viernes, 31 de mayo de 2013

Imitemos a la Virgen Santísima en su apostolado de cada día

¡Amor y paz!

Concluimos hoy el camino mariano realizado durante el mes de mayo y revivimos juntos el misterio de la Visitación de María santísima. Luego de la Anunciación, de su ‘fiat’ generoso, ella corre presurosa a comunicarle la buena nueva a su prima Isabel. Así, ella realiza un apostolado, tan sublime como el que practicó en su vida diaria en el hogar de Nazaret, como el que desarrollan tantas madres y esposas hoy día, allá donde las ha puesto Dios a dar testimonio de su fe y de su amor.

Los invito, hermanos, a leer y, meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes en que celebramos la fiesta de la Visitación de la Virgen María.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 1,39-56. 
Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!» María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre. María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.
Comentario

Cristo nos urge (cf 2Co 5,14). Cada uno de vosotros ha de ser no sólo apóstol, sino apóstol de apóstoles, que arrastre a otros, que mueva a los demás para que también ellos den a conocer a Jesucristo. Quizás alguno se pregunte cómo, de qué manera puede dar este conocimiento a las gentes. Y os respondo: con naturalidad, con sencillez, viviendo como vivís en medio del mundo, entregados a vuestro trabajo profesional y al cuidado de vuestra familia...la vida ordinaria puede ser santa y llena de Dios, que el Señor nos llama a santificar la tarea corriente, porque ahí está también la perfección cristiana. Considerémoslo una vez más, contemplando la vida de María.

No olvidemos que la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios!

Porque eso es lo que explica la vida de María: su amor. Un amor llevado hasta el extremo, hasta el olvido completo de sí misma, contenta de estar allí, donde la quiere Dios, y cumpliendo con esmero la voluntad divina. Eso es lo que hace que el más pequeño gesto suyo, no sea nunca banal, sino que se manifieste lleno de contenido. María, Nuestra Madre, es para nosotros ejemplo y camino. Hemos de procurar ser como Ella, en las circunstancias concretas en las que Dios ha querido que vivamos.

San Josémaria Escriva de Balaguer (1902-1975), sacerdote, fundador
Homilía del 04/05/1957, Es Cristo que pasa
©Evangelizo.org 2001-2013

jueves, 30 de mayo de 2013

«Vamos, levántate, Jesús te está llamando»

¡Amor y paz!

El Evangelio nos relata hoy el episodio del ciego Bartimeo. Él suelta el manto y de un salto se acerca a Jesús que pasa. Este gesto expresa de manera muy significativa la ruptura del hombre con su pasado, un pasado de poder, pues el manto significa el poder humano (E. Haulotte).

Por otra parte, el ciego es imagen del verdadero discípulo que se despoja del manto que hasta entonces lo cegaba; deja hacer a Jesús y, desde ese momento, puede seguirlo ya por el camino que conduce a Jerusalén.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 8ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,46-52. 

Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un ciego que pedía limosna se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Muchas personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: « ¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Llamaron, pues, al ciego diciéndole: «Vamos, levántate, que te está llamando.» Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: « ¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego respondió: «Maestro, que vea.» Entonces Jesús le dijo: «Puedes irte, tu fe te ha salvado.» Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
Comentario

Aquel hombre estaba sentado al borde del camino, ciego y sin más porvenir que seguir prisionero para siempre de sus tinieblas.

Nosotros estamos rendidos y ya no tenemos fuerzas para levantarnos y reaccionar: ya no sabemos adónde nos lleva la vida, y menos aún dónde podrá quedar asegurado nuestro porvenir.

Transcurre todo delante de nuestros ojos, y no sabemos ya adónde ir ni qué camino tomar. Presenciamos la guerra económica entre las potencias de este mundo y nos vemos implicados en ella por una crisis y unos conflictos, sin que podamos influir en ellos.

Vemos desde hace años cómo oprime a los pueblos la pobreza y cómo nuestra buena voluntad se queda corta. Contemplamos un mundo marcado por el mal y sentimos toda la complicidad que se oculta en nosotros.

Somos ciegos y nos encontramos sin fuerzas al borde del camino.

Pero podemos oír, como Bartimeo. Y éste es el principio de nuestra curación. Pues nos llega la Palabra de Dios y provoca en nosotros la llamada de salvación. "¡Maestro, que pueda ver!".

Este grito de la fe que brota de nosotros encuentra el impulso de amor del corazón de Jesús, y su palabra se convierte en palabra de salvación.

Palabra de poder que hace brotar la luz. Porque, por gracia de esta palabra que nos levanta, se nos concede ver la conclusión de nuestra prueba y poder seguir a Jesús por el camino.

La Iglesia entera, todos los que recorrieron el camino antes que nosotros, nos dicen: "¡Animo, levántate, que te llama!". Cuantos van en busca de un mundo nuevo son portadores de esta invitación para la humanidad: "¡Animo, levántate!".

Todas las páginas del Evangelio nos hacen saber que este camino de los ciegos y los cojos es el camino que lleva a Jerusalén: es la subida con el Hijo de Dios, es el paso por la cruz y la vida consagrada, por ser entrega total en manos del Padre. Y para cada uno de nosotros este camino toma una dirección más precisa: valor para enfrentarnos con oposiciones, tomar decisiones y reconciliarnos; amor más poderoso que el odio y que la mentira, para hacer que surja la claridad de la verdad y de la justicia; renuncia a lo que nos entorpece. "¡Animo, levántate!"... Si este camino pasa por la conversión de la cruz, también da acceso a la Pascua, y podemos decir con Simeón: "¡Ahora puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has preparado ante todos los pueblos!".

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS I-IX T.O. EVANG.DE MARCOS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 148 s.

miércoles, 29 de mayo de 2013

«El que quiera ser el más importante, debe hacerse el servidor»

¡Amor y paz!

Nos encontramos con el tercer anuncio de la pasión, un marco de referencia para entender el relato posterior centrado en las ambiciones de poder de los Zebedeos. Y es que, entre otras, hay tres grandes tentaciones para el ser humano: tener, placer y poder. Es fácil sucumbir ante ellas, "mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mt 24, 13).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 8ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,32-45.
Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos. Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo. Otra vez Jesús reunió a los Doce para decirles lo que le iba a pasar: «Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley: lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días después resucitará.» Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.» Él les dijo: «¿Qué quieren de mí?» Respondieron: «Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria.» Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?» Ellos contestaron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «Pues bien, la copa que voy a beber yo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que voy a recibir yo; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros.» Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan. Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos. Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.»
Comentario

a) En el camino hacia Jerusalén -lo cual no es un dato geográfico, sino un símbolo teológico de su marcha hacia la pasión y la muerte- sitúa Marcos varias escenas programáticas. Jesús «sube» a la pasión, muerte y resurrección, y el evangelista quiere dejar bien claro que los discípulos han de seguir el mismo camino. Jesús va decidido y se adelanta un poco a los demás. Marcos dice que «los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados».

Jesús les anuncia por tercera vez su muerte. Marcos subraya cada vez que los discípulos no querían entender nada. La primera vez fue Pedro el que tomó aparte a Jesús y le echó en cara que hablara de muerte y fracaso. La segunda vez que Jesús anunció su muerte, los discípulos se pusieron a discutir sobre los primeros puestos. En esta tercera, de nuevo Marcos subraya la cerrazón de los apóstoles: nos cuenta la escena de Santiago y Juan, ambiciosos, en búsqueda de grandeza y poder, pidiendo los primeros puestos en el Reino.

Como respuesta Jesús les anuncia la muerte que deberán asumir esos dos discípulos que ahora piden honores: lo hace con las comparaciones de la copa y el bautismo. Beber la copa es sinónimo de asumir la amargura, el juicio de Dios, la renuncia y el sacrificio. Pasar por el bautismo también apunta a lo mismo: sumergirse en el juicio de Dios, como el mundo en el diluvio, dejarse purificar y dar comienzo a una nueva existencia. La pasión de Cristo -la copa amarga y el bautismo en la muerte- les espera también a sus discípulos. Santiago será precisamente el primero en sufrir el martirio por Cristo.

Los otros diez se llenan de indignación, no porque creyeran que la petición hubiera sido inconveniente, sino porque todos pensaban lo mismo y esos dos se les habían adelantado. Jesús aprovecha para dar a todos una lección sobre la autoridad y el servicio. Se pone a sí mismo como el modelo: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos».

b) Por si también nosotros ambicionamos, más o menos conscientemente, puestos de honor o intereses personales en nuestro seguimiento a Jesús, nos viene bien su lección.

La autoridad no la tenemos que entender como la de «los que son reconocidos como jefes de los pueblos», porque esos, según la dura descripción de Jesús «los tiranizan y los oprimen». Para nosotros, «nada de eso». Los cristianos tenemos que entender toda autoridad como servicio y entrega por los demás: «el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». Cuando nos examinamos sinceramente sobre este punto, a veces descubrimos que tendemos a dominar y no a servir, que en el pequeño o grande territorio de nuestra autoridad nos comportamos como los que tiranizan y oprimen. Tendríamos que imitar a Jesús, que estaba en medio de los suyos como quien sirve.

Pero además, y yendo a la raíz de la lección, debemos preguntarnos si aceptamos el evangelio de Jesús con todo incluido, también con la cruz y la «subida» a Jerusalén, sólo en sus aspectos más fáciles. El mundo de hoy nos invita a rehuir el dolor y el sufrimiento.

