¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este sábado de la 4ª. Semana de Pascua.
Dios nos bendice...
Evangelio según San
Juan 14,7-14.
Jesús dijo a sus discípulos: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."
Comentario
Jesús reafirma la necesidad de reconocer en él al
Padre. A la petición de Felipe "Señor, déjanos ver al Padre",
responde con otra pregunta: "¿y todavía no me conoces?" El
conocimiento que pide Jesús a Felipe es algo más profundo que una mirada
superficial o a la mera apariencia física. Se trata de pasar de un pensamiento
lógico, racional y frío, a un pensamiento que involucre otras dimensiones, que
tenga ojos para la realidad interior que encierra lo simbólico de la historia y
la cultura. Sólo así se capta qué Dios se revela en Jesús y cómo la
corporalidad de Jesús es sacramento.
Esta es la mirada de fe que pide Jesús a Felipe en
su momento. Se necesita entonces una disposición mental, afectiva y espiritual
que involucre todos los valores del ser humano, incluida su corporeidad, su
afectividad, su sensibilidad, su cultura. Para aceptar a Jesús como sacramento
del Padre, la fe en Dios presupone y necesita de una mentalidad global, totalizadora,
que supere la dualidad cuerpo-espíritu.
Nuestra sociedad, marcada por un pensamiento dual,
ha creado ámbitos donde prima lo espiritual sobre lo material, y de esta manera
se sataniza lo que tenga que ver con la naturaleza o con lo físico. Se demoniza
el cuerpo y es motivo de discriminación y rechazo. Es decir, se termina negando
la cultura. Jesús se propone a sí mismo como mediación a través de sus obras.
Hay aquí una valoración del cuerpo como lugar teológico en el que se descubre a
Dios, desde el que se dialoga con Dios y desde donde es posible participar y
contribuir activamente en la construcción de una nueva sociedad: "...el
que cree en mí hará también las obras que yo hago"... (v. 12). Esa visión
integral Dios-naturaleza-vida, es una concepción muy profunda típica de
nuestras culturas tradicionales. Valorada y llena de justicia, sería el gran
aporte de los pueblos profundos de Nuestra América frente a los múltiples
problemas que hoy nos aquejan.
Servicio Bíblico Latinoamericano