jueves, 7 de abril de 2011

«Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibisteis»

¡Amor y paz!

En el Evangelio, Jesús aporta testimonios que autentifican su misión. El del precursor (válido exclusivamente para los que le habían conocido) y el de Dios mismo, que se hace accesible a los hombres de dos maneras: por las obras divinas que Cristo realiza, y por las Escrituras. Para reconocer este testimonio sobre Jesucristo hay que creer en Dios, es necesario que su Palabra habite entre nosotros. Y eso será verdad en la medida en que amemos a Dios y busquemos su gloria y no la nuestra. (Misa Dominical 1990/07).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 4ª semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 5,31-47.

Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".
Comentario


En el evangelio de Juan, los judíos entran en conflicto con Jesús porque no comprenden que la Escritura es una mediación para entrar en comunión con el Dios de la vida y con la vida del pueblo, y no como ellos que terminan idolatrando la ley. Jesús sigue presentando su defensa como si estuviera ante un tribunal. De acusado pasa a acusador, al demostrar con una serie de testigos la ceguera, la sordera y la falta de fe de sus adversarios. Dan testimonio de Jesús, Juan Bautista, sus obras realizadas, la Escrituras y el mismo Moisés. Jesús resalta la importancia de las obras al considerarlas como un testimonio mayor que el de Juan. Las obras son los signos realizados. Así como el pueblo veía y era consciente de las obras realizadas por Dios en la historia de Israel, desde la liberación de Egipto hasta el momento mismo de Jesús, en la práctica de la vida cotidiana las olvidaba. De igual manera, aunque ha visto las obras de Jesús, el pueblo no se ha convertido a su Palabra. No hay duda de que para los cristianos las obras son la mejor manera de demostrar la fe en el Señor Jesús. Por esto asusta cuando se escucha que un país con el 98% de cristianos, alcanza también altos porcentajes de desigualdad social, de corrupción, de violación de los derechos humanos, intolerancia política, etc.

Las últimas palabras de Jesús a sus adversarios suenan desconcertantes: "No piensen que seré yo quien los acuse ante el Padre. Es Moisés quien los acusa, aquel mismo en el que ustedes creen". Moisés, a quienes ellos pretenden seguir, los condena por haberle robado la vida a la ley, inundándola de normas y cargas pesadas.

Desde esta perspectiva podemos entender cómo muchos hombres y mujeres se llaman cristianos a pesar de que alimentan estructuras sociales injustas, corruptas, violadoras de derechos humanos, por sus intereses mezquinos y egoístas. La razón es simple: creen como los fariseos que con cumplir algunas normas (ir a misa, confesarse, dar limosna, ir en peregrinación a Roma o Tierra Santa, etc) tienen la salvación en las manos, sin darse cuenta de que, mientras la fe no se traduzca en obras de amor y de vida, no estamos siguiendo al Jesús del Evangelio.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)