabulón y Neftalí. “Desde entonces, Jesús comenzó a proclamar: ‘Vuélvanse a Dios, porque el reino de Dios está cerca”. Fue allí en esta pequeña población de pescadores, donde Jesús comenzó a formar una pequeña comunidad que viviera ya la realidad del reino que él anunciaba. El evangelio que nos propone hoy la liturgia nos habla del llamamiento que recibieron los primeros cuatro discípulos. Eran pescadores que pasaban su tiempo ocupados en las labores propias de su profesión. Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes, sus familias y todo lo que tenían, para seguir al Señor.
Hace algunos meses me pidieron algunas orientaciones para formar una comunidad cristiana. Les sugerí que las reuniones deberían tener estos cuatro momentos:
1. Un momento para compartir la VIDA: Momento para compartir la vida de cada uno en algún aspecto. Esto se puede hacer con base en una pregunta que puede estar orientada de muchas maneras. También podría organizarse algún tipo de dinámica que ayude a conocerse más, a conversar sobre lo que les llama la atención, lo que les gusta, lo que vive cada uno, etc. Algunas preguntas que se me ocurren en este momento, una para cada reunión, podrían ser las siguientes: ¿Qué buscamos cuando venimos a construir una comunidad cristiana? ¿Cuál es mi historia de vida? ¿Qué etapas ha tenido mi vida, mi relación con Dios, mi desarrollo profesional, etc.? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado en nuestra vida familiar en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado a nivel social y político en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado con respecto a nuestra actividad laboral en este último tiempo? ¿Cuáles son mis sueños para el futuro, a nivel familiar, grupal, laboral, social, político? Esto es una pequeña muestra. La idea es generar un momento de compartir sobre la VIDA, que sería el elemento inicial de cualquier comunicación y construcción comunitaria.
2. Un momento para escucha la PALABRA DE DIOS: Podrían ir leyendo en cada reunión, una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles; en él, san Lucas, cuenta cómo fue que los primeros cristianos hicieron para construir una comunidad fraterna alrededor de la fe en Jesús. No conozco otro método más apropiado para aprender a construir una comunidad cristiana. Podrían comenzar por leer juntos una pequeña introducción al libro de los Hechos de los Apóstoles. Esta introducción se puede encontrar al comienzo del libro y suele ser escrita por un especialista que habla de la manera como se escribió el libro, su autor, su organización interna, etc. Debe ser pequeña y no muy complicada. Las ediciones corrientes de la Biblia traen una pequeña introducción. Las biblias de estudio tienen introducciones más complejas y largas. Puede escogerse mejor una pequeña para no hacer aburrido el rato. Luego pueden ir leyendo, en cada reunión, un capítulo o una pequeña parte y comentarla entre todos. ¿Qué nos enseña? ¿Cómo ilumina este texto lo que hemos compartido sobre nuestras vidas? ¿A qué nos invita este texto? etc.
3. Un momento para CELEBRAR LA FE EN COMUNIDAD. Este momento sería un momento de oración, de pedir por nuestras necesidades, de dar gracias, etc. Se puede tomar una oración que uno conozca y repetirla juntos. Se puede invitar a que cada uno ore en voz alta o se puede dirigir un momento de oración personal. Si alguna vez los puede acompañar un sacerdote, podrían tener la celebración de la eucaristía. Pero lo fundamental es tener un momento de oración compartida, que puede hacerse de muchas maneras...
4. Un momento para COMPARTIR fraternalmente. Este momento sería para compartir un trozo de ponqué y una gaseosa. Durante este último momento se puede tener también un rato de esparcimiento sano, organizar algún juego, alguna dinámica, un momento para departir informalmente un rato.
Algunas sugerencias adicionales:
1. Cada momento de la reunión lo puede preparar una persona o una pareja distinta cada vez; con esto se promueve la participación de todos y se invita a la creatividad.
2. Cada momento debe ser como una minifalda... Lo suficientemente corto para llamar la atención, pero lo suficientemente largo para cubrir el tema fundamental... No deberían ser momentos muy largos; una buena medida podría ser media hora cada momento; a lo mejor el momento de oración puede ser más breve y el del compartir la Palabra un poco más largo... Pero la reunión no debería pasar de dos horas.
3. Es muy importante ser muy puntuales para empezar y para terminar, de manera que la gente sepa bien cómo se va a manejar el tiempo. Si la gente se quiere quedar un rato más después de terminar, lo puede hacer, pero dar por terminada la reunión en un momento dado.
4. Sería bueno tener durante toda la reunión una velita o un cirio encendido en medio de la comunidad, representando a Cristo resucitado. Y también tener una Biblia colocada en un lugar especial, también como símbolo de la presencia del Señor en medio de la comunidad. A esto se pueden añadir flores, algún otro símbolo, dependiendo del tema que vayan a tratar, etc.
Seguramente, en el proceso, irán saliendo tareas y misiones, porque no hay ninguna comunidad que se reúna alrededor de la memoria de Jesús, que no se sienta, en un momento dado, lanzada a cumplir una misión en medio de la Iglesia y del mundo; por eso, habrá que estar atento para orientar y dirigir esa misión de modo que sea sencilla, realizable, práctica y no complicada, ideal, abstracta...
Hoy, la Iglesia también se tiene que formar a partir de pequeñas comunidades en las que se pueda compartir la vida de cada uno de sus miembros. Sólo así podremos decir que el reino de Dios ya está cerca.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá