domingo, 25 de abril de 2010

LOS VERDADEROS DISCÍPULOS ESCUCHAN A CRISTO

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, hoy 4º Domingo de Pascua, centrado tradicionalmente en una de las imágenes más entrañables del evangelio, de profundas raíces bíblicas e incluso universales: Jesús, el buen pastor.

Oremos hoy especialmente por el Papa, los obispos y los sacerdotes, para que sean fieles al ministerio que les ha confiado el Señor. También por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. ¡Se necesitan muchos y buenos seres humanos que dediquen su vida a la causa del Evangelio!

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 10,27-30.

Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa".

Comentario

1. Los judíos celebraban la fiesta de la dedicación del templo como aniversario político de liberación, al recordar la resistencia heroica de los macabeos contra la profanación del templo. La escena del evangelio se desarrolla en la fiesta judía de la dedicación o consagración del templo. En el contexto de esta fiesta se enfrenta Jesús con los dirigentes judíos. Según Juan, Jesús es el nuevo templo consagrado por el Padre. Frente a los dirigentes que no sirven ni pastorean, Jesús se muestra como el Mesías, bajo la figura del buen pastor. Así lo prueban sus obras. Jesús es el «gran pastor» (Heb 13,20) o el «supremo pastor» (I Pe 5,4). Delega el ministerio en sus discípulos. En el discurso de Juan (cap. 10) los temas centrales son la puerta, el pastor y las ovejas.

2. Los primeros forjadores del pueblo de Dios fueron nómadas. De ahí que la imagen del pastor con su rebaño pasase a expresar las relaciones de Dios con su pueblo. De ordinario, el pastor no suele ser dueño de las ovejas, sino líder y compañero; las conduce a los pastos (las alimenta), las defiende de los peligros (las protege) y se entrega totalmente a su misión (da la vida). Su autoridad proviene de la dedicación que presta al pastoreo. Todas las grandes figuras de Israel (como David y Moisés) fueron pastores, para indicar que Dios elige la debilidad de este mundo para llevar a cabo sus maravillas.

3. Los discípulos de Jesús se reconocen por tres cosas: 1) escuchan la voz de Cristo, a saber, creen, prestan atención, se adhieren personalmente; Cristo, a su vez, los conoce; 2) le siguen, entendiendo por «seguimiento» adhesión de conducta y compromiso; Cristo les da, en correspondencia, la vida eterna; 3) no perecerán, porque Cristo los sostendrá junto a sí. Jesús se describe como Hijo de Dios: consagrado por el Padre, por medio del Espíritu, para una misión salvadora. El pueblo de Dios escucha la voz de Cristo, acepta su seguimiento y se siente protegido. En relación a esta triple afirmación, Jesús conoce a sus discípulos, les da vida y los defiende. Creer es escuchar la voz de Dios y demostrarlo con los hechos, no algo meramente verbal; en el fondo, equivale a seguir a Cristo.

CASIANO FLORISTAN
DE DOMINGO A DOMINGO
EL EVANGELIO EN LOS TRES CICLOS LITURGICOS
SAL TERRAE.SANTANDER 1993.Pág. 269 s.
www.mercaba.org

Oración

Espíritu de Amor eterno,
que procedes del Padre y del Hijo,
te damos gracias por todas las vocaciones
de apóstoles y santos que han fecundado la Iglesia.
Continúa, todavía, te rogamos, esta tu obra.
Acuérdate de cuando, en Pentecostés,
descendiste sobre los Apóstoles reunidos en oración
con María, la madre de Jesús,
y mira a tu Iglesia que tiene hoy
una particular necesidad de sacerdotes santos,
de testigos fieles y autorizados de tu gracia;
tienen necesidad de consagrados y consagradas,
que manifiesten el gozo de quien vive sólo para el Padre,
de quien hace propia la misión y el ofrecimiento de Cristo,
de quien construye con la caridad el mundo nuevo.
Espíritu Santo, perenne Manantial de gozo y de paz,
eres tú quien abre el corazón y la mente de la divina llamada;
eres tú quien hace eficaz cada impulso
al bien, a la verdad, a la caridad.
Tus "gemidos inenarrables"
suben al Padre desde los corazones de la Iglesia,
que sufre y lucha por el Evangelio.
Abre los corazones y las mentes de los jóvenes,
para que una nueva floración de santas vocaciones
manifieste la constancia de tu amor,
y todos puedan conocer a Cristo,
luz verdadera del mundo, para ofrecer a cada ser humano
la segura esperanza de la vida eterna. Amén.

Juan Pablo II
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