sábado, 9 de abril de 2011

«Nadie habló jamás como este hombre»

¡Amor y  paz!

En el evangelio leemos hoy cómo la persona de Jesús, concretamente su origen, provoca discusiones y posturas diversas. Se ignora lo más profundo de su personalidad: su origen divino. La vida de los hombres se decide según la actitud vivencial que tomen con respecto a Jesús. (Misa Dominical 1990/7-25).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este IV Sábado de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 7,40-53. 
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta". Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".  Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?". Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre". Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita". Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: "¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?". Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta". Y cada uno regresó a su casa. 
Comentario

La discusión en torno a Jesús sigue y se agrava por momentos; ¿quién es este? ¿el profeta? ¿el Mesías? El texto empieza en orden invertido a dar respuesta a estos interrogantes. Han enviado guardias para detenerlo, pero estos han quedado sorprendidos por su palabra. No pueden ante lo que escuchan. Juan juega con las palabras ya que el que lo escucha termina creyendo, por eso “escuchar” y “creer” son casi sinónimos en este Evangelio: “mis ovejas escuchan mi voz”. Por eso Nicodemo pretende que sea escuchado, porque sabe por experiencia propia el efecto de sus palabras.

Entre los adversarios el desconcierto es curioso: no puede ser el Mesías porque no es de Belén, afirman, mostrando no sólo su ignorancia sino por qué si puede ser el Mesías. Por otra parte, los sacerdotes y fariseos, los que no lo escuchan no dan crédito a estas actitudes. Sin saberlo sus palabras de vuelven contra ellos mismos (la ironía de Juan) ya que aunque creen que ningún magistrado ha creído en él, porque creerle es algo sólo propio de ignorantes, uno de los magistrados sí ha creído, con lo que su palabra se desautoriza por sí misma. Por otro lado, no se puede seguir el mal testimonio de los ignorantes y malditos que no conocen la ley, mientras que ellos violan flagrantemente la ley condenado a un acusado sin “escucharlo”; por otra parte niegan que un profeta pueda venir de Galilea, porque no lo hay en la Escritura, mientras que en la Escritura sí hay algún caso de profeta venido de Galilea. Si el juicio sigue desarrollándose, la sentencia parece dictada de antemano.

Es curioso que el desprecio a los ignorantes les impida descubrir que son ellos los que verdaderamente no saben, los que están cerrados a la fe. Ese desprecio, el creernos del bando de los sabios y justos nos impide frecuentemente abrirnos a los caminos de Dios, descubrir su palabra y escucharlo -como hacen los pobres- que nos enseñan con su fe.

Servicio Bíblico Latinoamericano