¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la 28a semana
del Tiempo Odinario, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Lucas 11,37-41
Lectio
Martes, 15 Octubre ,
2019
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Te pedimos, Señor, que tu gracia
continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar
siempre el bien. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según
Lucas 11,37-41
Cuando terminó de hablar, un fariseo
le rogó que fuera a comer con él; entró, pues, y se puso a la mesa. El fariseo
se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero
el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa
y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos!
El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna
lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros.
3) Reflexión
• En el evangelio de hoy sigue la
relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel tiempo. A
pesar de la relación tensa, había algo familiar entre Jesús y los fariseos.
Convidado a comer en casa de ellos, Jesús acepta la invitación. Jesús no pierde
ante ellos la libertad, ni los fariseos ante Jesús.
• Lucas 11,37-38: Admiración del
fariseo ante la libertad de Jesús. “Cuando terminó de hablar, un fariseo le
rogó que fuera a comer con él; entró, pues, y se puso a la mesa”. Jesús acepta
la invitación de comer en casa del fariseo, pero no cambia su manera de actuar,
pues se sienta sin antes lavarse las manos. Ni el fariseo muda de actitud ante
Jesús, pues expresa su admiración por el hecho que Jesús no se lava las manos.
En aquel tiempo, lavarse las manos antes de las comidas era una obligación
religiosa, impuesta a la gente en nombre de la pureza, exigida por la ley de
Dios. El fariseo se extrañó viendo que Jesús no observa esta norma religiosa.
Y, a pesar de ser totalmente diferentes, el fariseo y Jesús tenían algo en
común: la seriedad de vida. La forma de vivir de los fariseos era así: cada día
dedicaban ocho horas al estudio y a la meditación de la ley de Dios, otras
ochos horas al trabajo para poder dar de comer a la familia, y dedicaban otras
ocho horas al descanso. Este testimonio serio de su vida les daba un gran
sentido de liderazgo popular. Quizá era por esto que, a pesar de ser totalmente
diferentes, los dos, Jesús y los fariseos, se entendían y se criticaban
mutuamente, sin perder la posibilidad de diálogo.
• Lucas 11,39-41: La respuesta de
Jesús. “¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato,
mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad!. ¡Insensatos! El que hizo
el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que
tenéis y entonces todo será puro para vosotros”. Los fariseos observaban la ley
al pie de la letra. Miraban sólo la letra y, por esto, eran incapaces de
percibir el espíritu de la ley, el objetivo que la observancia de la ley quería
alcanzar en la vida de las personas. Por ejemplo, en la ley está escrito: “Ama
a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). Y ellos comentaban: “Debemos amar al
prójimo, pero sólo al prójimo, a los otros ¡no!” Y de allí nacía la discusión
sobre la cuestión: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10,29)
El apóstol Pablo escribe en la
segunda carta a los Corintios: La ley escrita da muerte, mientras que el
Espíritu da vida” (2Cor 3,6). En el Sermón de la Montaña, Jesús crítica a los
que observan la letra de la ley, pero que no acata el espíritu de la Ley (Mt
5,20). Para ser fiel a lo que Dios pide de nosotros no basta observar sólo la
letra de la ley. Esto sería lo mismo que limpiar el vaso o el plato por fuera y
dejar el interior lleno de suciedad: robo y maldad. No basta no matar, no
robar, no cometer adulterio, no jurar. Sólo observa plenamente la ley de Dios
aquel que, más allá de la letra, va hasta la raíz y arranca desde dentro de sí
los deseos de “robo y de maldad” que pueden llevar al asesinato, al robo, al
adulterio. La plenitud de la ley se realiza en la práctica del amor (cf. Mt
5,21-48).
4) Para la reflexión
personal
• Nuestra Iglesia, ¿merece hoy esta
acusación de Jesús contra los escribas y los fariseos? ¿Y yo, la merezco?
• Respetar la seriedad de vida de los
demás que piensan de forma diferente de nosotros puede facilitar el diálogo tan
necesario y tan difícil hoy en día. ¿Cómo practico el diálogo en familia, en el
trabajo y en la comunidad?
5) Oración final
¡Llegue a mí tu amor, Señor,
tu salvación, conforme a tu promesa!
Y daré respuesta al que me insulta,
porque confío en tu palabra. (Sal
119,41-42)
Orden de los Carmelitas