¡Amor
y paz!
Dejando
por un momento la narración de los milagros, leemos hoy un breve pasaje con
unos relatos de vocación.
Primero
es un letrado y, luego, uno que ya era discípulo. Jesús les hace ver a ambos
que su seguimiento va a ser difícil y radical. Que él «no tiene dónde reclinar
la cabeza», o sea, que no esperen ventajas materiales, porque Jesús sigue una
vida de peregrino, de apóstol itinerante, desarraigado y pobre.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio de este lunes de la 13ª. Semana
del tiempo ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 8,18-22.
Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Otro de sus discípulos le dijo: "Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos".
Comentario
A los
que somos seguidores de Jesús, se nos recuerda que esto nos va a exigir
desapego de los bienes materiales, incluso de nuestra familia. Que la fe
cristiana no es fácil. Jesús no nos promete bienes materiales y éxitos según
las medidas de este mundo. Él mismo ha dejado su familia de Nazaret para
dedicarse a su misión y camina por los pueblos, sin establecerse en ninguno.
El
evangelio de ayer concluía afirmando de Jesús que «tomó nuestras dolencias y
cargó con nuestras enfermedades». Ése es su estilo y ése ha de ser el estilo de
sus seguidores.
Jesús
no nos está invitando a descuidar a los padres o a la familia. Tampoco, a que
dejemos sin enterrar a los muertos. Sería inhumano y cruel. Con esas dos
afirmaciones, tan paradójicas, está queriendo decir que su seguimiento es
exigente, que pide decisión absoluta, que debemos estar dispuestos a ser
peregrinos en la vida, desprendidos de todo, no instalados en nuestras
comodidades.
Lo
cual no sólo se cumple en los que abandonan la familia para hacerse religiosos
o ser ministros en la comunidad o ir a los países de misión a evangelizar. Todo
cristiano debe saber aplicar una justa jerarquía de valores a sus ideales.
Seguir a Cristo y su evangelio supone, a veces, renunciar a otros valores más
apetitosos según este mundo. Dentro de pocos días leeremos en el mismo
evangelio de Mateo otra afirmación igualmente paradójica: «el que ama a su
padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).
Se
trata de seguir a Jesús con poco equipaje, con menos apego a otras cosas. Esto
lo saben muy bien los estudiantes o los deportistas o los comerciantes que
persiguen sus objetivos sacrificando otras cosas que les gustarían. Y lo saben
también quienes renuncian a su comodidad para dedicar su tiempo al apostolado o
a la catequesis o como voluntarios en acciones de asistencia a los más
necesitados. Hay valores más profundos que los visibles de este mundo. Hay
ideales por los que vale la pena sacrificarse. El seguimiento de Jesús va en
esta línea de decisión generosa.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 88-92
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 88-92