Lo que cuenta es el placer inmediato. Pero un cristiano se entiende que tiene que asumir a Cristo con todas las consecuencias: «que cargue cada día con su cruz y me siga». Ser cristiano es seguir el camino de Cristo e ir teniendo los mismos sentimientos de Cristo. El va hacia Jerusalén. Nosotros no hemos de rehuir esa dirección.

Igual que el amor o la amistad verdadera, también el seguimiento de Cristo exige muchas veces renuncia, esfuerzo, sacrificio. Como tiene que sacrificarse el estudiante para aprobar, el atleta para ganar, el labrador para cosechar, los padres para sacar la familia adelante.

Depende del ideal que se tenga. Para un cristiano el ideal es colaborar con Cristo en la salvación del mundo. Por eso, en la vida de comunidad muchas veces debemos estar dispuestos al trabajo y a la renuncia por los demás, sin pasar factura. La filosofía de la cruz no se basa en la cruz misma, con una actitud masoquista, sino en la construcción de un mundo nuevo, que supone la cruz. Lo que parece una paradoja -buscar los últimos lugares, ser el esclavo de todos- sólo tiene sentido desde esta perspectiva y este ejemplo de Jesús.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 221-226

martes, 28 de mayo de 2013

¿Qué recibiremos a cambio de dejarlo todo y seguir a Jesús?

¡Amor y paz!

Ayer el joven rico se marchó triste, sin decidirse a seguir a Jesús. Hoy Pedro, que sí le ha seguido, se lo recuerda: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». El resto ya se sobreentiende (y Mateo lo explícita en su evangelio): ¿qué recibiremos en cambio?

La respuesta de Jesús es esperanzadora y misteriosa a la vez: «Recibirá en este tiempo cien veces más y en la edad futura vida eterna». No se trata de cantidades aritméticas y tantos por ciento. La respuesta se refiere a la nueva familia que se crea en torno a Jesús: dejamos un hermano y encontramos cien. Ya habla Jesús cuáles eran los lazos de esta nueva familia: « ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34s).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 8ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,28-31. 
Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte.» Y Jesús contestó: «En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna. Entonces muchos que ahora son primeros serán últimos, y los que son ahora últimos serán primeros.»
Comentario

En el fondo de la interpelación de Pedro está su concepto político e interesado del mesianismo, un concepto todavía muy poco maduro. ¿Pregunta acaso una madre cuánto le van a pagar por su trabajo? ¿Pone un amigo precio a un favor? ¿Pasó factura Jesús por su entrega en la cruz? Los discípulos buscan puestos de honor, recompensas humanas, soluciones económicas y políticas. Jesús y su Espíritu les irán ayudando a madurar en su fe, hasta que después de la Pascua se entreguen también ellos gratuita y generosamente al servicio de Cristo Jesús y de la comunidad, hasta su muerte.

Una experiencia de ese ciento por uno que promete Jesús la tienen tantos cristianos laicos que desde su condición en la sociedad entregan sus mejores energías a trabajar por el Reino de Dios. Ya saben lo que es la generosidad de Dios en este mundo, a la vez que esperan en el otro la vida eterna prometida al siervo bueno y fiel.

De un modo especial esta experiencia la tienen los que han abrazado la vida religiosa o el ministerio ordenado dentro de la comunidad como estado permanente de vida. Han entrado en la dinámica de este otro género de familia y parentesco: los hermanos y los hijos los cuentan por centenares y miles. No han formado familia propia, pero no por eso han dejado de amar: al contrario, están más plenamente disponibles para todos, movidos de un amor universal, no por una paga a corto plazo.

Unos y otros saben también que sigue siendo verdad una palabra muy breve pero muy realista que Marcos ha añadido a la lista de las ventajas: «con persecuciones». Jesús promete la vida eterna, después, y ya desde ahora una gran satisfacción. Pero no asegura el éxito y la felicidad y el aplauso de todos. En todo caso, la felicidad del que se sacrifica por los demás. Lo que sí promete es la cruz y las persecuciones. Una cruz que estaba incluida también en su programa mesiánico y que varias veces ha asegurado que les tocará llevar también a sus discípulos. Lo que vale cuesta. A la Pascua salvadora se llega por el vía crucis del Viernes Santo. El amor muchas veces supone sacrificio. Pero vale la pena.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 217-221

lunes, 27 de mayo de 2013

¿Qué hemos de hacer para conseguir la vida eterna?

¡Amor y paz!

Jesús se encuentra con un joven que quiere «heredar la vida eterna» y entabla con él un diálogo aleccionador: los ricos, los que están demasiado apegados a sus bienes, no pueden acoger el Reino: «Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja...».

Cada uno de nosotros puede preguntarse hoy qué le falta para ganar la vida eterna. ¿Nos podemos comparar con el joven rico, es decir, hemos cumplido todos los mandamientos? ¿O será que le hemos puesto nuestro corazón a las riquezas? En otro aparte del Evangelio nos ha dicho el Señor Jesús: «Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas». (Mt 6 24ss).

