jueves, 6 de marzo de 2014

La cruz es el camino hacia la plenitud de la vida, y la condición para seguir a Jesús

¡Amor y paz!

Jesús decía a sus discípulos: "Es preciso que el Hijo del Hombre padezca mucho y que sea rechazado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas y sea muerto y resucite al tercer día.

Desde el segundo día de cuaresma, la liturgia nos sitúa delante de lo esencial de la cuaresma: es una subida hacia la Pascua... una marcha hacia la vida en plenitud... una ascensión hacia las cumbres de la alegría, del gozo...

Dios se propone que tengamos vida, felicidad... Pascua está al final del camino. Yo voy hacia la Pascua. Pero el camino es la cruz, es el sufrimiento y la renuncia. Un solo modelo, un solo principio, un solo esfuerzo cuaresmal: imitar a Jesús, seguir el camino que El siguió. De ahí la importancia primordial de la oración, de la meditación, para poner realmente a Cristo ante nuestros ojos, en nuestros corazones y en nuestras vidas.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves después de Ceniza.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9,22-25. 
Jesús dijo a sus discípulos: "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida? 

 Comentario

-Si alguno quiere venir en pos de mí...

Tú has sido el primero en pasar por ello, Señor.
Quisiera vivir esos cuarenta días a tu lado, contigo "siguiéndote".

-"En verdad ¿quieres acompañarme?

-Bien lo quisiera, Señor. Dame ánimo y valor para ello.

-Niéguese a sí mismo...

Es verdad, paso demasiado tiempo "pensando en mí"; y sin embargo sé muy bien que esa postura es contraria al amor.
Amar es olvidarse... no pensar más en sí mismo... ser y vivir para los demás.

Dios es amor. Por esto renunció a sí mismo, por amor nuestro. "No hay amor mayor que el de dar la vida por aquellos que ama". "Siendo de condición divina no quiso ávidamente mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó...". Jesús es el hombre que de una manera total, definitiva e infinitamente, ha renunciado a sí mismo... para estar total, definitiva e infinitamente vuelto hacia los demás.

Jesús vuelto hacia el Padre.
Jesús vuelto hacia sus hermanos.

-Tome cada día su cruz...

Amar es crucificante... pero es también expansionante. Paradoja de la cruz.
Vivir según el evangelio no es una vida "en agua de rosas": es una vida que requiere valentía, energía, vigor, ascesis.

-Y me siga..

¡Tú caminas delante, Señor! Tú, el primero, has renunciado a ti mismo.
-Tú me dices: "No es en broma que Yo te he amado."
-Lo sé. Y yo ¿qué seré capaz de hacer, en cambio?

-Quien quisiere salvar su vida la perderá; Pero quien perdiere su vida por amor a mí, la salvará.

¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si él se pierde y se condena?
El sacrificio no es pues un valor en sí mismo. No se trata de renunciar por el placer de renunciarse. La renuncia es negativa.

Su finalidad es positiva: se trata de "salvarse"...

El hombre no se expansiona sino dándose, renunciando a sí mismo, pero la renuncia conduce a la expansión, en plenitud.

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 1
Evang. De Adviento a Pentecostés
Edit. Claret/Barcelona 1984.Pág. 100 s.
www.mercaba.org