sábado, 7 de agosto de 2010

¡Si nuestra fe fuera como un grano de mostaza!

¡Amor y paz!


Jesús baja del monte donde se ha transfigurado y se pone en contacto con tres expresiones de la miseria humana: la enfermedad, el influjo diabólico y la falta de fe. El hecho en torno al cual se desarrolla el texto es la curación de un muchacho epiléptico y 'poseso'.


Jesús se queja de que los hombres no tienen fe y dice que si la tuvieran aunque fuera del tamaño de un grano de mostaza nada sería imposible para ellos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario.

Asimismo, oremos por Juan Manuel Santos Calderón, quien se posesionó hoy 7 de agosto como Presidente de Colombia. Que el Señor lo bendiga a él y a todo su equipo de gobierno, a fin de que trabajen con honestidad y eficiencia para solucionar los problemas que aquejan al país y lo conduzcan por los senderos de la paz, el progreso y la justicia social.


Evangelio según San Mateo 17,14-20.

Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar". Jesús respondió: "¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí". Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado. Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?". "Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: 'Trasládate de aquí a allá', y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes".


Comentario

a) Al bajar del monte, después de la escena de la transfiguración -que no hemos leído-, Jesús se encuentra con un grupo de sus apóstoles que no han sido capaces de curar a un epiléptico.

Jesús atribuye el fracaso a su poca fe. No han sabido confiar en Dios. Si tuvieran fe verdadera, «nada les sería imposible». Después, «increpó al demonio y salió, y en aquel momento se curó el niño».


b) ¡Cuántas veces fracasamos en nuestro empeño por falta de fe! Tendemos a poner la confianza en nuestras fuerzas, en los medios, en las instituciones. No planificamos con la ayuda de Dios y de su Espíritu.

Jesús nos avisó: «sin mí no podéis hacer nada». Apoyados en él, con su ayuda, con un poco de fe, fe auténtica, curaríamos a más de un epiléptico de sus males.


El que cura es Cristo Jesús. Pero sólo se podrá servir de nosotros si somos «buenos conductores» de su fuerza liberadora. Como cuando Pedro y Juan curaron al paralítico del Templo.


La de cosas increíbles que han hecho los cristianos (sobre todo, los santos) movidos por su fe en Dios. Tener fe no es cruzarse de brazos y dejar que trabaje Dios. Es trabajar no buscándonos a nosotros mismos, sino a Dios, motivados por él, apoyados en su gracia.


J. ALDAZABAL

ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5

Tiempo Ordinario. Semanas 10-21

Barcelona 1997. Págs. 245-248

www.mercaba.org