Los Invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 8ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,17-27. 
Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?» Jesús le dijo: « ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» El hombre le contestó: «Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven.» Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.» Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste. Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: « ¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!» Los discípulos se sorprendieron al oír estas palabras, pero Jesús insistió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios.» Ellos se asombraron todavía más y comentaban: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» Jesús los miró fijamente y les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible.»
Comentario

Es una escena simpática: un joven inquieto que busca caminos y quiere dar un sentido más pleno a su vida.

Pero el diálogo, que prometía mucho, acaba en un fracaso. Tampoco Jesús consigue todo lo que quiere en su predicación, porque respeta con delicadeza la libertad de las personas. Algunos le siguen a la primera, dejándolo todo. como los apóstoles. Otros se echan atrás. Jesús se debió quedar triste. Había puesto su cariño en aquel joven. Más tarde mirará con tristeza a la higuera estéril, que es Israel. Y a los que han convertido el Templo en cueva de ladrones. El joven se convirtió en símbolo del pueblo elegido de Dios que, llegado el momento, no quiso aceptar el mensaje del Mesías. No tuvo fácil su misión Jesús de Nazaret. Aunque tal vez así nos anima más a nosotros si tampoco tenemos resultados muy halagüeños en nuestra misión educativa o familiar o eclesial.

Es que Jesús no pide «cosas», sino que pide la entrega absoluta. No se trata de «tener» o no tener, sino de «ser» y «seguir» vitalmente: «que cargue con su cruz cada día y me siga», «el que quiera guardar su vida, la perderá». A todos nos cuesta renunciar a lo que estamos apegados: las riquezas o las ideas o la familia o los proyectos o la mentalidad.

Cuando estamos llenos de cosas, menos agilidad para avanzar por el camino. El atleta que quiera correr con una maleta a cuestas conseguirá pocas medallas. Es el ejemplo que nos dio el mismo Jesús: «el cual, siendo de condición divina, se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, y se humilló hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2,6-7).  Era rico y se hizo pobre por nosotros.

Los que han abrazado la vida religiosa han decidido imitar a Jesús más de cerca: han vendido todo y le han seguido. Si han querido hacer los votos de pobreza, celibato y obediencia, ha sido para poder caminar más ágilmente por el camino de las bienaventuranzas, para poder amar más, para estar disponibles para los demás, para ser libres interiormente, como Jesús. Todo ello, fiados no en sus fuerzas, sino en las de Dios: «es imposible para los hombres, no para Dios».

Todo cristiano puede seguir el camino de las bienaventuranzas. No se trata de que el discípulo de Jesús no pueda tener nada propio, sino de que no se apegue a lo que posee.

Que no intente servir a dos señores. Que lo relativice todo, para conseguir el tesoro y los valores que valen la pena, los que ofrece Cristo.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 212-216

domingo, 26 de mayo de 2013

Dios es comunidad de amor

¡Amor y paz!

El evangelio que pone ante nosotros la iglesia este año en la fiesta de la santísima Trinidad, es, ante todo, un evangelio sobre el Espíritu santo, pero precisamente al tratar de él, descubre el misterio de la trinidad, del Dios trino. Porque el Espíritu no habla de sí mismo, sino que, como enviado del Padre, es su presencia insustituible. El Padre de tal manera se da al Hijo que todo lo que él tiene es del Hijo: cada una de las tres personas tiende hacia la otra, está solamente en las otras y, en este círculo del amor que se desborda, vive la más alta unidad y la más alta consistencia que suministra a todos la estabilidad y la unidad que existe (Joseph Ratzinger. ‘El rostro de Dios’).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este domingo en que celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad. Celebramos, asimismo, la fiesta de San Felipe Neri, a quien pedimos su intercesión.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,12-15. 
Aún tengo muchas cosas que decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora. Y cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. El no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. Él tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por él.Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes.»
Comentario

En muchas ocasiones hemos indicado, al tratar la cuestión de la Trinidad, cómo la principal enseñanza que de esta realidad podemos sacar para nuestra vida es el estilo comunitario. Dios, en cuanto Dios-comunidad, es la mayor enseñanza de cómo debe actuar el hombre.

Pero quizá sea bueno que tratemos de dar un paso más y superemos ese paralelismo en que nos hemos quedado: al igual que Dios es comunidad, el hombre debe ser comunidad. Porque la comunidad divina no es algo cerrado en sí y presentado como modelo a los hombres; esa comunidad es activa hacia el hombre. Y ¿cuál es esa actividad que la comunidad divina desarrolla con el hombre? Partimos de una realidad: Dios es inaccesible para el hombre; y éste sólo tiene un camino para conocerlo: Jesús. A partir de aquí Dios ya no es una idea, sino el Padre que se hace visible en Jesús.

A un Dios-idea-lejano se le acepta fácilmente: no exige nada y con un culto desencarnado se le puede tener contento. Un Dios-hombre que se hace historia, afecta a ésta, a la sociedad y al hombre. Al tomar el Dios-hombre una opción en el concierto humano, acredita unas posturas y desacredita otras.

Esto es lo que hará Jesús con sus discípulos: comunicarles lo que ha oído del Padre, es decir: su plan para con el mundo. Pero los discípulos (y no sólo los de entonces: los de todos los tiempos), en un primer momento, no le comprenden.

Será el Espíritu quien explique y aplique el mensaje de Jesús; y así, la historia del hombre, a partir del acontecimiento Jesús, va tomando, poco a poco, conciencia del proyecto de Dios-Padre: hacer que el hombre viva (en plenitud).
El Espíritu, por tanto, obrando en el corazón de los hombres haciéndoles conocer a Jesús (y, con él, lo que éste había oído del Padre), va dando la clave en que los hombres -al menos los discípulos- deben leer la historia; ésta no es sino una dialéctica entre el "mundo" (en el más genuino sentido del evangelio de Juan) y el proyecto de Dios. Los discípulos deben conseguir que ese proyecto se haga realidad; para lograrlo habrá que estar abiertos, por una parte, a la vida y a la historia, y por otra, a la voz del Espíritu que les va interpretando esa vida y esa historia.

Y toda esta capacidad interpretativa le es dada a los discípulos precisamente a partir de la exaltación (muerte de Jesús). Profundizando en este acontecimiento culmen de la historia, la comunidad va descubriendo cómo actúa el pecado del mundo desacreditando al justo, matando al hombre, porque el "mundo" está guiado por un espíritu mentiroso y homicida; pero desde la resurrección, la comunidad descubre también cómo se va ejecutando en el "mundo" esa sentencia que lo condena al fracaso; a pesar de las victorias parciales del "mundo", el triunfador ha de ser, a la larga, el proyecto de Dios.

Pero la acción del Espíritu no es una simple obra de iluminación; el Espíritu no es un "luminotecnia espiritual".

El Espíritu, además, comunica el amor de Jesús, pone en sintonía con él a los discípulos; y así hace posible que la comunidad, identificada con Jesús gracias a la acción sintonizadora del Espíritu, se convierta en el nuevo enviado de Dios para comunicar a los hombres lo que han oído del Padre.

Y esta sintonía de los discípulos con Jesús se traduce en el amor. Sólo quien es capaz de amar a los hombres con el mismo amor con que los amó Jesús, es decir, hasta el extremo de dar la vida por ellos, es quien puede afirmar que ha sintonizado en su vida con Jesús, que es portavoz de la Palabra del Padre y que obra bajo la acción del Espíritu. En Jesús ya se realizó el plan de Dios.

Ahora ese mismo plan -plan de amor, de desenmascarar toda muerte en el mundo aun cuando estén amparados en el nombre de Dios, de desenmascarar toda opresión, de denunciar toda marginación e injusticia, de llevar al hombre a la madurez y a la plenitud por el camino de la fraternidad y de la igualdad- debe realizarse en la comunidad. Esta, por su sintonía con Jesús, debe reproducir fielmente su estilo, debe entregarse únicamente a interpretar la historia según el criterio del amor para hacerla caminar hacia su culminación en Cristo Jesús. Y también es el Espíritu el que ayuda a la comunidad a conseguir que la acción de la comunidad esté plenamente identificada con la acción de Jesús.

La Trinidad, como vemos, es mucho más que un dogma de lujo. Es la realidad de un Dios-comunidad que se hace presente en la historia, conmocionando la marcha de la misma y creando unas relaciones dialógicas personales con el hombre creyente.

Tratemos de celebrar la festividad de hoy descubriendo si nuestra docilidad al Espíritu, nuestra identificación con Jesús y nuestra condición de enviados del Padre son tres realidades de las que somos perfectamente conscientes, con nuestro estilo de vivir, son nuestra presencia fructífera en el mundo.

DABAR 1980, 32

sábado, 25 de mayo de 2013

«El que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él»

¡Amor y paz!

De nuevo son los niños los protagonistas de la enseñanza de Jesús, en una escena muy breve pero hermosa y esperanzadora.

Los niños eran muy poco considerados en su época. No valía la pena gastar tiempo con ellos. Los apóstoles no tienen paciencia y riñen a los padres que los traen. Pero Jesús, que atendía a todos, sobre todo a los pobres y abandonados de la sociedad, tiene tiempo también para los niños, les abraza y bendice: «Dejad que los niños se acerquen a mí».

Además les pone como modelos para los que quieran entrar en el Reino de Dios: «De los que son como ellos es el Reino de Dios».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario en este sábado de la VII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según san Marcos  10: 13 - 16
Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.» Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
Comentario

¿Qué cualidades de los niños tendríamos que copiar nosotros para merecer estas alabanzas y garantías de Jesús?

Porque se nos dice que para salvarnos tendremos que ser como ellos y «aceptar el Reino de Dios como un niño». Ya había dicho Jesús a Nicodemo (Jn 3) que el que no «vuelva a nacer» no entrará en el reino de los cielos, o sea, que hay que «hacerse de nuevo niño».

Jesús ya sabe que los niños no sólo tienen virtudes: también saben ser caprichosos y egoístas. Pero lo importante para Jesús es que los niños viven en una situación de indefensión, son «insignificantes", necesitan de los demás, no son autosuficientes porque carecen de medios. Son receptivos y abiertos a la vida y a los demás.

De igual modo nosotros, si nos sentimos llenos de nuestras propias riquezas y confiados en nuestras fuerzas, seguro que no recurriremos a Dios ni estaremos convencidos de que necesitamos ser salvados, ni aceptaremos el Reino de Dios. Eso sólo sucederá si somos como niños, inseguros de nosotros, convencidos de la necesidad que tenemos de Dios. No se nos invita, claro está, a un infantilismo espiritual. Pero sí a no ser complicados, a tener confianza en Dios, a sentirnos hijos en su familia y estar disponibles y receptivos a su

Palabra y su gracia. Las personas sencillas, sin complicaciones excesivas, son las que saben convivir con los demás y también las que acogen mejor los dones de Dios.

De paso, no estaría mal que copiáramos la actitud de Jesús acogiendo amablemente a los niños, que entonces y ahora también saben poner a prueba la paciencia de los mayores. Una comunidad eclesial que celebra con gozo el bautismo de los niños, que luego les acompaña en su proceso de formación cristiana y les prepara para recibir en la Confirmación el don del Espíritu y para acudir a la mesa eucarística durante toda su vida, es la que imita al Jesús que les atendía y les bendecía: «Dejad que los niños se acerquen a mí».

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 205-210

viernes, 24 de mayo de 2013

Un amigo fiel no tiene precio


¡Amor y paz!

Hoy haremos una modificación e incluiremos la primera lectura de la liturgia de hoy, dado que tiene que ver muy en concreto con la misión y objetivos del Movimiento Fratres.

El libro del Eclesiástico nos regala hoy un minitratado sobre la amistad. Y en el evangelio de Marcos, Jesús nos ilumina el plan de Dios sobre el matrimonio. Amistad y matrimonio son dos realidades humanas de tal hondura que en ellas nos jugamos gran parte de nuestra felicidad.

Los invito, hermanos, a leer y meditar la primera lectura y el Evangelio en este viernes de la séptima semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Libro de Eclesiástico 6,5-17. 
Las palabras amables te harán ganar muchos amigos, un lenguaje cortés atrae respuestas benevolentes. Ten muchos amigos, pero para aconsejarte escoge uno entre mil. Si has encontrado un nuevo amigo, comienza por ponerlo a prueba, no le otorgues demasiado pronto tu confianza. Hay amigos que sólo lo son cuando les conviene, pero que no lo serán en las dificultades. Hay amigos que se transforman en enemigos y que dan a conocer a todo el mundo su desavenencia contigo para avergonzarte. Hay amigos que lo son para compartir tu mesa, pero que no lo serán cuando vayan mal tus negocios. Mientras éstos marchen bien, serán como tu sombra, e incluso mandarán a la gente de tu casa. Pero si tienes reveses, se volverán contra ti y evitarán encontrar tu mirada. Mantente a distancia de tus enemigos y cuídate de tus amigos. Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro. ¿Qué no daría uno por un amigo fiel? ¡No tiene precio! Un amigo fiel es como un remedio que te salva; los que temen al Señor lo hallarán. El que teme al Señor encontrará al amigo verdadero, pues así como es él, así será su amigo. 
Evangelio según San Marcos 10,1-12.
Jesús dejó aquel lugar y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre. En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: « ¿Puede un marido despedir a su esposa?» Les respondió: «¿Qué les ha ordenado Moisés?» Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse.» Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer; por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.» Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo, y él les dijo: «El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa; y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio.»
Comentario

¿Tendrán razón las “encuestas” cuando nos dicen que hay multitud de personas “en soledad” mientras alardeamos de formar parte de una sociedad de comunicación? Respondan en Europa ancianos, residencias de mayores, movimientos asistenciales a domicilio, psiquiatras, aulas de tercera edad, jóvenes que son víctimas de las drogas...

Sí, a pesar de la ayuda que facilita la televisión y de los medios sociales que proporcionan los distintos gobiernos en las naciones, hoy tenemos excesivo número de personas que pasan años de vida en soledad interior y exterior. Y muchas de ellas lo vivencian como “falta de amigos, de compañeros, de confidentes a los que abrir su corazón”.

Cuando el autor del libro del Sirácida o Eclesiástico escribía las reflexiones sobre “el tesoro de un buen amigo” que hoy nos ofrece la primera lectura en la celebración litúrgica, probablemente era mucho menor la “falta de compañeros, amigos” en la aldea, pueblo, villa o ciudad. Sin embargo, él da fe de que entonces, como en todas las épocas de la historia, no todos los conciudadanos o compañeros se ofrecían la misma confianza y ayudaban o permitían descargar la angustia interior del que sufría, o compartir el gozo de aquél a quien la existencia sonreía.

La soledad no querida es un dolor; sumergirse en el bullicio de la multitud no es suficiente para la felicidad; ayer, hoy y siempre el corazón humano precisa de intimidad en la comunicación, sobre todo en la comunicación afectiva y espiritual.

El hombre, por naturaleza, tiene hambre de otros y busca al amigo. Celebremos que así sea, que de ese modo hayamos sido creados, y no nos neguemos a ofrecer amistad sincera a quien nos abra su corazón o necesite del nuestro.

¿Quiénes son mis amigos? Hay amigos, dice el sabio, que lo son de un día. ¿Me  basta a mí un amigo en tarde de fiesta? ¿No me gustaría contar con él para algo más?

Hay amigos, dice el sabio, que se mantienen unidos al amigo mientras su compañía les reporta algún beneficio, pero que no están dispuestos a compartir la adversidad. Estos “amigos” ¿significan algo para mí? ¿He de tenerlos por amigos verdaderos? Mi corazón aspira a actitudes más profundas.

Hay amigos de deporte, de academia, de aficiones, de trabajo, de política...Todos ellos son necesarios o convenientes en concierto de mi vida. Pero ¿a cuántos de ellos  podré confiar mi intimidad sin miedo a ser incomprendido o traicionado? Feliz de mí si en sus corazones tengo cobijo y su memoria es un archivo bien guardado.

Y ahora, un interrogante: Nosotros, cristianos que participamos de una misma fe, ¿somos amigos que mutuamente nos animamos y ayudamos a compartir unos sentimientos, trabajos,  inquietudes, ocios, soledades, proyectos de vida que nos reporten felicidad?

Esposos, amigos en el hogar. Hablando de “amigos”, el texto evangélico nos ofrece la oportunidad de encarecer cómo entre los esposos debería darse siempre una amistad humana ejemplar.

Las palabras de Dios al inicio de los tiempos, creando al hombre y a la mujer como seres que se necesitan, que se atraen, que se ayudan, que programan la vida de los hijos, que se hacen una sola carne y un solo espíritu, no pueden ser más elocuentes. Matrimonio y hogar sin amor, sin amistad, sin comunicación sincera y profunda, son un auténtico  fracaso humano.

Dios no quiere ni promueve ese fracaso. Somos los hombres y mujeres quienes hacemos de la unión matrimonial una fuente de frustraciones, por imprevisión, incompatibilidades, intolerancias, infidelidades... Los testimonios son manifiestos: divorcios, separaciones, maltratos, distanciamiento de padres e hijos...

Si al matrimonio le quitamos la mística religiosa, la fuerza creadora, la amistad sincera, y lo convertimos en un juego o entretenimiento de afectos fugaces, ¿cómo lograr que hombre y mujer encuentren en corazones divididos la paz, felicidad y animación que mutuamente precisan? ¡Mantengamos el fuego de la amistad!

Por ello, sea hoy nuestra plegaria una invocación, una súplica de amor entre los hombres, entre los esposos, entre los jóvenes. Que nuestro corazón esté pronto a darse en servicio amigable a los demás.

DOMINICOS 2003

jueves, 23 de mayo de 2013

«Vivan en paz unos con otros»

¡Amor y paz!

El evangelio de hoy nos recuerda una serie de rasgos que deberían presentar los que quieren seguir a Jesús:

- el que dé un vaso de agua a los seguidores de Jesús, tendrá su premio,
- al que escandalizare a «uno de estos pequeñuelos que creen», o sea, a los débiles, más le valdría que le echasen al fondo del mar.
- si la mano o el pie o el ojo nos escandalizan, sería mejor que supiéramos prescindir de ellos, porque es más importante salvarnos y llegar a la vida, aunque sea sin una mano o un pie o un ojo,
- varias frases sobre la sal: la sal que salará al fuego (¿purificando a los fieles y haciéndolos agradables para Dios?), la sal que se vuelve insípida y ya no sirve para nada, y la sal que debemos tener en nuestras relaciones con los demás (sal como símbolo de gracia y humor).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 
jueves de la 7ª. Semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 9,41-50.
Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua porque son de Cristo, yo les aseguro que no quedará sin recompensa.» «El que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar. Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida que ir con las dos a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te está haciendo caer, córtatelo; pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehenna. Y si tu ojo prepara tu caída, sácatelo; pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. Pues el mismo fuego los conservará.  La sal es buena, pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se lo devolverán? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.»
Comentario

Ojalá en nuestra convivencia -familiar o comunitaria- tengamos en cuenta estas cualidades que Cristo quiere para los suyos:

- que sepamos dar un vaso de agua fresca al que la necesita, y no sólo por motivaciones humanas, sino viendo en el prójimo al mismo Cristo («me disteis de beber»); quien dice un vaso de agua dice una cara amable y una mano tendida y una palabra animadora;

- que tengamos sumo cuidado en no escandalizar -o sea, poner tropiezos en el camino, turbar, quitar la fe, hacer caer- a los más débiles e inocentes; Pablo recomendaba en su primera carta a los Corintios una extrema delicadeza de los «fuertes» en relación a los «débiles» de la comunidad, para no herir su sensibilidad; nuestras palabras inoportunas y nuestros malos ejemplos pueden debilitar la voluntad de los demás y ser ocasión de que caigan; es muy dura esta palabra de Jesús para los que escandalizan a los débiles;

- que sepamos renunciar a algo que nos gusta mucho -Ia mano, el pie, el ojo- si nos damos cuenta de que nos hace mal, que nos lleva a la perdición, o sea, nos «escandaliza»; aquí somos nosotros los que nos escandalizamos a nosotros mismos, porque estamos cogiendo costumbres que se convertirán en vicios y porque nos estamos dejando esclavizar por malas tendencias; el sabio es el que corta por lo sano, sin andar a medias tintas, antes que sea tarde; como el buen jardinero es el que sabe podar a tiempo para purificar y dar más fuerza a la planta. El seguimiento de Cristo exige radicalidad: como cuando Jesús le dijo al joven rico que vendiera todo, o cuando dijo que el tesoro escondido merecía venderlo todo para llegarlo a poseer, o cuando afirmó que el que quiere ganar la vida la perderá:

- que seamos sal en la comunidad para crear una convivencia agradable, armoniosa, con humor. El que crea un clima de humor, de serenidad, de gracia, quitando hierro en los momentos de tensión, fijándose en las cosas buenas: ése es para los demás como la sal que da gusto a la carne o la preserva de la corrupción.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 196-200

miércoles, 22 de mayo de 2013

«El que no está contra nosotros está con nosotros»

¡Amor y paz!

En el episodio de hoy, uno de los discípulos, Juan, corre donde Jesús para pedir autorización y detener a uno que luchaba contra los demonios en nombre de Jesús sin la necesaria autorización...

La respuesta de Jesús abre las puertas para que todas las personas que quieran obrar el bien en su nombre lo hagan. No obliga a todos a meterse bajo el mismo techo. El ecumenismo de Jesús es verdaderamente universal porque le preocupa el bien de la humanidad y no el renombre de su grupo. Hacer el bien a los demás es más importante que los protagonismos. 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 7ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios os bendiga..

Evangelio según San Marcos 9,38-40. 
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para expulsar demonios, y hemos tratado de impedírselo porque no anda con nosotros. » Jesús contestó: «No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí. El que no está  contra nosotros está con nosotros.
Comentario

Jesús debió oponerse fuertemente a los impulsos de los discípulos de convertir la comunidad en un círculo cerrado, como eran las comunidades de fariseos o de escribas. El conocimiento que él impartía podía ser comprendido por la gente sencilla de mentalidad abierta. Esto no quitaba que las mujeres y hombres que lo seguían recibieran una formación más sólida, porque, la comunidad estaba al servicio de los excluidos y todo el saber al servicio de quien lo quisiera adquirir.

De esta manera, el mensaje de Jesús preparaba a sus discípulas y discípulos a vivir en completa libertad la solidaridad con otras comunidades que hubieran acogido total o parcialmente la opción de Jesús a favor de los marginados.

Importante lección para nuestros días, cuando por la "mundialización" actual, sentimos tan cercana la presencia de las muchas religiones del mundo, que otrora nos pasaban desapercibidas. Hoy convivimos como vecinos cercanos de otras religiones. El espíritu ecuménico de Jesús debe llevarnos a aceptar y reconocer con gozo la presencia de Dios que actúa en todos los pueblos, que atrae hacia sí a los hombres y mujeres desde los múltiples caminos de las diferentes religiones, y que tales religiones no son caminos de condenación, ni siquiera caminos sin salvación, sino caminos que también conducen hasta Él. Es preciso convertirnos al espíritu ecuménico de Jesús, a una valoración positiva de todo aquello que en realidad "no está contra nosotros, sino a nuestro favor".

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)